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PESCA | 28-02-2013 10:24

Carpas en el majestuoso río Negro

Una pesca que se caracteriza por lo deportiva, de alta dificultad con mosca. Aceptamos el desafío en el cauce del río del sur. Galería de imágenes.
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A fines de 2012, Gustavo Monteseirin me invitó a pescar al río Negro, en General Roca. Decía entonces: “Está repleto de carpas enormes, pero es imposible sacarlas con mosca. Les tiramos con la caja completa, nos saltan en la cara y nada. Vos que las pescaste por tus pagos, ¿te gustaría venir a enseñarnos cómo hacerlo?”. Fue así que esta loca idea comenzó a crecer, a sumar muchos involucrados, y terminó en un evento organizado por la Municipalidad de General Roca.

Qué decir sobre la carpa, una especie de características súper deportivas para la mosca. Lentamente los muros culturales van cayendo, y este pez considerado como una plaga, va tomado el lugar deportivo que se merece. Una especie con la sutileza de una trucha selectiva, que se pesca a pez visto como un bonefish y desarrolla el tamaño y la potencia física de un pacú. ¡Imposible pedirle más!

El río Negro y el Limay Inferior poseen grandes poblaciones de carpas, de excelente tamaño, en aguas claras y que ofrecen una lucha tremenda por haber crecido en correntada. El potencial es enorme, transformando este recurso en disfrute de muchos pescadores y motor económico para numerosos servicios turísticos. Que las carpas no picaran podía deberse a dos factores: son realmente imposibles, o un abordaje incorrecto. Y como era de esperarse, la razón era la segunda. Para hacer la conexión hay que dejar el chip truchero, e insertarnos el chip carpero (completamente distinto). Dejar de pescar estructura, para cazarlas con los ojos a pez visto.

Primer contacto

El día inicial salimos a recorrer el río Negro con Gustavo y Salvador Tili Pilafis. El curso explotaba de gente por un feriado, y navegamos río arriba escapándole a la multitud. Los muchachos me llevaron a aguas profundas, donde si bien se veían carpas, el abordaje mosquero resultaba un imposible.

Necesitábamos zonas bajas y quietas donde cazarlas con la vista y una presentación a centímetros del hocico. Las carpas aman los corners de agua calma, por lo que elegimos un brazo muerto perdido en medio del campo. A motor muy lento, dejamos el bote a 200 metros y le entramos caminando. Allí Gustavo tuvo el primer pique sobre un ejemplar que se movía patrullando, el cual marró. Luego tuvo otro errado y varias seguidas. Por fin me tocó a mí, clavé un ejemplar pequeño y rompimos el maleficio: ¡las carpas del río Negro no eran imposibles! Desde allí exploramos varios brazos muertos, donde encontramos ejemplares enormes, roleando en superficie. Y pescando a vista, con un chip 100 % carpero, Gustavo clavó una carpa de espejos de 7 kilos que dio una guerra impresionante.

Carpas del Limay

El día de la charla, las condiciones eran muy malas: nublado, frío y con vientos de 50 km/h. A pesar de ello, Tili clavó un muy buen ejemplar pescando a ciegas. Terminado el evento, arreglamos usar el tercer día en Arroyito. Invitados por Daniel Valls, Gabriel Distilo y su barra de amigos, pude conocer las lagunas ubicadas abajo del Embalse Arroyito, un verdadero “carp paradise” descubierto por Alejandro Beckmann.

El día amaneció soleado, sin viento, y empezamos a buscarlas a vista en un canal de aguas bajas. Sobre una esquina encontramos varios ejemplares enormes. Yo me dediqué a uno que, comiendo sobre el fondo, dejaba en superficie una nube de burbujas finamente gasificadas. Tomó una imitación de ninfa de dragón Nº 10 invertida y dio una pelea de perros con corridas de más de 50 metros. Dicen que las carpas generan poco ácido láctico al pelear, y con tanta concentración de oxígeno, no había forma de someterla. Después del asado tuve la suerte de sacar otro ejemplar similar con una damsel invertida, mientras removía el fondo en 40 cm de profundidad. La pelea nuevamente fue terrible.

Vuelta de Taba

Cuando parecía que las teníamos en el bolsillo, las carpas nos denigraron durante las próximas dos jornadas, mostrándonos cuán difíciles pueden ser. Un día fui en compañía de Favio Stork. Las encontramos en buen número, pero ninguna se estaba alimentando y el pique fue imposible.

El último día, invitados por Luis Maldonado (Jefe de Guardapescas de Río Negro) fuimos a visitar un brazo cerca de Allen, que usan para realizar sus monitoreos. El lugar era un paraíso de aguas cristalinas, donde carpas de 2 a 7 kilos se paseaban como en una pecera. Tanto desde una balsa como a pie, les tiramos a cientos, unas veinte o treinta siguieron la mosca a centímetros, pero ninguna se dignó a tomar. Estaban asoleándose o crucereando, dejándonos completamente claro que si las carpas no se alimentan, sacarlas con mosca es casi un imposible.

A la vuelta Gustavo decía: “Me dejaron temblando de adrenalina, nunca me divertí tanto sin sacar un pez”. Al momento del cierre mis amigos de Roca enviaron fotos de nuevas carpas capturadas. Están completamente enloquecidos con el descubrimiento, y ahora la posta es de ellos. Nos vemos el año que viene, esta vez para que ellos me enseñen cuánto descubrieron en ese río olvidado, que tienen a minutos de su casa.

Nota publicada en la edición 486 de Weekend, marzo de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Diego Flores

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