Friday 29 de March de 2024
PESCA | 09-09-2017 09:28

Nuevos rincones para la mosca

Luego de disfrutar de la Expo Pesca Resistencia 2017, salimos a probar ambientes inexplorados para el fly y logramos excelentes respuestas de una gran variedad de especies. Galería de imágenes.
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Desde hacía largo tiempo quería tomar contacto con la rica comunidad de mosqueros chaqueños, y la oportunidad por fin se dio tras la invitación de los hermanos Andrés y Leandro Tomassone de Amazonas Fishing. Una parte del viaje estaba destinada a una serie de clínicas, prácticas y teóricas, dentro del contexto de la “Expo Pesca Resistencia 2017”, y otra a relevar distintos pesqueros de la provincia, algunos muy poco turísticos o promocionados. La clínica, a cargo de quien escribe, estuvo destinada a principiantes en la modalidad, poniendo especial atención en los equipos livianos y los subvalorados peces pequeños, que aquí pululan por miles, y son la mejor puerta de entrada a la modalidad.

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Una zona de gran potencial

Un tema muy interesante que charlé con Horacio Rey y Adrián Contreras, autoridades locales, es sobre el ambicioso “Master Plan Impenetrable”, que busca integrar turísticamente este bioma al corredor de los Esteros del Iberá y las Cataratas del Iguazú, lo cual sería una bomba para el turismo en el NEA. Poniendo acento en “aventuras sustentables”, la pesca con mosca asoma como una de las actividades prioritarias. Por lo que no será novedad que los próximos meses nos encuentre scouteando rincones salvajes y recónditos, en torno al monte seco de los ríos Bermejo y Teuquito. O los Bajos Submeridionales, una página en blanco para el fly fishing argento.

El primer día de pesca sobre el río Paraná, siguiendo las indicaciones del sensei Lisandro Palarich, empecé con los dorados con línea de flote con caña N° 7 y streamer livianos, pescando palos a la barajada, corrigiendo velocidad y distancia con la ayuda del motor eléctrico. Con un agua en torno a los 20 °C y una fuerte caída en el nivel (1 metro en solo 3 días), los dorados están remolones y colincheros. Pasado el pesquero histórico del Platero, ingresamos a un pequeño arroyo donde aconteció lo más bello del día. Una zona con buena concentración de pirá pita blanco, que a pesar del invierno invitaba a ir tras ellos. Fue así que cambié equipo por un número 5, línea de flote 6, leader de 2 m de 20 libras, anzuelo Big Gun N° 10 sin rebaba y un pequeño fruto de silicona oscuro de 10 mm. Para sobrellevar los afilados dientes de estos brycónidos, agregué un cablecito de 20 libras (1 libra: 0,453592 kg) de 4 cm, que también aguantaría un pacú mediano sacudiéndose la modorra de la fresca.

Las otras “truchas”

A pesar de no haber fructificación, apenas entramos a la zona caliente tuvimos el primer pique: delicado, pero claro y sostenido en la llevada. Con el primero clavado empezó el pandemonium de corridas y saltos, ya que libra por libra estos peces son los más fuertes del Paraná. Hubo una decena de piques en todo tipo de estructuras: agua agitada tras los palos, al filo de carrizales y uno particularmente bello zipeando resaca en un remanso espumoso. Peces de 700 g a 1,2 kg, bellos, robustos y que con equipo liviano se disfrutaron muchísimo. Una especie de arco iris con esteroides, definitivamente el pez más truchero del Paraná. Como curiosidad, un par de ellos regurgitaron una especie de semilla marrón, parecida a una lenteja de inga podrida. Algo probable tras la fuerte bajante que arrastró todo tipo de resaca y material de las islas al cauce principal.

Viendo lo recelosos que estaban los amarillos, cambié la línea de flote a un shooting con corredor de nylon. “Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”, buscando pasarles la mosca más cerca de sus narices, y que no tuvieran que subir tanto para tomarla. Tras pescar palos costeros sin resultado, decidimos cambiar completamente de ámbito y probar suerte en estructura de piedras y aguas profundas, sobre el imponente sistema de barrancas que se extiende llegando a Empedrado. Era la primera vez que pescaba este tipo agua, a las cuales tenía como netamente carnaderas. Debo admitir que es todo lo contrario a lo imaginado, un sitio súper mosquero y lleno de potencial, con kilómetros de barrancas y accidentes. Una especie de Puerto Corazón, tan colosal como interminable.

Llegan los piques

Buscado líneas de agua e hidráulicos más profundos, llegaron los primeros piques de los amarillos, medianos pero bien robustos y peleadores. Y con la temperatura en alza se dio una racha de peces más grandes, donde algunos rozaron los 5 kg. Con la pesca recontrahecha, no quedó más que disfrutar de cervezas varias y un inolvidable asado playero, preparado por Ariel Retamozo, quien gentilmente nos acompañó y puso su lancha al servicio de la nota.

El segundo día lo destinamos a una “pesca de pobre” en auto y a pata, por arroyos y madrejones de la dilatada planicie de inundación chaqueña. Me acompañaron varios mosqueros locales fanáticos de los equipos livianos y especies alternativas, como Francisco Saguaa y Pablo Caló. Probamos en aguas que son una verdadera escuela con mosca para los principiantes de la zona. Una micropesca con equipos livianos (N° 2 a 4) y peces que rara vez pasan 1,5 kg, pero resultan tan desafiantes como divertidos. A pesar del agua fría y pescando con pequeños poppers, capturamos tarariras, palometas, mochitas, cuchilletas y dentudos amazónicos rápidos como rayos.

En pleno verano, con aguas negras y mucho calor, esta pesca da una diversión de antología. Con muchos recovecos olvidados, que nos retrotraen a la esencia del deporte, donde lo importante no es el tamaño de los peces sino cuánta técnica e imaginación ponemos en juego. Con tanto potencial para la modalidad, y decenas de especies de todos los tamaños, desde mojarras de 50 g a dorados de más de 10 kg, es una fija que nos veamos las caras nuevamente en el verano. Un enorme abrazo para todos los que hicieron que mi estadía fuera inolvidable.

Nota completa publicada en revista Weekend 540, septiembre 2017.

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Diego Flores

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