A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

A pesar de las inclemencias meteorológicas, esta laguna no defrauda a los pescadores. Foto: Luis Ventimiglia

DESTACADA DEL OESTE

Desafiamos la lluvia y pescamos en la laguna Cuero de Zorro

Este espejo de la localidad de Trenque Lauquen siempre emerge como una de las grandes opciones para el pescador de pejerrey. Como no podía ser de otra manera, este año se vuelve a destacar. Por: Luis Osvaldo Ventimiglia.

Con el objetivo de brindarles las novedades de cada pesquero, el sábado por la noche viajamos hacia la laguna Cuero de Zorro, en inmediaciones a Trenque Lauquen, donde nos esperaba el guía Matías Pinto, junto al que a la mañana siguiente realizaríamos una nota de ese espejo. Obviamente, esa noche compartimos un asado con el guía y otros colegas, para luego acostarnos y descansar pensando en lo que nos esperaba el domingo, bien temprano.

En el nuevo día, amanecimos con muchísimas ganas, desayunamos y cargamos nuestros equipos en el comodísimo trucker de Matías, conocedor del lugar y muy intuitivo a la hora de pescar, y con quien es seguro que vas a pescar, pues conoce donde y porque van a estar los peces en ese sector de la laguna elegido ese día. Sabíamos que si usábamos paternóster se lograba la cuota muy fácil, pero ni al guía, ni a nosotros nos gusta esa modalidad, una técnica que quedaría solo si no logramos hacerlo comer a flote. Con esa idea fuimos a la primera costa elegida y anclado muy sigilosamente en lo bajo, comenzamos a pescar.

Las bajadas se colocaron en base a la pesca que realizaron el día anterior, por ende, las pusimos a 60 cm de profundidad. Encarnando con mojarra viva, no habían pasado 10 minutos de estar las líneas en el agua que el primer pique apareció, con un pejerrey muy peleador y bien alimentado. Así, en la primera hora de pesca, fuimos sacando uno tras otro, piezas de 28 a 30 cm, que en una pesca normal es un buen tamaño, pero Matías no estaba conforme, no era ese pescado el que él quería mostrar, así que nos invitó a levantar las cañas que íbamos a movernos. 

Para ese momento de la mañana, ya habíamos logrado unos 30 pescados. En las próximas 3 horas probaríamos en dos bajos diferentes más,  logrando en cada uno de ellos, 5 o 6 pejerreyes más lindos, de unos 300 gramos, pero luego de esos piques iníciales, volvían los chiquitos y nos obligaban a corrernos.

Eran las 14,30 horas, cuando una tormenta acechaba y que según el pronóstico iba a ser corta pero de mucha intensidad, nuestro amigo nos invitó a un último intento en un lugar que podría estar lo que estábamos buscando. Sin dudas, hacía allá fuimos. Encaramos los nubarrones como desafiando el clima. Llegamos al bajo, con la caña empujando para no hacer ruido con el motor, anclando sin hacer ningún tipo de ruido. Al caer la primera línea al agua, comenzó a llover, al mismo instante que una llevada hizo una explosión en la superficie, siendo un pejerrey hermoso como los que habíamos ido a buscar. La hora siguiente, como un sueño del que no quieres despertar, pique en una, dos y tres cañas a la vez, pescados que explotaban el agua y la molesta lluvia que apenas nos dejaba ver las boyas.

Cada 6 o 7 pescados y cuando el pique mermaba un poco, levantábamos el ancla, mirábamos hacia donde se había movido el cardumen y nos trasladamos unos 25 o 30 metros para anclar junto a él y seguir disfrutando esto que no se da muchas veces. En ese momento, y a diferencia de lo que pasaba en la mañana temprano, los pejerreyes tomaban lo que les tiren de carnada, ya sea mojarras, filet de dentudo o de pejerrey de igual manera.

Luego de media hora paró la lluvia y, aunque todos estábamos mojados, seguimos pescando en este tremendo lugar con el mismo resultado, hasta que promediando la tarde, con la cuota hecha de un pescado promedio de 370 gramos, dimos por finalizada la actividad, en un día que hicimos honor al refrán que dice, el que quiere pescado que se moje. 

Servicios:

  • Matías Pinto, guía en laguna Cuero de Zorro. Tel.: (02954) 680541. En redes, Facebook.

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