La Costa Brava más relajada
El Camí de Ronda, junto a la impronta de Dalí y las playas cercanas a Barcelona son sitios hermosos y poco frecuentados.
Las escaleras que ascienden desde la playa de la Fosca conducen a otro mundo, alejado de playas repletas de sillas y sombrillas: invitan a recorrer el itinerario del Camí de Ronda, pasando por los restos del castillo medieval de Sant Esteve de Mar, en Palamós.
El Camí de Ronda discurre por un paisaje mediterráneo, con pequeñas calas y playas. Es la Costa Brava española y está a poca distancia de la capital catalana, Barcelona. En la Cala S’Alguer, algunas barcas descansan sobre la playa de guijarros, junto a las casas de pescadores encaladas, con ventanas y puertas de colores.
Daniel Punseti, de 43 años, ayudó a restaurar el Camí de Ronda, destinado a conectar a los náufragos con los pueblos costeros y que acabó siendo transitado por patrullas que vigilaban el contrabando, haciendo la ronda, de ahí su nombre.
Detrás de la amplia playa de Castell, el camino sube hasta las ruinas de un poblado ibérico de 2.500 años de antigüedad. Las vistas son excepcionales. Historiador y arqueólogo, Punseti relata la leyenda sobre Cala del Crit, la “playa del grito”: “Aquí, hace siglos, unos piratas querían llevarse a una joven a su barco. Mordió a uno de ellos, que aulló de dolor. A ella le cortaron el cuello para vengarse y también gritó salvajemente”.
El turismo de masas no existe en las playas de Golfet y Port Pelegrí, en Calella de Palafrugell. Y más al norte, tampoco en Gola del Ter, Illa Roja y Racó. El interior de la Costa Brava sorprende con pueblos medievales como Pals, Ullastret y Peratallada, todavía amurallados. Hiedras y rosales se entrecruzan alrededor de las celosías de las ventanas y las macetas numerosas en las fachadas. Restaurantes y alojamientos aprovechan todo este encanto.
Púbol seguiría teniendo una tranquila existencia si un genio llamado Salvador Dalí (1904-1989) no le hubiera dado un castillo a su esposa y musa Gala. A finales de los años sesenta lo compró en ruinas y lo ”dalinizó”. Es uno de los vértices del Triángulo Dalí, junto a la Casa Museo en Portlligat y el Teatro de Figueres.
Elena Moreno dirige una joyería cerca de Torrent y recibe a los clientes en la bodega Mas Oller. En la comarca, la tendencia es claramente hacia los vinos jóvenes y afrutados. Otra bodega local, la Brugarol, ofrece además una arquitectura galardonada con el Premio Pritzker.
Els Marrecs de Salt son la agrupación castellera de esta población cercana a Girona. Sus torres humanas alcanzan los diez metros, sustentadas por decenas de personas haciendo la llamada “pinya”. Esta tradición catalana forma parte del patrimonio inmaterial de la Unesco.
Costa Brava
Llegada: aeropuertos de Girona-Costa Brava y Barcelona. Desde ambos se puede llegar en coche de alquiler. También se puede viajar con vehículo particular o en tren. En el interior se debe visitar Girona, el lago de Banyoles, al Parque Volcánico de la Garrotxa y los Pirineos.
Temporada de viaje: de primavera a otoño. En julio y agosto, durante la temporada alta en España, la costa se llena bastante.
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