Qué es lo que hay que revisar en el taller al regresar de una travesía off road. Foto: Marcelo Ferro
Qué es lo que hay que revisar en el taller al regresar de una travesía off road. Foto: Marcelo Ferro
Qué es lo que hay que revisar en el taller al regresar de una travesía off road. Foto: Marcelo Ferro
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Guía paso a paso: qué revisar de la camioneta al regresar de una travesía 4x4
Check list práctico para volver entero del overlanding y no dejar la billetera en el mecánico. Qué es lo que todo off roader debe observar. Cuáles son los signos que deberían despertarnos alarma o sospecha. Por qué es conveniente una revisión general.
Por Verónica Romaña
Una travesía off road deja huellas en la camioneta, aunque no las veamos. Barro, piedras, agua, ripio o arena: todo eso entra, golpea, se acumula y acelera desgastes. Por eso, el chequeo posterior no es un ritual, es mantenimiento preventivo puro. A continuación, lo que conviene revisar apenas volvemos de una travesía, en el orden en el que realmente sirve.
>> Lavado a fondo. Primero lo primero: una buena lavada completa, por abajo especialmente. El barro seco pegado en los diferenciales, el chasis, el radiador o la caja de transferencia guarda humedad y sal (y en ocasiones se seca como un ladrillo de adobe). Tras vadear, circular por barro o arena de mar, el lavado es obligatorio. Revisar que no haya fluidos lechosos: si el aceite del diferencial parece café con leche, entró agua y hay que cambiarlo cuanto antes. Un lavado bien hecho deja ver pérdidas, golpes o fisuras.
>> Neumáticos y llantas. Mirarlos con paciencia: cortes laterales, piedras clavadas, pérdidas de aire lentas. Revisar la presión a frío, no en la estación de servicio al bajar. Controlar los bulones: los ripios con serrucho pueden aflojarlos y barrer las roscas. Reapretar con llave cruz o de impacto. Los anillos de las beadlock también pueden aflojarse. Un tip: al salir del barro es común que éste se adhiera a las llantas y la dirección parezca desbalanceada. Si la sensación no se va tras circular unos kilómetros a alta velocidad, será momento de tirarse abajo y sacarlo con una espátula, o de llevarlo a un lavadero para que lo enjuaguen antes de emprender una ruta larga. Si persiste, verificar alineación y balanceo con un especialista: tal vez haya un golpe. Tip 2: en el caso de haber bajado demasiadas libras o reentalonado, verificar que no haya quedado agua dentro del neumático; situación muy frecuente que requiere gomería.
>> Frenos. El barro, la arena y las piedras se meten en todos lados. Si escuchamos un chirrido nuevo o la pedalera cambió de tacto, puede haber residuos entre cintas-campanas o pastillas-discos. En vehículos con tambores, limpiar el interior; en los de disco, revisar que no haya suciedad y que las ventilaciones no se encuentren obstruidas con barro seco (se cocina con el calor y no permite que el disco se enfríe adecuadamente). Después de un vadeo largo, secar los frenos con unas frenadas suaves antes de entrar en el asfalto.
>> Diferenciales y transmisión. Mirar las carcasas con detenimiento: que no tengan golpes ni pérdidas. El aceite de estos componentes es clave: si está turbio o con burbujas, entró agua: cambiarlo sin dudar. También controlar los respiraderos y los retenes, sobre todo si vadeamos en agua profunda o barro líquido. Un diferencial contaminado puede romperse en poco tiempo.
>> Juntas homocinéticas y fuelles. Los fuelles son unas de las piezas más comunes de romperse, sobre todo en camionetas con el tren delantero modificado o elevado. Eso pasa porque se pierde la geometría original y estas gomas trabajan mucho más estiradas. Si vemos grasa salpicada por estas zonas, o escuchamos cricris metálicos o clics en las curvas, es probable que un fuelle se haya roto y el polvo o la conchilla de un vadeo esté actuando sobre las piezas de transmisión. En el campo podemos desarmar, lavar con combustible, lubricar con grasa para rodamientos y rearmar los fuelles con precintos de manera provisoria hasta llegar al taller mecánico que efectúe el recambio completo. Ignorar estos chirridos es invitar a la rotura.
>> Suspensión y bujes. Una travesía en la que esta parte del vehículo trabaje mucho y fuerte (por ejemplo largos caminos con mucho serrucho o al trepar piedras), puede aflojar amortiguadores, pernos de parrilla y/o desgastar otros anclajes. Revisarlos visualmente: si hay juego, ruidos o goma cortada en los bujes, es momento de reemplazo. Repasar toda la bulonería de la suspensión no está de más.
>> Motor y refrigeración. El polvo fino se pega en el radiador y reduce la refrigeración del motor. Un soplado con aire o lavado suave ayuda. Controlar el nivel y el color del líquido refrigerante, las abrazaderas y las mangueras. Si el aceite del motor tiene espuma o cambió de color, reemplazarlo (si es color café con leche: entró agua por rotura de la junta de cilindros, fisura del block o aspiración por inmersión). Filtros de aire y de aceite también cambiarlos si transitamos por caminos polvorientos: se saturan rápido.
>> Sistema eléctrico y conectores. Los 4x4 modernos tienen más cables que una central telefónica. Después del agua, el barro o los pastizales muy altos, revisar los conectores del 4x4, bloqueos, ABS, luces, sensores y actuadores. Si alguno está oxidado o con humedad, limpiarlo con spray para conectores eléctricos o, al menos, con WD40 o similar, que evapora la humedad. Probar que el sistema de tracción, el bloqueo de diferencial y el malacate funcionen antes de guardar la camioneta.
>> Malacate, grilletes y eslingas. Si tuvimos que usar el malacate, desenrollar el cable (de plasma o metálico), limpiarlo si es necesario y revisar que no haya torceduras ni filamentos cortados. Guardar todo seco y enrollado evita sorpresas en la próxima salida. ¿Cómo se guarda? Enrollar las primeras 8 a 10 vueltas bien juntas y tensas para asentar la cuerda en el rodillo. Después, enrollar bajo tensión: sujetar el extremo del cable a un sitio firme y dejar que vaya llevando la camioneta en punto muerto, forzando lateralmente con la mano el arrastre dentro del carretel para que quede parejo. Si las vueltas no se alinean prolijamente en capas parejas sobre el tambor, sino que se cruzan unas sobre otras en diagonal, ocupan más espacio y pueden generar cortes internos en el plasma. En cuanto a las eslingas y grilletes sintéticos, sufren con el sol, la arena y el polvo: si están deshilachados, jubilarlos, sino lavarlos y secarlos a la sombra.
>> Tanque y filtro de combustible. El polvo o el agua en el gasoil son enemigos silenciosos. Más seguido del kilometraje que aconsejan los manuales, observar si el filtro tiene sedimentos o gotas de agua. En motores gasoleros, un cambio de filtro a tiempo puede salvar la bomba inyectora. Si en travesía no tenemos reemplazo a mano, el filtro puede vaciarse de agua y purgarse.
>> Protecciones. Al regresar de travesía, sacar los chapones protectores del bumper (o del cárter para quienes no tienen bumper) y mirar qué hay debajo. A veces esconden barro petrificado, ramas o piedras que quedan presionando mangueras y componentes. También es momento de revisar soldaduras, soportes del chasis, rocksliders, estribos, caños de frenos, de combustible, cables de sensores y aislantes del caño de escape. Una mirada a tiempo evita que un golpe viejo se convierta en problema a corto plazo.
Por todo lo expuesto, una buena travesía no termina cuando llegamos a casa. Ahí recién comienza la terapia personal. El viaje finaliza cuando la camioneta regresa del taller (o del propio garage para los autodidactas), ya limpia, revisada y lista para la próxima salida. Los que ruedan mucho lo saben: el mayor porcentaje de las roturas no sucede en el campo… ocurre después, por no revisar a tiempo.
*La autora es directora de Mainumby4x4, empresa organizadora de travesías off road: Mainumby4x4.com | WhatsApp: 11-6036-1111 | Instagram: @mainumby4x4
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