Friday 5 de December de 2025
NAUTICA | 29-09-2025 07:00

Motores náuticos: por qué las horas no siempre dicen la verdad

¿Es confiable juzgar un motor por su tiempo de uso? Uno por uno, cuáles son los mitos más comunes entre navegantes y compradores. Qué mirar, qué evitar, y por qué el mantenimiento y el uso responsable pesan más que cualquier escaneo o reloj.
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A la hora de comprar una embarcación usada, la mayoría de los adquirientes –y también muchos vendedores– considera determinante la cantidad de horas que tiene el motor. Sin embargo, si bien ese dato es importante, no es el único a tener en cuenta. Los motores pueden deteriorarse tanto por mal uso como por falta de él. En el caso de los fuera de borda de dos tiempos, no cuentan con computadora, por lo tanto no pueden ser escaneados ni verificarse sus horas reales. Con los cuatro tiempos, en cambio, esa información sí puede obtenerse mediante diagnóstico electrónico.
Tampoco sirve como criterio fiable observar si el motor está limpio por fuera. Dado que su uso suele darse en ambientes sin polvo, los motores marinos casi siempre presentan buen aspecto externo, a menos que tengan pérdidas de aceite. Por eso, un motor limpio no garantiza que esté bien mantenido.

¿Cómo se desgasta un motor?

El desgaste comienza desde el mismo momento en que se pone en marcha. Tanto en motores de dos como de cuatro tiempos, es clave alcanzar la temperatura de trabajo antes de exigirlo. No obstante, como muchos fuera de borda no cuentan con instrumental que indique la temperatura, lo ideal es dejarlos en ralentí al menos cinco minutos, y luego navegar a velocidad mínima otros cinco más, para recién entonces subir gradualmente las revoluciones hasta alcanzar el régimen deseado.

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En cambio, los motores internos (diésel o nafteros, abiertos o cerrados) sí disponen de indicadores de temperatura. En estos casos, es más fácil controlar el arranque en frío, pero el concepto sigue siendo el mismo: los metales trabajan mal cuando están fríos, y esa fricción excesiva acelera el desgaste de los componentes. Esto también aplica a los engranajes de la pata, que transmite la potencia a la hélice y que trabaja completamente sumergida. El problema es que ningún escaneo electrónico puede detectar si un motor fue exigido sin respetar estos tiempos. Por eso, todos estamos expuestos al comprar un motor usado sin conocer su historia. El cuidado individual se transforma, inevitablemente, en una responsabilidad colectiva.

El exceso de temperatura: enemigo silencioso

Otro factor de riesgo es el sobrecalentamiento. Los motores marinos tienen muchos componentes de aluminio, un metal que, al dilatarse y contraerse, no siempre vuelve a su forma original. Cuando esto ocurre, el daño es irreversible. La causa más común del sobrecalentamiento es la obstrucción en la toma de agua de la pata, que es por donde se refrigera el sistema. La mayoría de los motores cuenta con sensores que activan una alarma y hasta apagan el equipo, pero cuando la alarma suena, la temperatura ya es crítica. En motores modernos con inyección electrónica (tanto de dos como de cuatro tiempos), estos fallos pueden detectarse con escáner. Pero vale aclarar que los escáneres sólo leen fallas electrónicas, no mecánicas.

¿Se pueden manipular las horas de uso?

Sí. El reloj de horas de motor, en muchos modelos, comienza a contar desde que se pone la llave en contacto, incluso si el motor no se enciende. Esto provoca un conteo inflado en el tiempo. Además, ese reloj puede ser reemplazado o desconectado, lo que hace que la única garantía sea la honestidad del propietario anterior.

RPM excesivas y vida útil

Exigir al motor durante largos períodos a altas revoluciones también provoca desgaste prematuro. Aunque en los motores con computadora esta información se puede leer por escaneo, no siempre se tiene acceso o conocimiento para interpretarla correctamente. Por eso, lo recomendable al evaluar un motor usado es ir acompañado por un mecánico de confianza, especialmente si se trata de uno de dos tiempos sin diagnóstico electrónico. Los técnicos de la vieja escuela, con experiencia, pueden realizar pruebas como la toma de compresión, que revela con gran precisión el estado del motor.

¿Menos horas significa mejor estado?

No necesariamente. Si bien, a igualdad de condiciones, el motor con menos horas debería estar en mejor estado, el modo en que se hicieron esas horas es lo que realmente importa. Un motor con pocas horas puede haber estado largo tiempo inactivo, lo cual deteriora componentes por el envejecimiento del combustible o genera problemas si el aceite no fue renovado. Tampoco es habitual que los services se hagan a tiempo. Los fabricantes recomiendan realizarlos cada 100 horas, pero muchos usuarios tardan dos o tres años en llegar a ese número, y eso es grave.
Para ponerlo en perspectiva: un motor con 1.000 horas sería el equivalente a un auto con 100.000 km. No es nada si estuvo bien usado y mantenido. De hecho, en nuestra escuela hemos visto motores con más de 1.000 horas en excelente estado y otros con menos de 200 horas que estaban destruidos. Sin duda, los registros de services oficiales también son un dato clave. Durante el período de garantía, las marcas aseguran el mantenimiento y el historial del motor. Pero una vez vencido ese plazo, el service pasa a ser voluntario, y no todos los usuarios continúan con el mismo nivel de cuidado.
Hoy en día, todos los motores son buenos. La durabilidad depende del mantenimiento, del uso que se les dé y –sobre todo– de la conciencia del usuario. Usar repuestos y lubricantes originales es fundamental. Aunque dos aceites tengan la misma densidad, sus composiciones químicas pueden ser muy diferentes. Lo compatible no siempre es lo óptimo.

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Alejandro Savino

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