La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva. Foto: Paz Cenarego
La pesca argentina a la deriva: entre la soledad y la incertidumbre económica
Nos referimos a la actividad comercial que se desarrolla en la costa argentina. Adriana Gatti y Paz Cenatiempo entrevistaron a las familias que viven de ella y revelaron que hace un año que el sector atraviesa una de las crisis más profundas de su historia.
Hace un año que el sector pesquero atraviesa una de las crisis más profundas de su historia. En un contexto de precios internacionales en baja, cargas impositivas insostenibles y un dólar planchado que encarece los costos operativos. Muchos barcos hoy optan por quedarse en el muelle antes que salir a navegar a pérdida. Según el Indec, en el mes de marzo, el último índice de la serie desestacionalizada muestra una variación negativa de 12,2 % con respecto al mes anterior.
“Es la peor crisis de la historia. No hay un rumbo claro. Se vive con una incertidumbre constante. Los costos superan ampliamente las condiciones de trabajo. Un dólar planchado y un valor alto de combustible”, afirma Juan Taranto, inmigrante y ex capitán de barco de la ciudad de Mar del Plata. Con décadas de experiencia en el mar, comenzó vendiendo pescado y hoy lleva adelante su propia empresa pesquera.
La situación actual afecta no sólo a las empresas, sino también a quienes viven del barco: capitanes, marineros y maquinistas, quienes exponen su vida en alta mar bajo condiciones muchas veces invisibles para la mayoría. “Según los viajes que hacés, cobrás. Cuanto más pescás, más ganas y hoy está difícil”, comenta Marcelo, otro hombre de mar. Actualmente se observa una debilidad en los sindicatos. Aunque intentan lograr acuerdos salariales y deciden hacer paros como medida de fuerza, muchos trabajadores se ven imposibilitados de adherirse, ya que dejan de cobrar sus haberes. “Los sindicatos piensan que todos tienen que ganar lo mismo y creo que se tiene que pagar según el conocimiento. El de arriba tiene que enseñarle el conocimiento, por lo cual no es legal que un capitán gane igual que un marinero” (Taranto, 2025).
Muchos de ellos comienzan a embarcarse por necesidad y terminan descubriendo una vocación de la cual no quieren desprenderse. “Mi tío tenía una lancha y me fue transmitiendo su pasión”, cuenta Carlos Moral, capitán de barco.
Vivencias en el mar
Poco se sabe que ocurre en el medio del mar. El amanecer, la oscuridad y la soledad acompañan a la inmensidad del océano. Cada partida es un gran desafío. Las olas de siete metros, los vientos y las mareas en alta mar pueden sorprender a la tripulación, quienes con tan sólo una mala maniobra puede dejar consecuencias irreversibles.
Tal como ocurrió con el Angelito y el Amapola, en la 1990, la segunda tragedia más grande de la historia del puerto de Mar del Plata. En ese momento, muchos barcos cerca de la zona decidieron ir al hecho con la intención de rescatar al menos a uno de los 16 tripulantes. “El Angelito fue el primer barco que navegué como capitán. Conocía los pedazos de barco luego del incidente” (Taranto, 2025). Otros colegas recordaron el caso: “Es la anécdota que más me marcó. Estábamos cerca, navegando. El Amapola tuvo un problema de máquina y pasó la desgracia, se perdieron los cuerpos por mal tiempo. Nosotros nos enteramos después” (Marcelo, 2025).
Los conflictos a bordo, en medio de un temporal, ocurren más de lo pensado. La desesperación por no perder todo los lleva a reaccionar por impulso. Taranto afirma la necesidad de pensar con la mente fría para que no termine en desgracia y, además, agrega: “El barco es una pieza de relojería donde una función falla, falla el reloj. Es el único sustento de la vida. No hay que abandonarlo nunca”.
Pese a las dificultades económicas y climáticas, no todo está tan mal en la vida del hombre de mar. La tranquilidad y la soledad permiten conocerse en profundidad. “Hay que conocer qué es estar solo. Estás vos, el barco, la gente y el mar. La tierra no existe casi” (Taranto, 2025). Los amaneceres, los atardeceres y las noches oscuras rodeadas de estrellas fanatizan a los trabajadores en medio del Atlántico. Observan especies alucinantes, como ballenas y delfines que los acompañan en su andar.
El hombre de mar expone su vida por amor al trabajo los 365 días del año, entendiendo que muchas veces se pierde grandes momentos en tierra. Los familiares que quedan en el muelle rezan para que vuelvan de pie. Sin embargo, lo que no saben es que para el capitán lo que más preocupa no son los factores climáticos, si no las “ausencias del tiempo y la pérdida de momentos” (Moral, 2025).
“En el momento que estás trabajando, generalmente no te das cuenta. Cuando te querés acordar, te perdiste todo. Mis cumpleaños, casi todos. Se extraña a la familia” (Marcelo, 2025).
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