Mesetas, cañadones, estepa, todo seco. Agua, lagos, arroyos y de pronto el bosque. El denominado circuito Parque Patagonia (del lado argentino es parque nacional y del chileno aún es reserva privada) invita a explorar paisajes vastos y antiguos. “El recorrido abarca el pueblo de Perito Moreno, Cueva de las Manos, Bajo Caracoles, Lago Posadas, Paso Roballos, Valle Chacabuco y la confluencia de los ríos Baker y Neff; también los pueblos chilenos de Guadal, Mallín y Chile Chico”, describe Marian Labourt, perteneciente a la Fundación CLT, que es quien está impulsando este circuito binacional. “La idea es hacer una ruta escénica recorriendo portales turísticos y realizando distintas actividades para conocer la naturaleza, la cultura, los tan variados paisajes de la zona y el refugio del macá tobiano, ave que estuvo en peligro de extinguirse.”
Artistas pioneros
Vamos por la ruta 40 y vemos coirones, guanacos, montañas que no terminan nunca. El viaje recién ha comenzado y tenemos una cierta ansiedad, para qué negarlo… pero en dos horas allí estaremos porque ese es el tiempo que transcurre para ir desde el pueblo de Perito Moreno hasta la famosa Cueva de las Manos en la provincia de Santa Cruz.
“Están a punto de conocer a los primeros artistas de la Patagonia”, dice Natalia, la guía, mientras nos ofrece cascos blancos y nos cuenta que el río Pinturas proviene del deshielo y que fluye hacia el río Deseado que desemboca en el Atlántico. A los pocos metros de caminar ya nos encontramos con manos de distintos tamaños porque toda la familia tenía el hábito de pintar. Manos que viven allí –algunas– desde hace 9.300 años y que parecen pintadas con aerosol. Bueno, es que hay bastante de eso, sólo que un poco distinto porque la técnica era la siguiente: colocaban la pintura en la boca, apoyaban su mano en la pared y soplaban. Así de sencillo, así de antiguo. “Es el negativo de la mano”, recalca la guía. “Nunca usaron la técnica más fácil que era el positivo, o sea pintarse la mano y apoyarla luego. Y los pigmentos utilizados eran minerales molidos mezclados con sangre, agua y orina.”
Patrimonio de la Humanidad
Medio siglo de estudios arqueológicos y biológicos han sustentado la protección del área a nivel provincial y nacional (como Monumento Histórico) y mundial, dado que la Cueva de las Manos fue incluida por Unesco en su lista de Sitios del Patrimonio Cultural de la Humanidad. “Si bien el acento está puesto en lo arqueológico, el Cañón del río Pinturas, con sus muchos aleros pintados, conforma un paisaje con alto valor para la conservación de la naturaleza patagónica, por eso amerita que en un futuro cercano pase a engrosar el sistema de Parques Nacionales”, reflexiona Claudio Bertonatti, museólogo, naturalista y profesor de la Cátedra Unesco de Buenos Aires. “Su inclusión aportaría algo inédito: que las áreas protegidas no prioricen sólo la naturaleza sino también expresiones culturales. Si en un paisaje ambas partes del patrimonio están integradas, ¿por qué disociarlas cuando tenemos que protegerlas? Después de todo, así lo hacen otros países cuyos parques nacionales no sólo tienen foco en lo natural, sino también en lo histórico, lo arqueológico, lo artístico… es decir, protegen el patrimonio de forma integral.”
Naturaleza y cocina
Ya del lado chileno, en la zona del Valle Chacabuco, llegamos a la reserva privada Parque Patagonia, de 80.000 hectáreas y donde se ha realizado un trabajo de restauración de pastizales y bosques, y también existe un centro de reproducción del ñandú que se encuentra en peligro. Además de campings y de circuitos de senderos para que el visitante pueda conocer la naturaleza del lugar, también hay una posada boutique para alojarse y probar platillos especiales donde abundan las verduras de su propia huerta orgánica. A nosotros nos tocó un pan negrísimo a causa de la tinta de calamar, mantequilla de frambuesa, asado en cocción híper lenta y una curiosidad gastronómica inspirada en el entorno llamada “huevo en su nido”, un plato que, con raíces de cebolla de verdeo emula la paja de un nido y está coronado con un huevo hecho de manera tal que apenas se derrama sobre su propio nido. Hay que probarlo.
Muy cerca del pueblo de Puerto Guadal (Chile) se ubica el Portal de los Fósiles que propone, a través de un trekking escarpado, llegar hasta un lugar donde es posible ver estos restos del pasado en vivo y en directo. “Son siete minutos caminando rápido”, asegura Leonardo San Martín, propietario del predio donde se realiza el circuito.
Comenzamos la caminata conversando y con el correr de los minutos –que son un poco más de siete– empieza a ganar terreno el silencio. Caminamos y a un costado vemos un gran cañadón y más abajo el río, donde se encuentran cientos de marcas de caracoles y otros seres que nos hablan de tiempos remotos pero todavía presentes. ¿Qué se siente encontrarse en plena modernidad con un fragmento de un mundo antiquísimo y difícil de imaginar? Complejo de expresar. Algo donde se mezcla lo inconmensurable con lo finito, lo real con lo imaginario, los que somos con los que estuvieron. Se está terminando la caminata por territorio chileno. Subimos a la camioneta, preparamos unos mates y partimos rumbo a la frontera. En unas horas llegaremos a Los Antiguos, pueblo conocido por sus producciones de cerezas, donde nos esperan para un trekking que trepa hasta la
cima de uno de los tantos volcanes de la zona.
Nota completa en revista Weekend 532, enero 2017.
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