La costa rionegrina, con San Antonio Oeste y Las Grutas como emblemas, se ha consolidado en los últimos años como uno de los polos más elegidos por el pescador deportivo. Sus grandes mareas, la variada costera y la posibilidad de combinar playa, turismo familiar y pesca recreativa lo posicionan como un destino único. Por eso, cualquier iniciativa que modifique su uso genera, de inmediato, atención… y preocupación. En las últimas horas trascendió que el Concejo Deliberante de San Antonio Oeste avanza en una ordenanza destinada a regular y delimitar la pesca deportiva dentro del ejido municipal. La norma, impulsada desde el bloque Río Negro Primero y defendida por la edil Karina Avaca, propone ordenar la actividad a través de sectores específicos, prohibiciones horarias y controles reforzados. Su espíritu, según sus autores, apunta a proteger el recurso natural, garantizar la convivencia con los bañistas y potenciar un perfil turístico sustentable. Sin embargo, del otro lado de la caña, surgen dudas y temores.

La ordenanza plantea que solo se podría pescar en zonas especialmente demarcadas, definidas por la Secretaría de Planificación y la Dirección de Turismo, mediante relevamientos técnicos que incluirían planos y coordenadas. La práctica quedaría limitada exclusivamente a caña y línea de mano, respetando cupos y vedas provinciales, mientras que se prohibirían artes comerciales y métodos no autorizados. Uno de los puntos más discutidos es la prohibición de pescar entre las 8 y las 20 en los sectores considerados balnearios, medida pensada para evitar conflictos con bañistas. También se prevé cartelería, señalización y posibles convenios con asociaciones de pescadores y entidades turísticas para promover el uso responsable de la costa. En lo conceptual, se trata de un plan razonable: ordenar, preservar y evitar riesgos. Pero en la práctica, hay un límite difuso entre el ordenamiento y la restricción excesiva, especialmente en destinos donde la pesca es un motor turístico y económico clave.


Truchas: cómo viene la temporada para 2026
Para miles de pescadores que cada año eligen la zona, la posibilidad de pescar en distintas franjas de la costa es la esencia del viaje. Delimitar áreas estrictas, limitar horarios amplios e imponer restricciones sin diálogo podría provocar el efecto contrario al buscado: convertir un destino pesquero de primer nivel en un destino menos atractivo. Comercios, guías, casas de artículos y cabañeros viven en buena parte del flujo que genera la actividad. Si el pescador siente que debe adaptarse a demasiados condicionamientos, es probable que mire hacia otros destinos del país que ofrecen experiencias similares sin tanta rigidez. Además, voces del sector señalan un punto crucial: el fundamento científico. Sin estudios biológicos sólidos que justifiquen tamaños, especies, distancias y sectores, cualquier normativa corre el riesgo de volverse arbitraria, desconectada de la realidad ambiental y pesquera de la región.

Turismo y pesca: un equilibrio delicado
San Antonio Oeste y Las Grutas crecieron gracias a un equilibrio singular: playas amplias, naturaleza imponente y pesca deportiva accesible. No es casual que cada temporada llegan familias enteras que combinan descanso, playa y caña. Por eso, más que imponer restricciones, el desafío pasa por integrar a todos los actores: clubes de pesca, guías, comerciantes, guardavidas, especialistas ambientales y representantes del turismo. Solo así podrá diseñarse una ordenanza moderna, consensuada y realmente útil. Limitar sin escuchar puede costar caro. Los pescadores —y por ende, los turistas— no solo buscan un paisaje atractivo: buscan libertad, disfrute y un vínculo responsable con el mar. San Antonio Oeste puede convertirse en un ejemplo de gestión equilibrada… o en un caso donde las buenas intenciones terminan afectando la esencia misma del destino. El tiempo —y el diálogo— lo dirán.
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