Historias de pescadores y periodistas
En una jornada tan especial como este 7 de noviembre en que se conmemora el Día de Periodista Deportivo, evocamos a aficionados y comunicadores que distinguieron la actividad a lo largo de los tiempos.
Por Daniel Console
Las historias fluyen atropelladamente en el cerebro y se nos vienen a la mente pescadores épicos y periodistas didácticos. De ellos, algunos son más hábiles para la caña que para la pluma y a la inversa, como también otros que conjugaron las dos actividades. En ese sentido, nuestro país es rico en la actividad y resulta difícil mantener un orden, saltando de un nombre a un hecho, a quienes nos precedieron y dejaron un legado, así como hoy otros apellidos han tomado la posta.
El hilo del inicio lo podríamos arrancar desde la década del ’60 e inevitablemente tenemos que citar a Nello Principi, un inmigrante italiano, maestro mayor de obras y violinista, que fue el pionero en distintos aspectos de la actividad piscatoria. Como concursero, una leyenda incluso a nivel sudamericano con sus proezas, inventando las boyas Yo-Yo que cambiaron y mejoraron notablemente la pesca del flecha de plata. Sobre ellos, escribió el libro “Pescando pejerreyes”, una joya literaria que aún hoy es fuente de consulta. Fue uno de los primeros pescadores de lisas con caña y también de la carpa, ésta última especie foránea junto a Don José Sosa, gran especialista, vecino de Nello, residente en Berisso.
Cuando se habla en rondas de pescadores avezados, muchos mencionan como a uno de los mejores en la pesca de peje al Gordo Carlini, también de los primeros en organizar excursiones en micros cuando explotó la pesca en las encadenadas de Guaminí, y todos los fines de semana partían decenas de ellos y miles de cañófilos en búsqueda de la meca del pejerrey. También otros como Tony de Wilde, Raúl Sánchez y Juan Carlos Zabaleta, otro gran pejerreycero. De Carlini se decía que tenía un instinto y una técnica envidiable y su fama fue de voz en voz a lo largo del tiempo.
Si de concurseros hablamos, en el podio está Máximo Ortega, invencible en el lugar que se anotaba a competir. Primero miraba y después se concentraba en pescar más y mejor. Los que lo vieron dicen que mientras sostenía con una mano la caña, con la obra armaba otra brazolada empatillando y sosteniéndola con la boca, sin perder de vista el pique. Sin dudas, una cosa es describirlo y otra haberlo visto. Juan Carlos Tossi, dueño de un local de pesca en zona Norte, también fue un eximio pescador y comunicador, al que muchos recuerdan, y Néstor Saavedra puede dar fe, que en su local tenía un bagre amaestrado en una pileta de lona, que respondía a su llamado. Siguiendo con esa galería de ilustres que comunicaron y pescaron, Leocadio Pérez, conocido por todos como Perecito fue otro emblema de nuestra pesca. Tenía un local de pesca en Constitución y había creado la figura del pescador deportivo que muchos hoy atesoran y que fuera declarado como representativo de los cultores sanos de la caña. Con el tiempo se mudó a Mar del Plata y allí siguió su actividad vendiendo carnada en un triciclo y promoviendo la pesca y su muñequito.
Si nombramos a un señuelo tenemos que decir Del, con un hábil Pocho Ianone, que luego de una sociedad con José Delgado, de ahí el nombre del artificial abreviado, luego de su fallecimiento tomó las riendas de su fabricación. Ianone supo introducirlo en el mercado, más allá que eran y son excelentes aún, ya que se siguen produciendo. Originalmente la fábrica estaba en CABA en el Pasaje Valencia, casi avenida Cobo, donde los sábados a la noche solía realizar asados o preparar dorados a la parrilla, invitando a los referentes de la comunicación de los ’60 hasta los ’80 como Haig Vartazián, Rodolfo Agustín Perri y Rafael Guglielmi entre otros, quienes por aquellos tiempos acaparaban y atrapaban al lector con sus notas en los diarios donde escribían cada uno con su estilo, en diarios como La Prensa y La Nación. Ianone a uno de los señuelos lo llamó Culú-Culú ya que experimentaba su desarrollo y funcionamiento en la laguna del mismo nombre en el partido de Lobos. Asimismo, fue el primer visionario, allá a principios de los ’90 de importar desde China artículos de pesca, algunos elementos de buena calidad y otros no tanto, ya que eran fabricados en serie y no por especialistas.
En esta evocación de periodistas, pescadores y grandes del mundo de la pesca, imposible obviar al emprendedor Arnoldo Carlos Wenger, que tenía su fábrica de elementos de pesca de plástico en la calle Uspallata, a una decena de cuadras del viejo Gasómetro de avenida La Plata. Ganó un mercado importante local e incluso además de crear un nucleamiento de fabricantes que finalmente no logró cuajar, fue el primero en exportar sus productos a Uruguay, adonde solía viajar semanalmente. El de Wenger fue un caso particular, ya que nunca se supo que haya pescado, del tema sabía tanto como que casi fuera considerado el Nº 1 a pesar de su bajo perfil. Y si hablamos de comunicadores no podemos dejar de mencionar a Teodoro Penoff, una voz clásica que llegaba desde Mar del Plata con su programa Alternativa Deportiva, junto a su esposa Alicia Demichelis e hija Elisabeth, incursionando y distribuyendo por muchos lugares su versión mini revista del mismo nombre. Junto a él aparecía otro faro de sabiduría informativa y gran pescador como el tandilense Alberto Tripodi, quien solía participar de este u otras tiras radiales en la mañana de los sábados y domingos. Tripodi, siempre enalteció los valores de un buen pescador y fue consejero de incontables aficionados que lo visitaban en su casa de pesca “Las Praderas”.
Una legendaria tira fue Tiempo libre, programa que conducía Vartazian. Allí como en tantos otros lados estaba alguien que es imposible no recordar y destacar, un amigo de todos, de periodistas y pescadores. Hablamos de Jorge López, el gaucho o el biguá, como le decían. Conocedor como pocos de los recovecos del viejo Salado y las lagunas, de la pesca del pejerrey y la lisa como gusto personal. Había nacido en San Miguel del Monte, luego recaló en General Belgrano para finalmente terminar siendo una pasada inevitable y placentera por su puesto de carnadas de color amarillo a la vera de la ruta 2 en el km 70, no solo para comprar sus espléndidas mojarras, sino también para un consejo y por qué no escuchar un chiste sano, corto y para reír a carcajadas con su risa contagiosa. Sin distinción de camisetas, López supo nutrir de información a la mayoría de los medios del país, y nos dejó demasiado pronto en un inesperado accidente casero, pero aún hoy, sus viejos amigos todos los años lo recuerdan con un concurso en homenaje a su figura de leyenda.
Seguramente hemos olvidado injustamente a muchos que hicieron a la historia de la pesca, pero, sin dudas, eso estaría para escribir un libro. Hoy, afortunadamente hay un recambio generacional de periodistas / pescadores, o invirtiendo los roles como comentamos al inicio. Hoy los referentes los encontramos en Wilmar Merino, Néstor Saavedra, Jorge Virgilio, Víctor De Víctor, Julio Pollero, quienes llevan el estandarte de difundir con dignidad la actividad y seguramente serán el reflejo de los futuros que deberán tomar, dentro de muchos años, la bandera de una Pesca Deportiva que no tendrá fin en la medida que sigamos concientizando de la preservación de los recursos naturales.
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