Thursday 28 de March de 2024
FIN DE SEMANA | 15-07-2019 18:21

Por la ruta 2 a paso lento

Un recorrido a través de 90 km de la Autovía que une Buenos Aires con Mar del Plata. Pueblos y propuestas para descubrir en vacaciones de invierno.
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Son las vacaciones invernales y la autovía Ruta 2 es el nexo a los destinos de la costa, pero también es el camino que lleva a otros puntos de las inmediaciones, bien aptos para disfrutar sin necesidad de viajar hasta la zona balnearia. Relevamos el tramo de Chascomús a Dolores, donde además de estas y otras localidades, hay una serie de lagunas, estancias, paradores, hotelería y un flamante complejo termal, todo muy cerca del asfalto.
Así entonces, nuestra hoja de ruta arranca en el Km 113 visitando un clásico de todos los tiempos: el parador Atalaya, que desde hace más de 70 años es casi una parada obligada. Vecino al lugar está el acceso a Chascomús, aunque previamente a la recorrida por esta ciudad tomamos un desvío por ruta 20 para transitar 5 km y llegar a la estancia La Horqueta. Se encuentra a orillas de la laguna Vitel, con su casco estilo Tudor de 1928 y sus 14 habitaciones para huéspedes, ideal para el descanso y el contacto con la naturaleza.
Regresando al camino de ingreso a Chascomús, vamos dando con este añejo poblado que nació en 1779 bajo el fuerte San Juan Bautista. Conserva viejas casonas, angostas calles empedradas y esquinas sin ochavas. Todo es colonial: la plaza y el palacio municipal, la legendaria Casa de Casco y la iglesia principal. Bien cerca, el Museo Pampeano y la centenaria Capilla de los Negros. Resalta su inmensa laguna, óptima para la pesca y la náutica; y su costanera que rodea todo el espejo, donde en la ribera se suceden restaurantes, parrillas, espacios verdes, el complejo Puerto Aventura, cabañas, el confortable Howard Johnson, campings y clubes pesqueros.

Lezama, Guerrero y Pueblo Nuevo

De nuevo en ruta, entre los kilómetros 133 y 136 vamos viendo las lagunas Adela y Del Burro con algunos pesqueros y campings (Campesnau, El Talar y El Burro, entre otros). Un poco más allá aparece Monasterio, paraje rural ubicado en el Km 145 a la altura de la laguna Chis Chis donde se ubica el recreo El Faro con buenas comodidades. La autovía atraviesa Lezama en el mojón 157, situando a la izquierda la estación ferroviaria y a la derecha la plaza De la Autonomía y la iglesia Manuel Cobo. El nombre del pueblo proviene de José Gregorio Lezama, un comerciante agropecuario que en 1930 donó sus tierras para construir la estación que dio origen al lugar.

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Avanzamos y, antes de cruzar el Salado, una bajada al pesquero Don Eduardo, sobre un mediocre camino que llega hasta las humildes instalaciones de este predio costero. Siguiendo por la 2, un extenso puente atraviesa el río y de inmediato (Km 168) aparece a la derecha el castillo Villa La Raquel, rodeado de un hermoso parque de 80 hectáreas que culmina en las riberas del Salado. La emblemática construcción es del año 1894 y perteneció a don Manuel Guerrero, hermano de Felicitas. Hay visitas guiadas por el frondoso bosque y el interior del castillo convertido en museo, donde se conservan objetos, mobiliarios, fotos e indumentaria de aquella aristocrática familia. Kilómetros más adelante y a la izquierda, el paraje Guerrero con escasas casas; y un camino de tierra (Km 169) que se extiende por 12 kilómetros hasta llegar al Salado donde se encuentra el pesquero La Cascada (camping, proveeduría).
Retomando la autovía, en pocos minutos pasamos por Centro Guerrero, localmente conocido como Pueblo Nuevo. Con apenas 150 almas, este diminuto poblado destaca a la izquierda su vistosa capilla Nuestro Señor de los Milagros, solitaria en plena zona rural; y allí nomás sobre la derecha (Km 179) visitamos la Finca de Arándanos atendida por gente que ama lo que hace. Frutas y verduras directo del productor y excelentes jugos preparados al instante. Arándanos congelados, frambuesas, zapallos y mermeladas. Un buen lugar para realizar una parada.

Castelli, Sevigné y Dolores

Llegamos a la rotonda de la 41, ruta que viene desde Baradero, cruza la provincia y desemboca aquí en la 2. A un tranco y a la derecha (mojón 182) se levanta Minotauro, otro simbólico parador; y del lado izquierdo se extiende Castelli, ciudad nacida a mediados del 1800, debiendo su nombre a Juan José Castelli, prócer de la Revolución de Mayo. La estación del tren es la puerta de ingreso a la ciudad, desde donde se obtiene una buena postal del centro con su plaza principal, la municipalidad y la añeja iglesia Santa Rosa de Lima. A una cuadra está el Museo Regional con testimonios de la historia local. Sobre uno de los extremos, el camino costanero rodea la laguna La Rosita con su club de Pesca y Náutica, y el recreo municipal. Lindero se encuentra El Calvario, un curioso conjunto religioso liderado por una enorme cruz blanca y los distintos pasos del vía crucis. Del otro lado de la ruta y por un camino de tierra, unos 16 kilómetros separan del pesquero La Orfilia que cuenta con zona de acampe y alquiler de botes.  

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El circuito continúa y a la altura del mojón 194 se divisa el pueblo de Sevigné, cuyo nombre recuerda a Ceferino Sevigné, antiguo propietario de las tierras donde se levantó la estación ferroviaria. Al costado del camino resaltan algunas parrillas y no mucho más en esta diminuta población de apenas 250 habitantes. Al llegar al Km 202, sale a la derecha un camino de tierra de 7 kilómetros que lleva a la estancia Dos Talas, cuyo casco es de estilo franco-italiano y fue construido en 1837. En sus 1.500 hectáreas se pueden realizar cabalgatas, paseos en carruaje o caminatas por el parque. Hay visitas a la capilla, réplica de la de Notre Dame de Passy y habitaciones para quienes deseen hospedarse.

Recta final

De vuelta en la 2, a poco de andar cruzamos el canal fluvial 9 observando sus viejos puentes en la lejanía. Vendrá luego el distribuidor de la 63, ruta que conduce hacia la Interbalnearia. A su vera hay numerosas parrillas y restaurantes, ideales para la hora en que el apetito marque su presencia. Siguiendo por la autovía, alcanzamos el mojón 205 y con ello el arribo a Dolores, localidad surgida a partir de un fortín levantado al sur del río Salado en 1818. En la entrada se luce el parque Los Libres del Sur, con sus 17 hectáreas provistas de sectores recreativos, buena arboleda, un lago, anfiteatro y el museo evocativo de estilo español en un antiguo casco de estancia de principios del siglo XIX. Exhibe testimonios gauchescos, indígenas y de los primitivos pobladores dolorenses. Hay también elementos de guerrillas, antiguos carruajes, carretas, canoas y sistemas rurales. En el recinto de ciencias naturales, una colección de especies animales y algunas rarezas como la de un feto de cordero sin cabeza, un ternero con dos cabezas y una pata con tres pezuñas.

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Bien cerca está la zona céntrica con la plaza Pedro Castelli (nombre que proviene del militar que lideró las fuerzas locales en el enfrentamiento conocido como Revolución del Sur contra Rosas en 1839) y la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, del año 1852. Vecinos están la municipalidad y el Palacio de Tribunales, junto al área comercial del lugar.
A unas 10 cuadras se encuentra el flamante Parque Termal Dolores con sus siete piletas de aguas saladas y dulces a 43 °C, restaurante, lago, hotel 5 estrellas Howard Johnson y otro de 3, cabañas, centro comercial, spa y gimnasio.
Hacia el otro lado de la autovía se extiende el gran lago del parque náutico. En la confitería del predio disfrutamos de una excelente picada y buenas vistas del espejo de agua, poblado de entusiastas aficionados que practican canotaje, motonáutica o navegan en embarcaciones a vela. Finalizamos aquí este tramo relevado, corto si se quiere pero con numerosos atractivos para disfrutar. Una buena opción al desandar esta legendaria ruta 2, en especial cuando la idea no es la costa atlántica como principal objetivo, sino disfrutar las vacaciones de invierno en una ruta que, por lo general, solo pasamos de largo.

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Marcelo Ruggieri

Marcelo Ruggieri

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