Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Nieve, lluvia y frío, los condimentos que transformaron esta pesca en una aventura adversa que valía la pena vivir. Foto: Victoria Juana

Pesca en Chubut

Peleando truchas bajo la nevada

Pese al clima nada recomendable para exponerse y a la posibilidad de tener que trabajar mucho los piques, se salió igual. Nunca pensamos que todo se iba a transformar en una aventura muy difícil de olvidar.

Por Victoria Juana

Nos encontrábamos en Esquel con tres amigos, cuando brotó de la nada una invitación para una pesca a unos 90 kilómetros al sur, en Corcovado, localidad que pertenece al Departamento Futaleufú, siempre dentro del territorio de Chubut.

El clima absolutamente hostil por las bajas temperaturas hacía que la invitación, inicialmente, no fuera de lo más atractiva. Así que, sin demasiadas expectativas y sin pensarlo mucho más, encaramos.

Hasta ese momento desconocíamos que estábamos a punto de vivir una aventura inolvidable, que terminó siendo una de las más lindas de este viaje al sur. Posible gracias a la esmerada organización logística de Diego, de Blest Esquel, donde nos alojamos.

Salimos bien temprano a las 4:00, casi sin dormir, con mil prendas encima. Lloviznaba y a pesar de que nevaba suave la ruta estaba parcialmente blanca, cubierta en los costados.

Llegamos a destino alrededor de las 6:00 y nos dispusimos a armar las cañas. En mi caso mi nitro de #6 a la que le puse un streamer.

Fuimos por unas lindas fontinalis que en destinos anteriores a lo largo de tantas jornadas de pesca no pude levantar. Pero Chubut, me iba a dar la doble satisfacción en este destino con fontinalis y arcoíris. Fue entonces que el guía Maxi Piave nos dijo: “Acá, de 10 fonti hay una arcoíris, por lo tanto ¡súper difícil de sacar!” ¿Adivinen cuál fue la primera que clavé?! Sí, sí, cómo es de costumbre las cosas imposibles en mí. ¡Ahí estaba la primera que veíamos!

Luego en otro lado, pasado el mediodía, clavábamos la segunda en la caña de Fede, mi amigo guía, luego Herni saco la suya y después vino la mía. Todas de unos portes super interesantes.

El contexto natural íntegramente conformado por la nieve, la lluvia y el frío, casi extremo, transformaron esta pesca en la que consideré la más épica de todas, hasta el momento.  Y, qué quieren que les diga, la volvería a repetir, ¡una y otra vez!

 

Agradecimientos: Coiron Apart, Dormisaca Eco Hostel y a Maxi guía de Inn Patagonia.  

 

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