Cuando se traslada una embarcación por agua a destinos alejados como, por ejemplo, Rosario, Paraná, Goya, Bella Vista, Paso de La Patria y otras localidades más al norte, deben tenerse en cuenta muchos recaudos para evitar inconvenientes en la derrota. Ante todo, la seguridad en cuanto al estado de la embarcación. Esto implica: estado del casco, cubierta, motor y transmisión. Por ello debe realizarse inicialmente una inspección visual sobre el casco y la cubierta y, de ser necesario, hacer una media sacada para observar el fondo. En esa observación hay que examinar la situación de hélices, fuelles e hidráulicos, al igual que la pata o línea de eje, si la tuviera.
Atención al combustible
El tener al día el service del motor o de los motores es fundamental, dado que con el incremento de horas continuas de navegación podrían surgir inconvenientes. Básicamente, verificar el estado de los filtros de combustible y los niveles de los fluidos, incluido el de pata.
El consumo y la autonomía son dos ítem importantísimos. Debe conocerse el consumo horario a un determinado régimen de revoluciones por minuto, hasta lograr la velocidad crucero de planeo o, en su defecto, de desplazamiento. Y, también, la capacidad de carga del tanque de combustible. Generalmente, el o los tanques de combustible no almacenan una cantidad tan elevada de carburante como para realizar este tipo de navegaciones. Por ello debe realizarse previamente una logística minuciosa de los lugares para repostar y las distancias a cubrir. No siempre las estaciones de servicio se encuentran sobre las costas o dentro de los puertos alternativos intermedios. En muchas ocasiones debe conseguirse en el pueblo, tras amarrar en el puerto o club náutico. Para esta maniobra de reabastecimiento debe contarse con bidones reglamentarios vacíos y un vehículo que provea el club náutico o la estación de servicio para el traslado.
Esta actividad de traslado de combustible exige tiempo y dedicación. Habrá que ser cuidadoso al momento de trasvasarlo para evitar derrames dentro y fuera de la nave. Ayuda mucho llevar bidones llenos desde el puerto de inicio, por si existiera la posibilidad de continuar navegando salteando alguna escala. En este caso, el traspaso se puede hacer sin ingresar a puerto, fondeado sobre algún arroyo o fuera del veril, si la profundidad lo permitiera. La mejor estrategia de determinar el casi exacto consumo es realizar la prueba de 15 minutos de navegación inicial con tanque lleno, y luego reponer el combustible gastado con bidones ya medidos en capacidad o, de tener cerca, completarlo en la estación de servicio.

Claves para entender el tráiler de la lancha
El derrotero prefijado
El estado de las baterías y el control previo del funcionamiento de las luces de navegación y fondeo, al igual que el equipo de radio VHF y sistema de la maniobra de fondeo, deben verificarse también. Respecto de los métodos y sistemas de navegación, es recomendable, si bien hoy en día el uso electrónico ha avanzado notablemente, llevar siempre las cartas o derroteros de la zona a navegar impresos en papel. Y permanentemente evaluar el alineamiento entre la realidad, la carta náutica impresa y la náutica digital. Pero lo fundamental son las rutas trazadas, que deben estar actualizadas y con los ingresos a los puertos o escalas intermedias. Muchas veces la cartografía electrónica no condice con la realidad, pero si se tiene la ruta exacta y bien trazada, no hay problema.
En todo momento hay que estar comunicado con las dependencias de Prefectura correspondientes a cada localidad, dando ingreso y salida al sistema para un control y seguridad en la navegación. Es fundamental contar de antemano con los distintivos de cada dependencia. La documentación de la embarcación, por su parte, debe estar al día, sobre todo si el barco cambió de titular o de nombre. Si el propietario no estará a bordo, se precisa un poder ante escribano colegiado que autorice su navegación en manos de terceros.
La seguridad es primordial
Si bien todas las embarcaciones están aptas para navegar de noche, no es recomendable hacerlo debido a los troncos semisumergidos que pueden aparecer en la derrota. Y si se precisara navegación nocturna por proximidad a puerto, debe realizarse muy atento a la ruta y a velocidad de desplazamiento o menor. Si tenemos la ruta adecuada no deberíamos varar, pero si ello ocurriera estando aguas arriba, con la simple maniobra de cortar máquina y salir opuesto es suficiente. Si ocurriera aguas abajo, la situación es más compleja debido al empuje constante de la corriente.
Si se traslada un barco ajeno por contrato y el propietario no está a bordo, cabe destacar que se descuenta que deposita toda su confianza y seguridad en quien realiza esa tarea. El barco es una casa flotente para cualquier propietario. Allí se encuentran sus pertenencias, ya sean de valor o emocionales. Es su lugar, es parte de su vida. Por lo tanto, habrá que ser cuidadoso y limpio al momento de asumir ese compromiso.
El barco no puede llegar sucio, ni desordenado, golpeado ni maltratado. El cambio de condición meteorológica seguramente provocará oleaje. Es recomendable, en ese caso, entrar a puerto o fondear en algún arroyo y esperar la mejoría. Esto evitará que se golpee la embarcación.
Navegar el río Paraná a esas alturas implica poseer mucho conocimiento sobre el estado del balizamiento y boyado. Puede haber boyas que han garreado, que falten o que no destellen de noche. Toda esa información puede obtenerse de los Avisos a los Navegantes que publica el Servicio de Hidrografía Naval. Para una navegación segura, lo importante es la correcta fuente de donde se obtiene la información y pensar en la seguridad ante todo.
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