El gigantesco bloque helado se desprendió de la Antártida. Foto: Emily Broadwell/British Antarctic Survey.

Los expertos buscan saber qué impacto tendrá esto en el ecosistema local. Foto: Emily Broadwell/British Antarctic Survey.

Está siendo rastreado por los científicos desde que se desprendió por primera vez de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en 19 Foto: Emily Broadwell/British Antarctic Survey.

GIGANTE EN PELIGRO

El iceberg más grande del mundo navega por el océano Atlántico Sur

Conocido como A23a, el enorme bloque de hielo acaba de desprenderse del vórtice de la Antártida según detectaron científicos del British Antarctic Survey (BAS) a través de una serie de imágenes satelitales.

El iceberg A23a, considerado el más grande del mundo, comenzó a desplazarse hacia el océano Atlántico Sur, según detectaron científicos del British Antarctic Survey (BAS) a través de imágenes satelitales.

Cabe resaltar que el A23a es impresionante por sus dimensione ya que mide 400 metros de grosor, pesa casi 1.000 millones de toneladas y ocupa una superficie de 3.6720 kilómetros cuadrados - 200 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-, lo que lo convierte en un gigantesco coloso flotante en grave peligro de desaparecer, ya que los investigadores creen que, al llegar a aguas cálidas, el iceberg comenzará a fragmentarse y a derretirse, liberando, de esa manera, grandes volúmenes de agua dulce al océano, lo cual puede llegar a alterar los ecosistemas marinos y afectar a los patrones de circulación del agua.

Iceberg A23a: un gigante helado a la deriva

Este iceberg no es nuevo ya que su primer desprendimiento ocurrió en 1986, cuando se separó de la plataforma de hielo antártica Filchner. Por entonces, se quebró en tres partes, una de las cuales fue bautizada con el nombre de A23a y, desde entonces, permaneció anclada, hasta que las corrientes lograron liberarlo, lo que ha despertado el gran interés de toda la comunidad científica mundial.

"El desplazamiento del A23a es un fenómeno relevante porque los icebergs de este tamaño transportan nutrientes, que, al derretirse, enriquecen el ecosistema marino. Sin embargo, su proceso de desintegración puede generar cambios locales en temperaturas y salinidad del agua, afectando a especies marinas dependientes de condiciones estables", explicó  Andrew Meijer, uno de los expertos del BAS.

Ahora, los científicos continuarán monitoreando el recorrido del A23a con el objetivo de analizar tanto la ruta que pueda seguir como, fundamentalmente, los efectos a corto y largo plazo. "Estamos interesados en ver si tomará la misma ruta que otros grandes icebergs que se han desprendido de la Antártida. Y lo que es más importante, qué impacto tendrá esto en el ecosistema local", concluyó el especialista.

 

 

 

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