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PESCA | 01-07-2013 13:11

El extraordinario río Dorado

Un río salteño con gran densidad de dorados, que van de los 5 a los 10 kg, aunque en algunos casos pueden llegar a 14 kg. Galería de imágenes.
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Según la Real Academia Española “extraordinario” significa: fuera del orden o regla natural o común. Y entre los adjetivos que le caben al río Dorado, este es sin dudas el que mejor lo define. Enormes dorados residentes, en un pequeño río de montaña, y arropado en yungas vírgenes, son circunstancias que escapan a cualquier parámetro conocido. Un río de mosca que en Argentina no tiene parangón, y se alza al nivel de los mejores pesqueros del Amazonas boliviano.

La posibilidad de pescar El Dorado llegó a través de Sebastián Zavalia e Ignacio De Freijo, de “Fly Fishing Salta”, una operación que cuida y da acceso al tramo más picante de este río. Pero como en la Viña del Señor nada es sencillo, la fecha acordada coincidió con el primer frente frío (surazo) del año.

Un fenómeno metereológico que paraliza al río como una puñalada. Fue así que pospusimos el viaje unos días, y aunque el frío empozó a los dorados y hubo que trabajar mucho para engañarlos, el resultado (sobre todo en términos de calidad) fue realmente excelente.

Conociendo al río

El Dorado es un curso serrano/montañoso, del estilo Pichi Leufu o Malalco. Como pierde altitud en un corto tramo, resulta muy variado, con un intercalado de pozos y correderas, lleno de matices y ritmo. Su nacimiento se da en el límite con Jujuy, sobre las serranías Cresta de Gallo y Maíz Gordo, donde los vientos húmedos del Atlántico chocan contra la roca y descargan precipitaciones superiores a los 1.500 mm. El clima es subtropical serrano, con estación seca invernal. Este régimen determina la pesca, ya que de diciembre a marzo normalmente permanece turbio e impescable.

Por décadas, lo habitual era pescar dorados de 1 a 2,5 kg, y uno de 4 o 5 kg era considerado un trofeo. Pero la gran inundación de 2004/5 trajo grandes cardúmenes de Salminus. Cuidados de quienes depredan el río con fijas, patejas y redes por los dueños de las fincas ribereñas, y con la disponibilidad de infinidad de forrajeros (sábalos, bogas, chuquisancas y bagres), crecieron a un ritmo de 1 kg por año.

Hoy la situación es excepcional, con una gran densidad de ejemplares de entre 5 y 10 kg. En pozos como El Deslinde y Agua al Pecho pudimos ver gigantes que bien podrían tener entre 12 y 14 kg. Un acontecimiento que llama a la reflexión sobre cómo las autoridades salteñas tendrían que comprometerse más en proteger este y otros santuarios semejantes.

Nuestra excursión empezó a las 5:30 AM cuando Agustín García me pasó a buscar por el Hostal La Salamanca. Agustín es un genio de la pesca del dorado, miles de horas de interacción en aguas cristalinas le concedieron una experiencia y un sentido de observación que muy pocos poseen.

Nota completa en la edición 490 de Weekend, julio de 2013. Si querés suscribirte a la revista y recibirla en tu domicilio, clickeá aquí.

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Diego Flores

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