Las temperaturas en los últimos días bajaron estrepitosamente en muchos puntos del territorio bonaerense. A diferencia de un mes de marzo que se presentó con térmicas agradables, abril llegó con frío y pareció rápidamente querer enfocar a los pescadores en otras pescas. La variada en el mar ya no sería la atracción, sino que ese cambio en los registros elevó las chances con otras especies, entre ellas, el pejerrey en las lagunas. Independientemente a ésto, hay aficionados que tienen el océano a pocos metros de su casa y no dejan de intentarlo durante todo el año. La variada sigue siendo una muy buena alternativa, con algunas especies que irán desapareciendo, como las corvinas, y otras aumentando su presencia, tal es el caso de la brótola. Podríamos enumerar una importante multiplicidad de especies, aunque bien vale destacar, en esta ocasión a uno de los gigantes que tiene el Atlántico, hablamos del chucho, junto a las corvinas negras y los tiburones, dentro del grand slam de especies que podemos encontrar en el agua salada de nuestro país.
Amo y señor de las canaletas, las que recorre en búsqueda de su alimento y por las que intentará escapar una vez pinchado en base a su fuerza natatoria, el chucho habita casi toda la costa atlántica y tiene algunos fanáticos que disfrutan mucho de su combate. Entre ellos, la familia Schiavi, quienes suelen pescar en la zona norte de San Clemente del Tuyú. Así lo hicieron el pasado sábado 5 por la mañana, cuando temprano Joaquín y su hermano fueron por alguna corvina o brótola, especie que, tal como decíamos, empieza a aparecer sobre esta fecha. Pensando en la variada, cada uno tiró una caña distinta, mientras que tenían una pensando en los chuchos, encarnada con una anchoa entera.

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Los lances para la variada fueron largos, encarnando con langostino. En cambio, pensando en el chucho, el tiro fue al banco. Como era de suponer, picó primero la lanzada a distancia, con una llevada importante que denota un peso pesado del otro lado. Una porfía de unos 30 minutos hasta que el soberbio ejemplar quedó en la arena varado. Se trataba de un chucho de 22,480 kg, que como siempre hacen, volvió al agua a los pocos minutos tras la foto de rigor.
No pasó mucho hasta que volvió a aparecer otra sorpresa. En este caso, la vara que se encorvo fue la que debía. Otro buen ejemplar sacó tanza con ganas e hizo trabajar el freno del reel. Una corrida importante y otra lucha de unos 45 minutos para poner fuera del agua a una pieza de 25,240 kg, otro gigante que no dejaba de asombrar a los dos jóvenes pescadores que tuvieron, dos de los grandes en los primeros tiros que hicieron.
Tras ese comienzo soñado, no había mucho que pedir. Enseguida apareció una perita, y no tardaron en cobrar bagres chicos y burriquetas, dos especies muy presentes por estos tiempos en la zona. Un rato fue suficiente para los Schiavi que con las dos capturas en sus retinas juntaron los bártulos y se volvieron más que satisfechos a disfrutar de lo que quedaba del fin de semana. Inolvidable.
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