Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

Entre las carnadas frescas, el bagre amarillo es una de las tentaciones principales de la especie. Foto: Horacio Pascuariello

A MINUTOS DEL OBELISCO

Una temporada muy especial para el dorado en el Río de la Plata

Visitamos la Asociación Argentina de Pesca en búsqueda de esta especie que se multiplicó este año. Por: Horacio Pascuariello.

Hace mucho tiempo no teníamos tan a mano a esta especie que casi colonizó el estuario, dándonos una temporada de pesca muy especial en cuanto a tamaños, cantidades y modalidades para lograrlos. Así fue que durante el último tiempo y en pleno invierno, desconcertaba clavar en las líneas de cuatro boyas a doradillos que se alimentaban de las mojarras destinadas a los pejerreyes. 

Con el arribo del verano y el aumento de la temperatura del agua, esta actividad se multiplicó, obteniéndose con casi cualquier tipo de carnada, inclusive con mosca, señuelos o en curiosas situaciones al atacar un bagre que venimos trayendo en nuestra línea. Para comprobar esta situación, elegimos uno de los muelles más importantes en cuanto a extensión y ubicación, el de la Asociación Argentina de Pesca. Esta institución de larga trayectoria en el deporte cuenta con una estructura cuidada a pocos metros de la city porteña y brinda a sus socios un parque, quinchos, baños, iluminación y todo lo necesario para el disfrute de jornadas de pesca en familia. 

Hasta allí llegamos en vísperas de las lluvias que estaban por desatarse, con un viento intenso de unos 20 kilómetros del sudeste que metía agua sobre el muelle constantemente, baja presión atmosférica, el río en buen nivel y en creciente, condiciones que resultaron ser ideales para la especie que fuimos a buscar. 

En principio probamos de fondo, y ahí obtuvimos bagres amarillos, bogas medianas y algunos porteños, también con carnada blanca, anzuelo grande y líder, notamos ataques de dorados que no pudimos clavar, pero que si los parroquianos obtenían y nos mostraron como. Por empezar, la clave era la carnada, este empedernido cazador tiene suma preferencia por el bagre amarillo, y  en todas sus variantes lo toma, en trozos, la cola, o si es chico, entero; en segundo lugar estaban otras alternativas como filet de sábalo, mojarra o de alguna otra especie. Por otra parte el aparejo fue fundamental, uno que funcionó muy bien era una línea con una boya ping pong desde donde salía una bajada de 70 cm aproximadamente y que quedaba fija con una mandale al final, así vimos varias capturas en muy poco tiempo. 

Viendo esto, nosotros adoptamos un paternóster que quedaba fijo con un pequeño plomito y dos bajadas con líder y anzuelo 8/0, lanzando el aparejo hacia el lado de la reserva ecológica, donde el rio se frena un poco más haciendo más estable la visión del pique. Así, dimos con el primero que resultó ser un hermoso ejemplar de pira pitá o salmón de río, tan voraz como los dorados que vinieron después y que producían unas violentas corridas que obligaban a tener la caña en mano.

Para afinar un poco la puntería y no fallar, solamente fue necesario achicar un poco la medida de los anzuelos, pero siempre siendo generosos con la carnada. La ecuación era simple, cuanto más grande y fresca se veía, mejor eran las capturas. Así cerramos la tarde, quedándonos con ganas de seguir y satisfechos de la inusual cantidad de piques que habíamos tenido, esto a pesar de que al otro día había que levantarse temprano para ir a trabajar.