Hay capturas que no son solo un golpe de suerte ni un instante fortuito en el que el río decide mostrarse generoso. Hay peces que representan una prueba, un llamado, un viejo anhelo que persigue al pescador durante años y que, cuando finalmente se concreta, se transforma en una escena inolvidable. En el Paraná, esos momentos suelen venir de la mano de sus peces más imponentes. Y esta vez, el destino quiso que un catamarqueño cumpliera allí uno de los sueños más grandes de su vida: enfrentar y vencer a un auténtico coloso del agua dulce.
Se trata de Mario Carrizo, un aficionado muy conocido en las redes por sus constantes aventuras de pesca, quién vivió en Itatí (Corrientes) una experiencia que quedará marcada para siempre en su historia personal: la captura de un surubí pintado de 1,67 metros y con un peso estimado superior a los 50 kilos, un verdadero monumento viviente del Paraná. El pescador contó que la jornada previa había sido frustrante, de esas en las que el río parece en silencio, ajeno a cualquier intento. Pero la insistencia, el guía local y un presentimiento firme de que “algo grande podía pasar” fueron la combinación justa para torcer el destino. Y ocurrió.


Hacktrick en sectores ocultos del Espinillo
Cuando el pez tomó el señuelo, Mario sintió ese tirón inconfundible que anuncia que la historia está por escribirse. Lo que siguió fueron casi 40 minutos de lucha, una pelea intensa y técnica, en la que el equipo trabajó sin errores mientras el gigante buscaba fondo, corría hacia la correntada y se resistía a mostrarse. Recién cuando el enorme pintado emergió, el bote se llenó de emoción. Era el pez que había soñado desde chico, un trofeo espiritual más que deportivo. Tras las fotos y los minutos de contemplación obligada, el surubí fue devuelto al río con respeto y admiración, gesto que el propio Carrizo destacó en todas sus publicaciones. “Los sueños son para cumplirlos. Hoy puedo decir que saqué el pescado de mis sueños”, expresó todavía tembloroso por la adrenalina, agradecido al equipo de pesca, a su familia y a quienes lo acompañan en cada aventura.
Más sorpresas
Como si ese surubí épico no hubiera sido suficiente, el día aún tenía más guardado: Mario también logró un dorado de 14 kilos en Itatí, un premio que en cualquier otra salida sería el protagonista absoluto. Y la seguidilla venía de antes. El 3 de diciembre, en Paso de la Patria, había clavado otro dorado de gran porte: 94 centímetros y unos 17 kilos, reforzando que estaba atravesando un momento extraordinario como pescador deportivo.

De vuelta hacia Catamarca, Carrizo aseguró que vuelve a su provincia “con un recuerdo hermoso, de esos que solo se consiguen con esfuerzo, sacrificio e insistencia”. Y con la satisfacción de haber vivido —y ganado— una de esas batallas que hacen grande a la pesca deportiva. Porque no todos los días el Paraná entrega un sueño. Y Mario, esta vez, estuvo listo para recibirlo.
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