La laguna Salada de Monasterio siempre se ha caracterizado por estar en la consideración del pescador. En los primeros tiempos se ganó su justa fama por la calidad y cantidad de pejerreyes que se obtenían, y se obtienen, pero últimamente se ha caracterizado por ser una de las predilectas por las grandes carpas de hasta 8 y 9 kilos y también de tarariras que se han desarrollado hasta superar los tres, que ya no es común.
Lo bueno y entretenido de aquí es que el pique no es espaciado y se da seguido, incluso en días de viento y hasta con lluvia, y acá hacemos hincapié en comunicarse previamente antes de ir, ya que hay que consultar por el estado del camino de acceso desde la Autovía 2, por su transitabilidad.
El lugar tiene unos 30 años en la ruta del aficionado a la caña y se encuentra situada en el km. 144,5 de la ruta 2, en el partido de Lezama, provincia de Buenos Aires. Con unos 3 metros de profundidad dentro de 600 hectáreas de agua y 150 de tierra, se destaca por no pertenecer a las encadenadas teniendo su propia napa.
La laguna, además de ser para pesca y camping, es escuela, ya que trabaja con la Facultad de Ciencias Veterinarias, UBA, (acuicultura) y tiene jaulas flotantes para la reproducción artificial del pejerrey (Odontesthes bonariensis) a cargo de Dario Colauti, quien también trabaja con el CONICET, y cuenta con el proyecto Pampa II.
En lo que respecta a lo producido en las jaulas, es distribuido para todas las lagunas del partido de Lezama, funcionando así como espejo madre y dejando clara la importancia de la pesca a conciencia.
Por otra parte, los servicios que brinda al público son: luz eléctrica, baños simples, mesas, fogones, parrillas, quinchos, piletas para filetear pescado, juegos para niños, alquiler de botes, alojamientos simples (capacidad mínima de 4 personas), completos (cocina, baño y heladera) y encima es atendida por sus dueños de forma permanente las 24 horas, los 365 días del año.
La laguna es destacada y resuena entre los pescadores deportivos por los hermosos ejemplares tanto de tarariras (Hoplias malabaricus) como de carpas (Cyprinus carpio), que son de un excelentísimo porte y pueden ser pescadas por los amantes de las distintas modalidades, spinning, baitcast, flycast, carnada o como le decimos a lo criollo, cuchareando, mosqueando o señueleando.
La modalidad más convencional es con equipos livianos, cañas de 15 a 30 libras de acción liviana, líneas “coreanas” y líneas “feeder”, con plomos de no más de 30 gramos dada la poca movilidad del agua, utilizando como carnada para las mismas los harinados en distintas variantes, que es lo que está rindiendo en este caso en todas las "canchas" para lo que es la carpa, y con filet de dientudo para la tararira.
Sorprende los portes y la gran cantidad de éstas dos especies, donde difícilmente se falle en el intento, incluso para los principiantes, que son bien asesorados por la señora Eugenia, que regentea el ámbito, y el guía Jonatan Otero.
La pesca, en general, se da en todo momento, mañana, mediodía, tarde y noche. Los ejemplares que se buscan a unos 25/30 metros de la costa son excelentes una vez hecha la zona de cebo, aunque rinde de punta a punta, teniendo paciencia y esperándola.
También es de destacar la geografía del lugar, bien agreste y arbolada y con todo el confort para el pescador y la familia. Dejamos el contacto de la laguna Salada de Monasterio, para el que quiera disfrutar de un hermoso lugar rodeado de naturaleza y buena pesca, atendido por su amable dueña, quien por cierto prepara deliciosos dulces caseros, María Eugenia Scagliusi (tel.: 2241507645). Es cuestión de elegir el día para pasar una jornada a puro pique, en un ambiente con amplias comodidades.
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