Artificiales en acción en Esquina

Veníamos buscando un pesquero de dorados sobre el río Paraná Medio y nos decidimos por el tradicional ámbito de Esquina, en la provincia de Corrientes. Un lugar, sin dudas, que está bien reconocido por todo pescador deportivo. Se trata de un puerto muy popular donde vamos a encontrar sin ninguna duda el mayor numero de guías y parque náutico del río Paraná. Obviamente, no sólo de pesca se trata, sino que podemos contar con grandes ideas gastronómicas, paseos diurnos y nocturnos, casino, carnavales y la tranquilidad de una ciudad que contiene todas las características necesarias para pasar una hermosa estadía. 

La idea de esta salida era ir en busca de la pesca de dorados con artificiales, aún sabiendo que el río se encuentra con muchos altos y bajos que están haciendo más difíciles las capturas de esta especie tan deseada. Son muchos los amigos que tenemos en esa zona, pero en esta oportunidad nos comunicamos con Matías Pavoni, propietario del complejo Río Lodge, quien no sólo oficia de guía sino que es un experto pescador ganador de muchas competencias, que además inculca y pregona sobre el buen uso y costumbre de la pesca deportiva. En su emprendimiento cuenta con una flota de guías especializados capaces de pescar en todas las modalidades. 

Selección de equipos 

Para la pesca de dorados con artificiales debemos contar con cañas de 1,80 a 2,10 m de largo con acción de punta y, preferentemente, una potencia de entre 17 y 20 lb (1 lb = 0,453 kg), que pueden ser tanto para baitcast como para spinning. Reeles frontales o rotativos, según la elección en la modalidad, cargados con hilo multifilamento de 40 o 50 lb, y leaderes de acero de unos 40 cm de largo y 60 lb de potencia. En cuanto a los señuelos, lo que decimos siempre, no dejar ninguno en casa porque seguro nos vamos a olvidar del que funciona en ese momento. Ahora, para no errarle y estar siempre preparados, debemos cargar del tipo banana, que pueden ser Alfers, Raptor, Voraz y Pucará en paletas 1, 2 y 3; sliders como los Rubí, Gozio Valkiria, Pirayú o Rapala Glidding. Tampoco debemos olvidar los tipo mojarra, como los NG, Gozio Epic o Crown. Como verán, la lista es extensa, por eso elegimos los que tenemos y llevamos todo lo que podemos. 

A los elementos principales y no menos importantes les sumamos anteojos, viseras, pinza de punta, tijera, anillas y anzuelos de repuesto. Con todo medianamente preparado me puse en contacto con Matías para definir una fecha y viajar. Obviamente, no tardamos demasiado en estar de acuerdo y prontamente me subí al ómnibus que me depositaría en la terminal esquinense. Llegue muy de madrugada y en escasos minutos ya me encontraba en una de las cabañas de Río Lodge para despertar con el amanecer e ir en busca de ese completísimo desayuno que sirven allí. Saludos de rigor con otros pescadores que estaban en la misma que yo, hasta que llegó Matías con la sorpresa de que iríamos a pescar con su papá, el gran Luisito Pavoni, quien tantas enseñanzas nos dio durante años. 

En busca del sitio ideal

El día empezó bastante nublado y poco ventoso. Cargamos todas las cosas en la embarcación y nos dirigimos hacia la bajada propia del lodge, realmente muy cómoda y cercana al establecimiento. Comenzamos una navegación bastante fresca con rumbo fijo hacia el río Paraná, donde probaríamos en algunas barrancas y correderas. Con los equipos armados, Luisito se colocó en popa, Matías al medio para controlar y manejar el motor eléctrico, y yo subí a la proa. Todos estábamos muy cómodos y listos para castear. 

Los primeros lugares que probamos no dieron los resultados esperados, por lo cual nos movimos rio abajo hacia la zona del riacho Espinillo. Conservando las mismas posiciones comenzamos con los casteos y al toque tuve la suerte de clavar un excelente dorado que tomó el señuelo a la caída de una barranca. Saltos, corridas y pronto estaba a bordo para las fotos de rigor y devolverlo sin mayores inconvenientes. Por allá lo vemos a Luisito clavar con firmeza para despacharse con un doradazo que vendió cara su derrota pero no tuvo opción: fotos y al agua. Una cosita antes de seguir, el guía me dijo: “Julito tené cuidado y estante atento porque este viejo te primerea todos los lugares”. Don Luis se reía tapado con su buff y la visera. Seguimos pescando y la verdad que nos divertimos mucho con diferentes capturas que sorprendían por la calidad, todos dorados que superaban los 4 kg. 

El día se iba terminando y había que volver, sabiendo que nos quedaba una jornada más. Llegamos al lodge y nos juntamos con los otros pescadores que habían tenido la misma suerte: una gran pesca. Cenamos algo livianito, una vuelta por el pueblo para disfrutar de una tranquila noche semanal y a dormir, que había que volver a madrugar. Nos despertamos al otro día con una niebla tan espesa que dificultaba la visión. Esta vez iríamos hacia el delta interior, otros ámbitos, otras vistas, pero la misma calidad de pesca. 

Navegamos por arroyos interiores y fuimos probando algunas lagunas que aparecían a los costados y que el guía tenía bien presente. En estas zonas bajas probamos con los sliders tirando bien lejos y recogiendo bien rápido. Perdimos algunos piques pero pudimos concretar otros tantos que seguían al señuelo formando una ola y lo atacaban ferozmente. Después tuvimos unos cuantos sectores nulos de pesca hasta que entramos en un arroyo muy finito rodeado de camalotales donde sólo pasaba la embarcación. El primero en tener pique fue Luisito, que como dijo su hijo me primereó el lugar y clavó un hermoso ejemplar que saltaba entre el verde camalotal. “Ey, dejalo a Julito que tire, no seas así…”, soltó al aire Matías. Risas generalizadas mientras continuamos por el mismo arroyo. Las capturas se seguían dando, esta vez con bananas de paleta Nº 1. Varios piques y varias capturas a bordo, todas devueltas, obviamente. 

Desde aquí navegamos un ratito la boca del Guayquiraró, una zona barrancosa con una linda correntada costera. Aquí pusimos señuelos Bendy paleta 2 y comenzamos los casteos mientras veíamos a lo lejos una lancha haciendo trolling con una captura. El que se destapo acá fue Matías con un tremendo dorado que seguramente superó los 8 kg. ¡Una bestia! Nos movimos nuevamente, pero esta vez a la zona de las Dos Aguas, donde desembocan varios riachos y que suele dar buenos resultados. Comenzamos con los casteos hacia la costa y al medio del riacho. Primero hubo algunos piques errados, mucho sábalo en el lugar que hacia golpear los señuelos y, de repente, una parada de señuelo en mi caña y posterior corrida. Nos dimos cuenta de que era un buen dorado que se había enojado bastante pero, luego de pelearlo un poco, se me soltó. Me dijeron unas cuantas cosas mis compañeros, yo sólo miraba el piso totalmente abatido. 

Seguimos pescando pero volviendo hacia las cabañas y probando varios minipesqueros que nos dieron más capturas para sumar a los ya concluidos. Mucha pesca, mucho pique, buenos tamaños. Así finalizó otra visita a la ciudad correntina de Esquina, siempre contento, feliz y con la misma inquietud: contando los días para volver.