La fundación del Club de Pescadores Buenos Aires el 3 de agosto de 1903, marcó el inicio de una pasión por la pesca deportiva que hoy se extiende por toda la Argentina. Esa fecha trascendió las fronteras nacionales y se convirtió en un hito en Latinoamérica, instalándose como el Día del Pescador Deportivo. Si bien la actividad tiene una larga historia en todo el mundo, en nuestro país adquirió una singular relevancia social, arraigándose en las familias y transmitiéndose de generación en generación. Así se forjó una sólida tradición que dio origen a deportistas y a la proliferación tanto de instituciones como asociaciones similares a lo largo del país.
El emblemático edificio de estilo Tudor, declarado Museo Histórico Nacional e inaugurado en 1930, se erigió rápidamente como un ícono de la ciudad. Entre sus socios más ilustres figuran personalidades como Carlos Gardel y Hugo del Carril. El Club alberga una elegante sala de estar con piano, una completa biblioteca, un museo histórico y un acuario con especies autóctonas del estuario, rescatadas por los propios pescadores. Su intensa vida social incluye conciertos, exposiciones artísticas y un reconocido restaurante con vistas al río, considerado uno de los mejores de Buenos Aires.
En las instalaciones de este coqueto Club y como siempre suelen realizar en la previa a esta fecha particular, el pasado domingo 27, se disputó la Copa Challenger 122° Aniversario Rosario Grande, en una jornada fría y ventosa que desafió a los aproximadamente 50 participantes provenientes de diversos clubes bonaerenses. A pesar del clima, la competencia de pesca de pejerrey de flote resultó más atractiva que en ediciones anteriores, contabilizando casi 100 capturas en total, incluyendo ejemplares de buen tamaño. Como es habitual, la presencia de mojarras en los anzuelos atrajo a algunos doradillos, que ocasionalmente picaron durante la jornada. El clima, con un río en creciente y vientos del sudoeste, fue un factor determinante que favoreció la pesca de pejerrey. Sin embargo, al principio, encontrar la estrategia adecuada resultó complicado, ya que las líneas eran arrastradas contra el muelle y el viento dificultaba el lance río adentro, obligando a los competidores a realizar constantes ajustes para evitar enredos.
En la prueba se utilizaron diversas carnadas como cebo, incluyendo mojarras vivas, saladas y filetes de colores variados. Algunos participantes probaron suerte con lombriz roja, pero la más efectiva resultó ser el púlpito de gusano. Se emplearon líneas de pesca con cinco boyas sutiles, para detectar la más mínima señal de pique, finalizadas en anzuelos pequeños. Esto se debía a que la competencia se puntuaba por cada pieza capturada, y en caso de empate, se desempataba por el peso total de las capturas. El evento culminó con un reconfortante almuerzo y un ambiente de gran camaradería, seguido por la ceremonia de entrega de premios.
Los premiados
En el momento de coronar ganadores, los destacados fueron Fernando Merlo y Javier Miño de la Asociación Argentina de Pesca (16 piezas), seguidos en segundo lugar por Luciano Cariani y Cristian Bernhard del Club Guazú (12 piezas), y, en tercer lugar, Daniel Pavoni y Eduardo Cositore del Club Banfield (12 piezas).
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