Entre Ríos fue fundada por un decreto del por entonces director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio Posadas. Foto: weekend

Tomás de Rocamora fue quien, por primera vez, llamó a esas tierras Foto: Weekend

Los primeros edificios céntricos. Foto: Weekend

Antes de la llegada de los conquistadores españoles, el actual territorio entrerriano estaba habitado por poblaciones aborígenes Foto: Weekend

Vista del viejo edificio del Tiro Federal, uno de los más antiguos de Entre Ríos. Foto: Weekend

En el decreto fundacional se nombraba a la Villa de la Concepción del Uruguay como la capital de la flamante provincia Foto: Weekend

ANIVERSARIO

La provincia de Entre Ríos celebra 207 años de vida

 El 10 de septiembre de 1814 el por entonces director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, fundaba, por decreto, esta provincia mesopotámica. Video.

El 10 de septiembre del año 1814 el por entonces director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio Posadas, ordenó, por decreto, la fundación de la provincia de Entre Ríos, separando, así, su territorio de Corrientes.

El primer artículo del decreto indicaba que “el territorio de Entre Ríos, con todos sus pueblos, formará desde hoy en adelante una provincia del Estado con la denominación de provincia del Entre-Ríos”.

A su vez, establecía que “los límites de esta provincia serán, al Norte, la línea que entre los ríos Paraná y Uruguay forma el río de Corrientes en su confluencia con aquel, hasta la del arroyo Aguarachay y este mismo arroyo con el Curuzu-Cuatiá, hasta su confluencia con el Miriñay, en las inmediaciones del Uruguay; al Este, el Uruguay, y al Sud y Oeste, el Paraná”.

Además, en el escrito se dejaba constancia de la separación de la Intendencia de la provincia Buenos Aires, al señalar que “serán regidas por gobernadores intendentes con las mismas facultades, derechos, prerrogativas y dependencias de las demás provincias del Estado”.

Por su parte, si bien en el cuarto artículo se nombraba a la Villa de la  Concepción del Uruguay como la capital de la flamante provincia mesopotámica argentina, fue la ciudad de Paraná la que, varios años después, se quedaría con el título definitivo de capital de la provincia.

El primer gobernador-Intendente de Entre Ríos, nombrado por el directorio en ese mismo acto, fue Blas José Pico, quien fue sustituido, el 14 de noviembre de 1814,  por Juan José Viamonte.

Antes de la llegada de los conquistadores españoles, el actual territorio entrerriano estaba habitado por poblaciones aborígenes que desarrollaron culturas particulares y definidas: Guaraníes, Chanás y Charrúas, divididos, a su vez, en subgrupos culturales.


El explorador y conquistador español Juan de Garay llegó a la región alrededor del año 1573 y, poco tiempo después, se trasladó a este nuevo territorio su yerno, Hernando Arias de Saavedra (Hemandarias), quien realizó varias expediciones al interior de la provincia y no tardó en librar combates con los indígenas, a quienes logró vencer y reducir.

En 1749, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, José de Andonaegui, inició una expedición contra los aborígenes charrúas de la Banda Oriental y el territorio de Entre Ríos, que inició el largo camino para la colonización desde el sur.

Por su parte, Tomás de Rocamora, quien por primera vez llamó a esas tierras "entre ríos", fue el primer encargado, por orden del virrey Vértiz, de explorar y fundar oficialmente ciudades en esta región. Así fue que, a partir de 1783, vieron la luz los primeros asentamientos: San Antonio de Gualeguay Grande (hoy, Gualeguay), Concepción del Uruguay y San José de Gualeguaychú.

El rápido progreso económico, basado principalmente en el ganado existente, permitió que, hacia fines del siglo XVII y comienzos del XIX, se construyeran varias fábricas para el procesamiento de carne y cebo y se utilizaran las reservas de madera de ñandubay para la elaboración de postes y las piedras calizas de buena calidad con que se contaba, para la construcción.

En tanto que, sobre la segunda mitad del siglo XVIII, los jesuitas, desde el noroeste, iniciaron una corriente colonizadora que no se plasmó, como había pasado en otros lugares, en la fundación de misiones, sino a través de oratorios en torno a los cuales se formaron pequeños asentamientos, entre los que destacó el de San Miguel.