Cuando el pejerrey vuelve, el paisaje renace

En la provincia de Buenos Aires, pocas escenas emocionan tanto al pescador como ver nuevamente pejerreyes agitando la superficie quieta de una laguna. Recuperar esta especie emblemática es, en muchos sentidos, devolverle el alma a los espejos de agua bonaerenses. Tras años marcados por sequías severas, salinización, mortandades masivas y ciclos adversos que golpearon con fuerza al recurso, cada siembra es más que una acción técnica: es un símbolo de esperanza.

Para los clubes, guías, municipios y pescadores deportivos, el regreso del pejerrey representa la posibilidad de restablecer un equilibrio perdido. No solo se trata de volver a pescarlo; se trata de reanimar la vida que late dentro de cada laguna, de reactivar economías locales asociadas al turismo y de recuperar un patrimonio ambiental que define la identidad bonaerense. Por eso, cada nuevo balde de alevinos que vuelve al agua es recibido como una promesa, un gesto hacia el futuro que recuerda que estos ambientes pueden renacer si se los acompaña a tiempo.

En ese contexto, hay que mencionar que el pasado miércoles 3 se llevó adelante la segunda siembra de alevinos en diferentes lagunas del Partido de Adolfo Gonzales Chaves, una acción que se enmarca dentro de las políticas locales de fortalecimiento ambiental, impulso a la producción y mejora de los recursos hídricos. Los pequeños peces, provenientes de la Estación Hidrobiológica de Chascomús, fueron distribuidos en puntos estratégicos del distrito. La iniciativa se desarrolla dentro del programa municipal de recuperación y sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos, una línea de trabajo que apunta a mejorar la biodiversidad, acompañar el desarrollo productivo y promover práctica recreativas responsables, entre ellas la pesca deportiva.

Objetivos de la siembra

El plan de repoblación busca reforzar la población íctica para favorecer el equilibrio ecológico, además de fomentar la pesca deportiva y recreativa como actividad turística complementaria, promoviendo la conservación ambiental, asegurando la continuidad y bienestar de las especies. De esta forma, se acompaña a productores y organizaciones locales en el uso sostenible del recurso hídrico, apuntando no solo a recuperar lo perdido, sino a proyectar lagunas más estables y saludables en el mediano y largo plazo. Desde el municipio de Chaves destacaron que este tipo de intervenciones consolidan un compromiso firme con la gestión ambiental sostenible, el apoyo a la producción local y el desarrollo de políticas que fortalecen el bienestar comunitario. Además, la continuidad del programa permitirá monitorear la evolución de las especies, evaluar el impacto ecológico de las siembras y planificar futuras acciones de mantenimiento o nuevas repoblaciones necesarias para asegurar un equilibrio duradero en los ecosistemas del distrito.

Un hecho que se repite

Días pasados, directivos del Club de Pescadores de Olavarría que regentean laguna Blanca Grande nos informaban de la siembra de 70.000 alevinos en aguas del espejo ubicado en el mencionado partido, muy cerca de la ciudad de Bolívar. Un invalorable aporte en un ámbito que viene sufriendo el éxodo de los pejerreyes por constantes desbordes. También en Tandil, desde la subcomisión de pesca del Centro Náutico del Fuerte informaban de una cifra similar que se depositó en el Lago que se encuentra en plena localidad serrana. En el oeste, hubo una inyección de 100.000 ejemplares en la Laguna del Balneario Municipal de Vedia, en una actividad coordinada por el Subsecretario de Producción, Ambiente y Economía Social, Alejandro Loeda, junto a la comisión de pescadores que está en el predio del balneario. Hasta en el sur de la provincia, en la legendaria Chasicó, hace pocas semanas se repobló el espejo. 

Con cada siembra, las lagunas bonaerenses recuperan un capítulo de su historia. No es solo el regreso del pejerrey: es el retorno de una tradición deportiva, de un atractivo turístico y de un equilibrio natural que parecía haberse debilitado. El trabajo articulado entre municipios, instituciones y productores demuestra que, cuando se gestiona con responsabilidad, los ambientes acuáticos pueden renacer incluso después de los períodos más duros.

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