La posibilidad de mover la hondura con el corredizo es la principal ventaja de este aparejo, buscando la línea de pique muy rápido. Foto: Jorge Virgilio

La posibilidad de mover la hondura con el corredizo es la principal ventaja de este aparejo, buscando la línea de pique muy rápido. Foto: Jorge Virgilio

Al vuelo, con balancín o de fondo, los pejerreyes están presentes en uno de los bellos ambientes de la provincia de Córdoba. Foto: 1007_sanroque

La posibilidad de mover la hondura con el corredizo es la principal ventaja de este aparejo, buscando la línea de pique muy rápido. Foto: Jorge Virgilio

CONSEJOS DEL ESPECIALISTA

Paternóster, un clásico para pescar en las lagunas más profundas

Usado en el mar como en lagunas, ríos, arroyos y canales, es un elemento todo terreno que no puede faltar en el bolso de cada pescador que piensa en tentar pejerreyes.

Por Jorge Virgilio

Especialmente en las lagunas tenemos la necesidad de usar un aparejo que no es de los más requeridos por el aficionado, pero no deja de ser de los más rendidores. Hablamos del paternóster, esa línea que trabaja en distintas profundidades y nos permite encontrar el pique del pejerrey, sumado a que nos brinda una sutileza increíble. En espejos como La Brava en Balcarce, anda todo el año. Y en gran parte de los ámbitos bonaerenses, cuando aprieta el frío, es imprescindible. Ni que hablar en embalses de Córdoba, su uso es imprescindible. 

Este elemento es una especie de línea de fondo que puede llevar 2 o 3 brazoladas, y una boya regulable, la que nos permitirá pescar en variadas líneas de pique. Se usa una boya alargada parecida a una lapicera, también llamada cordobesa. Las brazoladas suelen ser entre 30 y 40 cm de largo, aunque hay ámbitos que se alargan o acortan, en nailon que puede ir del 0,23 a 0,40 mm dependiendo los portes que se obtengan de pejerreyes. El nivel de la boya se limita con un nudo corredizo que hace de tope a su desplazamiento.

Aunque cada aficionado tiene su forma de trabajar con este aparejo, lo más tradicional es que el paternóster se regule para que trabaje a 45 grados. En esa posición, el más leve toque hará que nuestra boya se acueste y delate la presencia del pez. En cambio, si el pez toma la carnada y huye hacía abajo, el elemento de flotación se enderezará, hundiéndose apenas. Los que prefieren trabajar con la boya vertical, apenas sumergida, deben lastrarla de manera que quede parcialmente bajo el agua 3 a 4 cm de la misma. Esta técnica obliga a estar atentos a que un leve pique podrá confundir al pescador con el movimiento que imprime el viento, aunque apenas rice la laguna. Para la regulación del aparejo, es indispensable tener plomos partidos a mano para ir regulando la boya en el lugar de pesca, ya que el viento, la densidad del agua y otros motivos influyen en la flotabilidad. 

Al paternóster no es necesario arrojarlo lejos de la embarcación pues se lo suele utilizar sólo a máximas profundidades y cuando no podemos o no rinde usar aparejos de flote. La posibilidad de mover la hondura con el corredizo es la principal ventaja, buscando la línea de pique muy rápido. Con respecto a los colores, siempre regirnos con respecto a la posición del sol. Cuanto mayor sea el reflejo, más oscuros deben ser los tonos. 

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