Nello Principi fue uno de los destacados pescadores de competencia que tuvo el país. Nació hace 109 años en Italia y a los 5 se mudó a La Plata. Entre tantos legados que dejó, uno fue la creación de las boyas yo-yo, a las que patentó en 1959. Nello decía "que el pescador debe de estar alerta y con los reflejos afinados al máximo para clavar su pieza con un diestro movimiento de caña”. Un consejo que bien podría valerse a cualquier modalidad, aunque pensando en la pesca de flote, esa que bien dominaba, el recomendaba que “no solamente deben verse las boyas, sino que deben ser dominadas perfectamente por la vista para sacarle provecho a cualquier llevada por más leve que sea”. Vaya si tenía razón quién escribió el libro Pescando Pejerreyes, una obra literaria magnifica que puede ser considerada la biblia para cualquier fanático del flecha de plata. Pensando en todo esto, en esta ocasión hablaremos de las boyas, sus formatos, colores y tamaños, elementos que adquieren vital importancia en estos tiempos a puro pejerrey.
La variedad de boyas para pesca ha crecido considerablemente. Inicialmente fabricadas en madera de balsa o corcho, su construcción evolucionó al telgopor y, posteriormente, al plástico. Para una mejor visibilidad, se recomienda usar boyas oscuras cuando el sol incide de frente y claras cuando da por detrás. Las negras, especialmente las opacas, son ideales cuando garetean en dirección al sol. Sin embargo, la visibilidad también depende crucialmente del color del agua y las condiciones meteorológicas. En aguas turbias, como las del Río de la Plata, el naranja se ve muy poco; en aguas agitadas con espuma, el blanco resulta prácticamente invisible. En tales situaciones, las boyas con combinaciones de colores claros y oscuros ofrecen la mejor visibilidad, permitiendo al pescador detectar las picadas con precisión y clavar el anzuelo con la debida firmeza. Para las boyas de colores oscuros se recomiendan negro, rojo, naranja intenso, fucsia y verde oscuro, con un acabado mate. En cuanto a los colores claros, se prefieren blanco, amarillo, amarillo limón y naranja claro, con un acabado brillante.

Mar Chiquita explota de pejerreyes
El color de la boya, aunque parezca secundario, influye en la pesca, especialmente en bajadas cortas. En diversas competencias hemos observado la clara superioridad de ciertos tonos sobre otros, aunque este tema admite debate. Algunos pescadores prefieren boyas blancas para pejerreyes, lo cual puede ser efectivo en condiciones favorables. Sin embargo, a profundidades superiores a 30-40 cm, su impacto en la pesca es probablemente mínimo.
La estabilidad de una boya en el agua depende de su diseño. Los formatos más comunes son: palito simple o doble, aceituna, esférica, yo-yo, lágrima, cometa, rombo, chupete y topolino. Una boya con quilla, por ejemplo, ofrece mayor estabilidad que una boya tradicional tipo palito, que tiende a saltar más fácilmente debido a su menor superficie de contacto. Esta relación se modifica al pescar al garete (a la deriva, sin ancla o con el ancla arrastrando), donde la corriente se acelera, similar a recoger la línea constantemente. Por ello, algunos pescadores prefieren boyas más largas o las cargan con munición partida para este tipo de pesca. Para minimizar la resistencia y asegurar un funcionamiento óptimo de las boyas y carnadas, el pescador debe soltar el nailon suavemente al alejarlas. Mientras que un palito anda bien con mucha marejada, las esféricas o romboidales se desplazan de costado ante el pique, exigiendo mucha atención al pescador. Las famosas chupetonas se mueven mucho dándole más vida a la carnada, pero no tienen tanta estabilidad frente al viento.
El tamaño de la boya, al igual que su color, influye directamente en la visibilidad del pique. Sin embargo, el tamaño también afecta la resistencia que opone al pez: una boya pequeña y ligera ofrece menos resistencia, aumentando la confianza de los peces más cautelosos. En contraposición, una boya grande facilita la detección del pique para el pescador, pero puede disuadir a los peces por la mayor oposición al morder el anzuelo. La clave para el pescador reside en encontrar el equilibrio entre ambos factores.
Un tema extenso y que tendrá muchos derivados. El pejerrey es una de las especies más atrapantes para el pescador, y la pesca de flote es, sin dudas, la técnica que más se disfruta.
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