El río Limay fue nuevamente protagonista. Pero esta vez no sólo como escenario natural, sino como espacio de encuentro entre deporte, formación y comunidad. En la localidad de Senillosa, el Segundo Torneo de Pesca de Carpas confirmó que la pesca deportiva, cuando se organiza con criterio y mirada a largo plazo, puede transformarse en una verdadera política pública con impacto social. La cita tuvo lugar en el Balneario Los Mimbres, un espacio que comienza a consolidarse como referencia para actividades al aire libre en la región. Durante dos jornadas, el río reunió a pescadores experimentados, principiantes, familias completas, niños y adultos mayores, todos compartiendo una misma orilla y una misma pasión.

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Antes de competir, aprender
Lejos de comenzar directamente con la competencia, la organización tomó una decisión poco habitual y altamente valorable: una clínica de pesca como actividad previa al torneo. La capacitación estuvo a cargo de Nicolás Barros, instructor certificado por la AAPM e instructor de la Subsecretaría de Deportes de Neuquén, quien brindó una jornada formativa centrada en técnicas de lanzamiento (Fly Cast), seguridad, lectura del río y manejo responsable de los ambientes. La clínica no solo elevó el nivel general de los participantes, sino que dejó un mensaje claro: la pesca deportiva moderna se construye desde el conocimiento y el respeto por el recurso. Para muchos asistentes, especialmente los más jóvenes, fue el primer contacto formal con conceptos que van mucho más allá de lanzar y cobrar.

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El torneo: números que hablan
El domingo fue tiempo de competencia. El Segundo Torneo de Pesca de Carpas evidenció un crecimiento sostenido respecto de su primera edición. Con cerca de 60 inscriptos y más de diez capturas registradas, el certamen mantuvo actividad constante durante toda la jornada, demostrando el potencial del Limay para esta modalidad. La pieza ganadora alcanzó los 5 kilos, coronando una jornada intensa y bien fiscalizada, bajo un reglamento claro que priorizó el correcto desarrollo de la competencia y el cuidado del ambiente. Más allá del podio, el clima fue el de un torneo ordenado, participativo y con fuerte espíritu deportivo. Uno de los aspectos más destacados del evento fue la diversidad etaria. Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores compartieron el torneo en un entorno cuidado y accesible. La presencia de familias completas acompañando la actividad reforzó el carácter comunitario de la propuesta y mostró a la pesca como una herramienta de inclusión y encuentro intergeneracional.

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El torneo dejó algo más que buenos recuerdos y algunas fotos con carpas imponentes. Dejó un precedente. La articulación entre organización técnica, municipio y Estado provincial demostró que la pesca deportiva puede y debe organizarse con reglas claras, mirada ambiental y objetivos comunitarios. Desde la Secretaría de Deportes y Cultura de Neuquén, destacaron la continuidad de esta línea de trabajo. Así, Senillosa dio así un paso firme: jerarquizó la pesca de carpas, la vinculó con la formación a través de una clínica previa y la integró a una agenda deportiva que mira al futuro. En tiempos donde muchas actividades se improvisan, aquí hubo planificación, evaluación y una señal política concreta. El deporte —incluso con caña en mano— también construye territorio. El río Limay estuvo ahí, como siempre. La diferencia fue lo que pasó en sus orillas.

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