Lima Victor Hotel India Juliet en situación de emergencia”. Esa seguramente fue una de las últimas frases del piloto antes del aterrizaje forzoso en laguna Brava el 30 de abril de 1964. El Curtiss Commando C-46 F, matricula LV-HIJ, perteneciente a la compañía argentina Aerolíneas Carreras venía desde Perú, había hecho escala en Copiapó, Chile, y se dirigía hacia Buenos Aires. A bordo traía seis tripulantes y ocho yeguas pura sangre de carrera. Pero al atravesar la Cordillera de los Andes entre los pasos Pircas Negras y Comecaballos, a unos 6.000 m de altura, uno de sus motores se plantó. Eran aproximadamente los 9 de la mañana. No hubo tiempo para muchos cálculos. El aeropuerto más cercano estaba muy lejos aún, así que solo restaba aterrizar en lo que el piloto consideró que era un salar de unos 15 km de longitud.
“En esos minutos críticos –explica el periodista Federico Kirbus en Histamar.com.ar– la tripulación abre el portón lateral para prevenir que, si en el panzazo se retorciera el fuselaje, la salida estuviera libre. Debido a la escasa densidad atmosférica (estaban a más de 4.200 msnm) también es necesario hacer una aproximación a velocidad mucho mayor que a nivel del mar, parámetro que había que tener muy en cuenta para que la máquina no perdiera sustentación y se precipitara a tierra antes de lo previsto”. A 90 nudos (145 km/h) tocó el suelo con el tren de aterrizaje cerrado, rebotó y volvió a caer 90 m más adelante con un ruido ensordecedor: el del aluminio patinando sobre la superficie áspera del salar. Finalmente, el avión con su enorme masa de casi 20 toneladas se detuvo. Los seis tripulantes estaban con
vida, y cinco de las yeguas también. Una muy herida fue sacrificada y el resto, puesto en libertad.
El rescate llegaría pronto, en un par de días todo sería anécdotas e historias que los lugareños se encargarían de alimentar porque, si bien el avión fue desguazado por un habitante de Villa Unión que se hizo cargo del rescate, con el correr de los años se tejieron diversas leyendas locales. Hay quienes manifiestan que la aeronave, además de yeguas preñadas, traía un cargamento de joyas o de radios o de...
Mientras arribamos en camionetas 4x4 a las inmediaciones de los restos del avión –y nos descalzamos para caminar sobre la resbaladiza arcilla húmeda y llegar hasta él–, es interesante escuchar los diferentes relatos que abonan teorías conspirativas improbables de corroborar.
Camino a Alto Jagüé
Las empanadas de cordero –fritas– indicaron que era el mediodía. En la segunda jornada de travesía veníamos desde Pozuelos transitando las mismas huellas que el Rally Dakar años atrás. El piso arenoso y los vadeos poco profundos del río homónimo a la localidad exigían ritmo, al tiempo que mostraban paisajes que solo se pueden conocer en 4x4. La asfaltada Ruta 76 puso fin al seco cauce y señaló el camino de acceso a Alto Jagüé, localidad del Departamento de Vinchina y último punto poblado antes de laguna Brava.
Los atractivos de este sitio son varios: su capilla original –de adobe–, ubicada al lado de otra más moderna, ambas en homenaje a San Pedro, patrono del pueblo; las casas de ladrillos de barro, elevadas varios metros sobre la calle principal a causa de que esta arteria se convierte en un río durante las lluvias, anegando a los pobladores que durante algunas horas no pueden salir de sus casas. Curiosamente, el guía local comenta por la radio VHF que a Jagüé le dicen la Venecia riojana.
La visita es breve, pero no por ello poco interesante. Falta el atractivo gastonómico: empanadas caseras y panes rellenos que se sirven al final de la calle principal, debajo de un tinglado donde las mesas lucen manteles blancos. Graciela Oviedo es la encargada de retenernos con sus manjares hasta que llega la hora de partir hacia la Quebrada del Yeso.
Quebrada del Yeso, un trabado laberinto
El trayecto comienza ancho y polvoriento, pero a poco de andar se angosta. Nos flanquean altas formaciones a veces rojizas, a veces más pálidas y con vetas de sulfato de calcio (nombre químico del yeso). Así serán los próximos 12 km por este pasaje que atraviesa la Sierra de los Colorados sobre el lecho seco del río Jagüé. Al igual que Pozuelos, esta zona también fue escenario del Rally Dakar y de otras competencias internacionales. Sus formas imponentes, producto de la erosión del agua y el viento durante millones de años, no dejan de llamar la atención.
Estamos transitando por una zona que los movimientos tectónicos esculpieron a su capricho, con placas de roca inclinadas a 45º. Formaciones poco frecuentes que en ocasiones parecen un hojaldre de arcilla rebosante de dulce de leche saliendo por las diferentes capas: así es la vista que nos rodea. Pero lo mejor está en el suelo, por debajo de los neumáticos: escalones, saltos, piedras sueltas que esquivar entre apretados paredones. La tarea del copiloto es fundamental, porque debe guiar centímetro a centímetro al conductor, que no ve dónde está pisando: solo obedece al handie o a las señales de la mano de su compañero.
El cartel de entrada al Yeso informaba acerca de que se trataba de un recorrido apto solo para 4x4 y muy técnico. Si algo faltaba para darle más emoción era que la noche nos sorprendiera a kilómetros de la salida y debiéramos transitar en plena oscuridad por sitios de complicado acceso, de esos, por ejemplo, que de un lado hay pared y del otro un escalón de dos metros de altura. Las camionetas pasaban tan finito que había que cerrar uno de los espejos para no raspar. Pero las 13 pick ups lo lograron y las 28 personas que integraban la travesía lo festejaron. “Hoy te convertís en héroe”, le parafraseó Verónica Romaña, directora de Mainumby4x4, a uno de los pilotos que daba sus primeros pasos en la actividad, gesto que al finalizar la travesía le devolvío con un abrazo y lágrimas en los ojos por la experiencia que, junto a sus hijos, se llevaba atesorada en el corazón.
Cuatro lagunas
Laguna Brava es el nuevo destino del GPS. Desde Villa Unión pasamos por Villa Castelli, Vinchina y Alto Jagüé. De camino nos detenemos en la Quebrada de la Troya, sobre la Ruta 76, para apreciar formaciones de piedra naturales como La Herradura (una curva del río) y La Pirámide. También efectuamos una parada en uno de los refugios que Domingo Sarmiento mandó a construir entre 1863 y 1874 para brindarle protección a los arrieros que cruzaban ganado a pie a Chile. Estructuras que todavía se mantienen en pie y que son utilizadas por algunos aventureros que recorren estos caminos. Su entrada en forma de nido de hornero, con una ventana y ventilación en el techo cónico, ayudan a protegerse del frío y el viento.
Hoy, Laguna Brava es una reserva provincial de preservación de especies como vicuñas y flamencos rosados y blancos. El espejo de más de 60 km2 posee aguas salinas de escasa profundidad y fue designado Sitio Ramsar, con lo cual queda incluido dentro de los humedales de importancia internacional. Además, dentro de su área se han encontrado evidencias arqueológicas que sugieren la presencia inca en la región. Por todos estos motivos, y por cuestiones de seguridad debido a accidentes ocurridos varios años atrás, las visitas a la Reserva Laguna Brava se realizan exclusivamente en excursiones organizadas y con guías autorizados. El día finaliza con la puesta de sol en el paraje Las Cuevas, donde degustamos un exquisito asado, no sin antes haber pasado de camino por las lagunas Verde, Veladero y El Leoncito.
Cañón del Triásico
En realidad este plan estaba previsto para hacerse la primera noche, luego de la cena de bienvenida. Lo intentamos, pero un sorpresivo viento Zonda abortó nuestras intenciones. La idea era disfrutar del recorrido, no de padecerlo a causa del polvo en suspensión y de los posibles desprendimientos de rocas. Así que la organización lo cambió para la tarde el último día, luego de almorzar chivito y empanadas caseras.
Se trata de un recorrido de 25 km a través de coloridos paisajes y atractivos geológicos, a tal punto que lo llaman “el hermano menor del Talampaya”. Su nombre “Triásico” obedece a la era en que se formó, hace unos 250 millones de años.
La puesta de sol en estos paredones rojizos sirvió para coronar tres inolvidables días de travesía, donde el mayor incidente fue pinchar una goma, perder un espejo y llegar tarde a todas las comidas, fiel a las reglas del off road: “Se sabe cuando se sale, pero no el horario en que se regresa”. Así funcionan las buenas aventuras 4x4 donde hay equipo: con solidaridad, respeto, empatía, sin chicanas y compartiendo un plato de comida caliente a cualquier hora, en el lugar que sea.
Organización de la travesía: Mainumby4x4, Cel.: (011) 6036-1111, [email protected] | Facebook e Instagram: @mainumby4x4. Apta para toda la familia, con alojamiento y gastronomía full. Un destino por mes en cada rincón del país.
Agradecimiento especial a la Secretaría de Turismo de La Rioja (@turismolarioja) por su gestión y trabajo conjunto para que esta travesía pudiera ser posible.
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