El día que dos submarinos nucleares chocaron en el océano Atlántico
El accidente ocurrió el 3 de febrero de 2009 y sus causas fueron meramente tecnológicas. Al ser ambas naves indetectables, ninguna pudo “ver” a la otra venir.
En plena noche del 3 de febrero de 2009, dos submarinos balísticos de propulsión nuclear, el inglés HMS Vanguard y el francés Le Triomphant, chocaron en mitad del inmenso océano Atlántico. El accidente no se debió a una falla técnica o un error humano, sino simplemente al mero avance de la tecnología. Al ser ambos submarinos indetectables, ninguno pudo “ver” al otro acercarse.
Tres días más tarde, el Ministerio de Defensa de Francia informó que uno de sus submarinos nucleares, el Le Triomphant, había chocado contra un objeto en el océano Atlántico. Suponían que se trataba de un contenedor sumergido. Diez días más tarde, la Marina Real británica salió a reconocer que en realidad el submarino francés había chocado con uno de sus submarinos, el HMS Vanguard.
El día del incidente, la nave británica, con una tripulación de 135 personas, estaba realizando su patrullaje de rutina por el océano Atlántico; mientras que el Le Triomphant volvía de una misión con 111 marineros a bordo. Antes de chocar, ambos submarinos estaban sumergidos y se movían muy lentamente; además, técnicamente eran muy parecidos entre sí. Todo esto dio lugar a un choque entre dos naves que eran indetectables la una para la otra.
Las dos contaban con sonares activos y pasivos, pero en una operación este tipo de no suelen usar el primero porque los hace fácilmente detectables. A eso hay que sumarle el recubrimiento de este tipo de naves, que absorben y atenúan el sonido. Todo parecía estar predispuesto para que ocurriera lo peor. Aun así, un choque en el océano parece algo difícil que suceda, debido en buena medida a la inmensidad del mismo. Pero este tipo de submarinos se dedican a pasar desapercibidos, por lo que suelen transitar rutas con características ambientales que les permitan disimular su presencia. Desafortunadamente, ambos eligieron el mismo camino.
El accidente produjo daños relativamente menores en ambas naves. No hubo heridos ni fugas en los reactores nucleares de los submarinos. Pero lo verdaderamente paradójico es cómo tecnologías que parecen 100 % fiables, pueden ocasionar situaciones insólitas que nadie puede prever.
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