Toda la veda fue igual. En la semana los días están bárbaros y cuando llega el finde, algún ventarrón o lluvia nos cambia los planes. En este caso, el pronóstico de fuertes vientos nos hizo alterar las intenciones y optar por visitar una laguna exclusivamente costera como Blanca Chica, muy cerca de Olavarría, visitando a un amigo que conoce muy bien el ámbito como Cristian Ledesma. Así fue que bien temprano partimos de Chacabuco y a las 6.30 hs estábamos en la tranquera de la laguna junto a Carlos Sosa y mi hijo Enzo.
La laguna abre a las 7 y permanece abierta hasta las 18.30 hs, según nos contaba Luis, encargado del lugar. Hay proveeduría y en temporada se vende carnada. Un dato a tener en cuenta es que no se puede acampar. Acercándonos al espejo advertimos lo hermosa que es. Un ojo de agua profundo y chico como su nombre lo indica, y con un camino que la rodea por completo y permite elegir el lugar donde pescar, con el auto al lado.
Primavera con muchos pejerreyes en Cochicó
Junto a Cristian nos esperaba Daniel Scuffi y Gustavo Gregorini, quienes eligieron la costa en la que el viento pegaba de frente. La elección no fue al azar, ya que un día antes Ledesma se había encontrado con un muy buen pique y pudo capturar 40 pejerreyes allí. Una vez en el lugar, armamos el campamento. Un gazebo y los autos rodeando lo que sería el fogón nos protegerían del viento fuerte que se anunciaba para la hora del almuerzo.
Armamos equipo y comenzamos a tirar las líneas al agua. Mientras algunas optaban por los aparejos de fondo, otros apostaban por el paternóster, y también al flote, en este caso, con el detalle que luego de la última boya le anexamos un metro y medio de tanza con una plomada para anclarla y que el viento no la trajera hasta nosotros. Pasado algunos minutos, comenzamos a tener piques, al mismo tiempo que el viento comenzaba a aumentar su intensidad. Rindieron muy bien, haciendo la diferencia, las líneas de fondo con brazoladas de más de un metro, no encontrando actividad en las de flote que el día anterior habían logrado la mayoría de los pejes.
Mientras íbamos sacando muy lindos pejerreyes, pusimos el asado al fuego, todo con la dificultad del día que nos había tocado. Para ese tiempo se sumaba al grupo otro amigo de Cristian, Federico Galván. En ese momento advertimos la actividad de unos biguás en una bahía a unos 200 metros donde la costa reparaba al lugar del fuerte viento, sitio por el que apostaron Enzo con el recién llegado. La idea era pescarlos a flote, y ni bien se acomodaron pincharon dos pejerreyes y advirtieron muchísimo movimiento en el agua, con borbollones y corridas por doquier. El plan sería comer y luego dirigirnos al lugar a pescar en esa modalidad, pues el pique, sin dudas, estaba allí.
El pronóstico que siempre miramos, además de las fuertes ráfagas anunciaba algunos chaparrones, pero después de las 17 hs. Suponíamos que había tiempo para comer y pescar tranquilos. Nada de esto ocurriría así, ya que la tormenta se adelantaría y cuando recorríamos el camino hacia la zona de pesca, un diluvio nos haría abortar y desarmar todo. El apuro se generó por la existencia de algunos bajos alrededor de la laguna que suelen ponerse feos, no así los caminos de entrada al pesquero y el de tierra hasta Olavarría que aguantan la lluvia y son transitables.
Abandonamos el lugar cerca de las 14 hs, con una faena nada despreciable por el escaso tiempo y las condiciones climáticas. Dimos con más de 25 pejerreyes de muy lindo porte y peleadores, recomendando este espejo que a pesar de que no se regala es una hermosa alternativa para la pesca de costa.
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