Es el pez de agua dulce más grande del mundo y es muy apreciado por el valor de las huevas, siendo el caviar más caro de todos los que se comercializan. Foto: El Matungo de Berisso
Uruguay es el tercer criador de esturiones en cautiverio a partir de ovas fertilizadas provenientes de otras partes del mundo, detrás de Estados Unidos y Canadá. Foto: Jorge Virgilio
Es el pez de agua dulce más grande del mundo y es muy apreciado por el valor de las huevas, siendo el caviar más caro de todos los que se comercializan. Foto: El Matungo de Berisso
Es el pez de agua dulce más grande del mundo y muy codiciadas sus huevas desde lo gastronómico. Foto: Jorge Virgilio
Un esturión pescado en el Río de la Plata reveló una alta contaminación
En 2024, un cañófilo atrapó un esturión y lo donó a la UNLP. No fue la única captura de una especie que, un año después, reveló información clave. La importancia de los pescadores en el campo científico.
Por Daniel Console
Como cada invierno desde hace más de dos décadas, a nuestra mesa de trabajo llegan noticias de capturas de esturiones en el Río de la Plata. Uno de los últimos, pescado en julio de 2024, fue donado por el pescador a la UNLP. Prehistórico, de características similares a un tiburón, puede medir hasta cuatro metros y nadie sabe con exactitud cómo llegó a Argentina, aunque se tejen varias hipótesis. Se trata de una especie invasora capaz de alterar el equilibrio ecológico. Tras un año desde el hallazgo, los investigadores estudiaron su estómago y compartieron una preocupante información: todas las especies del río están en riesgo. No por la presencia del esturión, si no por los millones de plásticos esparcidos en el agua, en una información que se desprende de un artículo del portal Noticias Ambientales.
El proyecto de investigación es del Instituto de Limnología (ILPLA) de la UNLP y el Conicet La Plata. El propósito de los biólogos es investigar el impacto que podría generar la especie si logra invadir el Río de la Plata. Es un trabajo complejo porque el esturión es difícil de pescar; no abundan los ejemplares. Aunque todavía es muy prematuro para saber qué daños podría generar, es inevitable pensar en las alteraciones ecológicas que generaron otros invasores como la Carpa común (Cyprinus Carpio), que fue introducida por acuicultores hace 100 años y ahora es imparable: se expandió por lagos, lagunas, arroyos y ríos de toda la provincia de Buenos Aires como del país.
El esturión es considerado un fósil viviente entre los peces. Su población nació hace más de 200 millones de años, en el período triásico, incluso antes que los dinosaurios. Lograron sobrevivir a las extinciones y cambios climáticos y mantuvieron sus rasgos primitivos. En 1827, en Rusia, se registró el ejemplar más grande. De 7,2 metros de largo y 1.571 kilos; el peso equivalente a un auto Toyota Corolla. En su ambiente nativo América del Norte, Europa, África y Asia-, están en peligro de extinción. Los explotan para producir caviar -en el mercado internacional, el kilo cotiza hasta 35 mil dólares-. La primera vez que se localizó un esturión en Argentina fue en 1999. La hipótesis es que escapó de una granja de peces de Uruguay, llamada Black River Caviar, que se jacta de realizar una “cría sostenible” en el Río Negro, en la localidad de Baygorria. Los cultivan para extraer sus huevos y producir caviar. Se estima que después de una inundación migró hacia el Río de la Plata.
Primeros indicios sobre el esturión
Los profesionales a cargo del proyecto son Darío Colautti, Tomás Maiztegui y Vivian Yorojo Moreno. Ellos trabajan en conjunto con las estudiantes de zoología Eliana Agrelo y Milagros Gómez. En el Laboratorio de Ecología de Peces del ILPLA tienen un ejemplar que se mantiene congelado en perfecto estado. En total, han recibido tres esturiones. Son de la especie Acipenser baerii y Acipenser gueldenstati. De aproximadamente 70 centímetros, son juveniles, sexualmente inmaduros. Lo primero que observaron es que estaban flacos y desnutridos. En sus estómagos encontraron pocos alimentos y muchos plásticos. Sin dudas, el Río de la Plata les resultó demasiado hostil.
"Lo que vemos es que el Río de la Plata está extremadamente contaminado. El esturión tenía una gran cantidad de plásticos. Tristemente, es bastante común. El río es un asco", explica el docente de la Cátedra de Anatomía Comparada de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP, Tomás Maiztegui. "La aparición de los microplásticos está impactando de alguna manera, no solo en el esturión, si no en todas las especies nativas. Lo que se ve es que la gran cantidad de consumo de plásticos genera una falsa saciedad y se terminan muriendo", agrega. Maiztegui no sale de su asombro cuando habla del esturión. Tiene el entusiasmo de un nene con un juguete nuevo. Toma el esturión con sus manos, señala sus características, explica los detalles: "Yo lo sigo viendo y es un bichazo…Cuando estás acostumbrado a otro tipo de fauna, todos los días, ves algo así…", cuenta sobre la singularidad de sus rasgos prehistóricos. "Se llaman condrósteos, tienen un esqueleto más bien cartilaginoso. La cola parece más la cola de un tiburón que la de un pez óseo común, sin embargo es más cercano a los peces óseos comunes, como una boga o un sábalo", asegura. Es difícil sacar conclusiones, pero todo parece indicar que el esturión aún no ha podido desarrollar una población silvestre en el Río de la Plata. Si lograran asentarse, podrían llegar a crecer de tal manera que no tendrían depredadores.
El rol de los pescadores en el campo científico
Colautti habla de las dificultades que tienen para trabajar en la coyuntura actual. Por decisión del Gobierno nacional, el sistema científico está desfinanciado. Dedican tiempo, energía y, muchas veces, dinero de su bolsillo. Cada vez tienen menos plata para comprar insumos básicos, como guantes, frasquitos o reacciones químicas. Por eso, el aporte de los pescadores de la zona resulta fundamental. Un esturión no aparece todos los días. Entre la comunidad pesquera, ya se empezó a correr la bola de que los biólogos están buscando nuevos ejemplares. "Salir a buscar esturiones no es una buena apuesta. No lo vas a encontrar. La densidad en la que se encuentran en el río evidentemente es muy baja. Es una rareza sacarlo. De hecho este año todavía no salió ninguno", cuenta Darío.
El año pasado, Claudio Velardo, un abogado egresado de la UNLP donó el primer esturión para el equipo del ILPLA. Ocurrió en julio. Estaba pescando en la zona de Boca Cerrada, en Punta Lara. Sorprendido por lo singular del pez, compartió una foto a un grupo de amigos y uno de ellos le dijo que lo mantengan con vida, que lo estaban buscando de la UNLP para estudiarlo. Velardo donó el esturión sin sospechar que podría ganar algo. No estaba al tanto de que unos días antes, un comercio especializado había anunciado un premio para quien capturara un ejemplar y lo donara a la UNLP. Era “Matungo Pesca”, un comercio especializado de Berisso, comandado por Osvaldo Barreiro. El propio Barreiro fue quien tuvo la iniciativa para ayudar a Darío Colautti en su investigación.
Tomás Maiztegui dice que el rol que tienen es importantísimo en este proyecto: "Acá los protagonistas son los pescadores, tanto los deportivos como los artesanales. La pasión que genera la pesca es una locura. Esto del esturión generó algo re lindo".
La idea de los biólogos es volver a difundir la campaña de pesca de esturiones. Mientras más pescadores estén al tanto, más posibilidades habrá de saber qué riesgos puede generar la especie en el Río de la Plata. Hasta el momento, han encontrado tres ejemplares. Y pronto, Tomás Maiztegui viajará a San Clemente del Tuyú a buscar el cuarto. Aprovechará un viaje que tiene que hacer para un proyecto de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO) "Voy como colaborador a una campaña donde se trabaja con tiburones Gatopardo, se los pesca, se les pone marcadores satelitales y después se les hace un seguimiento. Ahí, un pescador me va a dar un esturión que guardó", asegura.
"Yo creo que el principal problema del Río de la Plata es la contaminación", refuerza Maiztegui. "Lo que más nos tiene que llevar a la reflexión no es tanto la aparición de la especie invasora si no el estado en el que tenemos actualmente nuestros cuerpos de agua, que no los cuidamos, porque hay un montón de descargas cloacales, industriales", finaliza.
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