Las truchas gigantes del embalse Alicurá

Con el inicio de la temporada en noviembre, el sur del país vuelve a encender su ritual más esperado: la pesca deportiva. Entre los escenarios más buscados aparece el embalse Alicurá, un espejo de aguas frías y profundas que cada año sorprende con truchas de porte excepcional. Ubicado en el corazón del valle del río Limay, entre Neuquén y Río Negro, este embalse rodeado de mesetas áridas y paisajes volcánicos es, desde hace tiempo, sinónimo de truchas trofeo, tanto arcoíris como marrones. Allí confluyen mosqueros de todas partes y también amantes del spinning liviano, atraídos por la posibilidad real de dar con piezas que superan largamente los estándares patagónicos. Es, sin exagerar, uno de los puntos más previsibles cuando el objetivo es buscar un pez para recordar.

Un domingo que terminó en hazaña

A ese rincón del Limay llegó, bien de madrugada, un grupo de pescadores de Dina Huapi encabezados por Ezequiel Balmaceda. Para ellos, las salidas de fin de semana son casi un ritual: mate temprano, auto cargado y ese entusiasmo que solo la pesca despierta. Aquella mañana de domingo 9 nada hacía prever que vivirían una captura que daría que hablar. Ese día, Ezequiel decidió probar una cucharita especial, un señuelo que su abuelo le había regalado hacía años. “La voy a probar a ver qué onda”, contó después. El primer tiro pasó inadvertido, pero en el segundo llegó el impacto: un pique firme, profundo, de esos que hacen vibrar la caña desde el mango. “Se sentía pesada”, recordó. Lo que emergió minutos después fue una trucha imponente, una de esas que muestran por qué Alicurá es un sistema tan productivo y respetado.

Las fotos circularon rápido en redes, y como suele ocurrir, no faltaron los comentarios incrédulos. “Siempre está el que critica o el que no cree, más ahora con la IA, pero no pasa nada”, dijo el joven. Con los permisos al día y dentro de temporada, la pieza terminó en la parrilla ese mismo domingo, como cierre perfecto para la aventura.

Un ambiente que hay que cuidar

Más allá de la emoción por la pesca, Ezequiel remarcó la importancia de cuidar el entorno. “Lamentablemente se encuentra mucha basura: botellas, latas, de todo. No entiendo por qué cuesta tanto llevarse los residuos. Tenemos que cuidar los lugares que tenemos”, insistió. Una reflexión que cada temporada se vuelve más necesaria en ambientes de fácil acceso y alta concurrencia.
Una temporada para disfrutar

Con noviembre comenzó formalmente la temporada de pesca deportiva continental en Río Negro, una tradición que moviliza a pescadores de todo el país. Los ríos Limay, Manso, Pichileufú y los grandes lagos cordilleranos ya reciben a miles de aficionados que buscan naturaleza, deporte y ese instante único en que el pez toma el señuelo. Alicurá, como cada año, vuelve a ser uno de los destinos estrella: truchas grandes, escenarios amplios y la sensación, siempre presente, de que en cualquier tiro puede aparecer la captura de la temporada.

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