El A-40 fue el intento por crear un tanque volador, que en realidad era un carro de combate acoplado a un planeador. Foto: Weekend

El Antonon sería remolcado por un avión para poder desplazarse hasta el campo de batalla en pocos minutos. Foto: Weekend

El M-28 se pensó como un arma capaz de lanzar una pequeña ojiva nuclear a pocos kilómetros de distancia. Foto: Weekend

El ejército británico desarrolló un arma experimental que básicamente era la fusión entre un jeep y un helicóptero. Foto: Weekend

Japón construyó tres de estos submarinos que tenían la capacidad de transportar hidroaviones de ataque Aichi M6A Seiran. Foto: Weekend

El punto final para el Comanche fue la aparición de los drones de combate y los altos costos del proyecto, que alcanzaron los U$S 7.000 millones. Foto: Weekend

Difícil de creer

Cinco armas experimentales que nunca llegaron al campo de batalla

Las guerras dan lugar al desarrollo de nuevo armamento, pero una idea original no asegura el éxito, sino que hasta puede terminar en un rotundo fracaso.

Mucha de la tecnología que utilizamos hoy en nuestra vida diaria nació gracias al desarrollo e investigación de equipamiento militar. Las grandes guerras que azotaron el siglo XX fueron la excusa para la invención de armas que cambiaron la forma en que se desarrollan los conflictos bélicos. Dentro de esta carrera armamentística, muchas armas experimentales alcanzaron su cometido y pasaron a formar parte de los ejércitos más importantes del mundo; mientras otras fueron un fracaso y ni siquiera se acercaron al fin para el que fueron diseñadas.

M-28, el rifle nuclear: se pensó como un arma capaz de lanzar una pequeña ojiva nuclear a pocos kilómetros de distancia. A pesar de que se probó en el desierto de Nevada, Estados Unidos, nunca se probó en el campo de batalla. ¿Por qué fracasó? Básicamente podía arrasar con las tropas enemigas... como con las propias.

Hafner Rotabuggy: por extraño que suene, el ejército británico desarrolló un arma experimental que básicamente era la fusión entre un jeep y un helicóptero. Lo que hicieron fue tomar un Willys MB y equiparlo con un rotor, la idea era volar en estos vehículos para llegar al campo de batalla. El Rotabuggy tuvo su prueba de vuelo, donde se mantuvo en el aire a varios metros del piso, pero su control resultó terriblemente complicado.

Antonon A-40: si un jeep-helicóptero suena disparatado, los soviéticos no tuvieron ningún pudor en ir un paso más allá. El A-40 fue el intento por crear un tanque volador, que en realidad era un carro de combate acoplado a un planeador. En la teoría, el Antonon sería remolcado por un avión para poder desplazarse hasta el campo de batalla en pocos minutos y asistir a las tropas en tierra. En 1942 se probó un prototipo, pero se lo consideró inviable por razones económicas.

Submarino I-400: durante la Segunda Guerra Mundial, Japón construyó tres de estos submarinos que tenían la capacidad de transportar hidroaviones de ataque Aichi M6A Seiran, armados con bombas o torpedos. El I-400 contaba con un hangar tubular en el que podía albergar tres aviones de combate. La idea era que el submarino emergiera a la superficie e hiciera despegar sus aviones para realizar un ataque aéreo sorpresivo. A pesar de que se construyeron tres unidades, el I-400 nunca entró en combate debido a la rendición de Japón en 1945.

RAH 66 Comanche: empezó a desarrollarse en los noventa como un helicóptero de combate con capacidades furtivas, pero en 2004 el proyecto fue cancelado y el Comanche nunca entró en acción. Los motivos de su cancelación fueron varios, todos ellos relacionados con los atentados del 11 de septiembre y los conflictos bélicos venideros, donde se requirieron armas menos sofisticadas y vulnerables. Tal vez, el punto final para el Comanche fue la aparición de los drones de combate y los altos costos del proyecto, que alcanzaron los U$S 7.000 millones.