El guía Damario visitó laguna Las Barrancas el último fin de semana y confirmó lo que muchos intuían: la lisa regresó con fuerza y está respondiendo muy bien. Foto: Daniel Console
El guía Damario visitó laguna Las Barrancas el último fin de semana y confirmó lo que muchos intuían: la lisa regresó con fuerza y está respondiendo muy bien. Foto: Daniel Console
El guía Damario visitó laguna Las Barrancas el último fin de semana y confirmó lo que muchos intuían: la lisa regresó con fuerza y está respondiendo muy bien. Foto: Daniel Console
El guía Damario visitó laguna Las Barrancas el último fin de semana y confirmó lo que muchos intuían: la lisa regresó con fuerza y está respondiendo muy bien. Foto: Daniel Console
Lisas Barrancas arriba en Lezama
La tradicional laguna vuelve a vivir un gran momento tras la sequía y ofrece jornadas de pesca explosivas, con portes firmes y técnicas bien afinadas para dar con la esquiva especie.
Por Daniel Console
Tras varios años donde la sequía golpeó con fuerza a los espejos de la cuenca del Salado, tiempos en los que el corredor de la Ruta 2 hacia el sur fue uno de los más castigados. A mano derecha, desde Chascomús hasta Pila y Lezama, los bajos niveles de las lagunas marcaron una temporada apagada, con pesqueros que apenas sobrevivían a la falta de lluvias. Pero el clima cambió. Y lo hizo de manera abrupta: en los últimos doce meses las precipitaciones se volvieron copiosas, generando un escenario opuesto, con desbordes, caminos intransitables y clubes inundados. Aun así, y según nos contaba nuestro amigo y referente de la zona, Jorge Damario, hubo una franja que pareció quedar bajo un “paraguas”: el sector Lezama–Pila–Chascomús. Allí las lluvias llegaron en menor proporción y, para peor, sin retén ni gaviones que frenen el escurrimiento, el agua se iba con rapidez. Solo en los últimos meses la cota se estabilizó en niveles óptimos. Y con el agua… volvió la pesca.
Un regreso esperado
Damario visitó laguna Las Barrancas el último fin de semana y confirmó lo que muchos intuían: la lisa regresó con fuerza y está respondiendo muy bien. En apenas unas horas logró una excelente cosecha, fiel a un pesquero que supo mantener su prestigio. La pesca de lisa, como siempre, exige sigilo y técnica: cero ruidos, movimientos calculados y hasta evitar que nuestra sombra se proyecte en el agua. La aproximación se hace embarcados, detectando la actividad por los movimientos característicos. Una vez localizadas, se retrocede unos 50 metros, se desembarca y se accede caminando para no delatar su presencia.
Equipos, aparejos y carnadas
Se utilizó equipo liviano, similar al de pejerrey: caña sensible y reel frontal. Rindieron dos líneas clásicas: la tradicional de tres boyas, color a elección y visión de cada pescador y la famosa chiripa, bien estirada, sin panza, rematada con una boya Mandale. En cuanto a carnadas, lo más efectivo fue la lombriz grande, aunque respondieron también otras variedades y la panza de lisa teñida de rojo, un viejo truco que sigue vigente. Las brazoladas cortas, de apenas 5 cm, marcaron la diferencia. El resultado: un festival de piques. Estallidos en la superficie, boyas que temblaban con sutileza o que desaparecían con violencia. La imprevisible conducta de la “ojona” se hizo presente con portes excelentes: entre 800 gramos y 2 kilos, con un promedio que rondó el kilo.
Un pesquero histórico
La laguna Las Barrancas, en Lezama, se ubica a poco más de 170 km de Buenos Aires, entrando por la Autovía 2. Sus barrancas características, los amplios juncales y la notable población de pejerreyes, lisas, tarariras y carpas la convierten en un destino de primer nivel. A diferencia de otros espejos, aquí abundan los ejemplares de muy buen tamaño. Para llegar, se accede por Ruta 2 hasta Lezama; desde allí se toma la Ruta 57 hacia Pila. Tras 13 km, en el segundo camino real de tierra se dobla en giro cerrado a la derecha rumbo a Puente La Horqueta, a 6 km. Pasando el puente, a mano derecha, se encuentra el ingreso al pesquero. Se trata de una laguna cíclica ligada al comportamiento de la cuenca del Salado. En épocas de crecida recibe un verdadero aluvión de especies que encuentran allí un hábitat ideal para reproducirse y desarrollarse antes de emigrar nuevamente con los rebalses naturales.
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