La Atomic Camper tiene numerosos guiños estéticos a los aviones y submarinos de la década del 50. Foto: Weekend

Los actuales dueños de la Atomic Camper muestran sus viajes por Facebook. Foto: Weekend

En el exterior cuenta con una pequeña parrilla. Foto: Weekend

Baño de la Atomic Camper. Foto: Weekend

En su interior nos encontramos con una cocina completa. Foto: Weekend

Rareza

Atomic Camper: la casa rodante que es una auténtica bomba

Tras sobrevivir a un accidente aéreo, Bill Guernsey decidió fabricar un vehículo inspirado en la era atómica. El resultado terminó siendo tan excéntrico como práctico.

Si vamos a hablar de casas rodantes poco comunes, posiblemente la Atomic Camper se encuentre en el podio. Esta belleza única fue creada por Bill Guernsey, que tardó cerca de dos años en construirla. Más allá de su curiosa estética y dimensiones, ofrece todas las comodidades necesarias para aquellos que desean vivir al costado de la ruta.

La Atomic Camper nació después de que Bill sobreviviera a un accidente aéreo, hecho que de alguna manera lo llevó a construir una casa rodante inspirada en la era atómica. Tiempo después se la vendió a Victor y Carrie, una pareja que quedó fascinada con ella apenas la vieron. Actualmente ellos viajan con ella por los bosques de Alaska y cuentan sus experiencias a través de Facebook.

La estructura de la casa rodante está hecha en madera y recubierta con fibra de vidrio. A pesar de su nombre, la Atomic Camper se alimenta de energía solar que obtiene gracias al uso de paneles solares, por lo que no necesita ningún tipo de generador auxiliar.

También cuenta con un tanque de agua, equipado con tres bombas que suministran agua al calentador, la calefacción y el baño, con ducha incluida. A su vez, dispone de una pequeña cocina a gas, que va equipada con armarios y cajones para guardar todos los útiles necesarios.

Su mayor contra está en que, por cuestiones de espacio, no tiene cama, pero sí de un par de bancos acolchados que hacen las veces de asientos y permiten a una persona adulta dormir sobre ellos. Junto a todas estas comodidades, encontramos numerosos guiños estéticos a los aviones y submarinos de la década del 50, cuando el mundo estaba sumergido en plena Guerra Fría.

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