El primer pingüino del año llegó a El Pedral Foto: Florian von der Fecht.
El primer pingüino llegó a El Pedral, pero antes limpiaron la costa de plásticos. Foto: Laura Gall.
El primer pingüino llegó a El Pedral, pero antes limpiaron la costa de plásticos. Foto: Laura Gall.
El primer pingüino del año llegó a El Pedral Foto: Florian von der Fecht.
El primer pingüino del año llegó a El Pedral Foto: Florian von der Fecht.
El primer pingüino del año llegó a El Pedral Foto: Florian von der Fecht.
El primer pingüino del año llegó a El Pedral Foto: Florian von der Fecht.
El primer pingüino del año llegó a la estancia El Pedral en Chubut
Fue en los primeros días de septiembre cuando recibimos al primero de la especie, solitario, eligiendo el nido a la espera de su compañera. Una sorpresa que se renueva todos los años en el Golfo Nuevo.
Por Laura Gall
Caía la tarde en Punta Ninfas. El sol ya cruzaba el horizonte, mientras la luna, casi llena, ascendía por encima del acantilado. La caminata entre nidos vacíos había sido, hasta ese instante, una pequeña desilusión: la espera del primer pingüino parecía estirarse unos días más. Hoy no sería “el gran día”. Pero al volver sobre los pasos, allí estaba: solo, a pocos metros del mar apareció el primer pingüino de Magallanes de la temporada a esta zona de la costa de la provincia del Chubut.
Tras más de cuatro meses de vida exclusivamente marina, tocaba tierra nuevamente. Ningún otro había llegado aún; podría elegir el nido más cómodo, el más cercano al mar, pero prefirió quedarse tranquilo, de pie, mirando el horizonte. Como si necesitara un tiempo para volver a acostumbrarse. Apenas había luz, pero se logró una foto: el registro del momento exacto en que el ciclo volvía a comenzar. El 4 de septiembre 2025 llegó el primer pingüino.
Al día siguiente la escena cambió por completo: decenas de pingüinos ya caminaban por la playa, cada uno buscando el nido del año anterior, siguiendo esa memoria prodigiosa que los guía con precisión. Y asi en varios días mas la colonia se ira completando. Esta escena, se replicó sin duda en todo el resto de las colonias de pingüinos de Magallanes del país.
Refugio de pingüinos
En la estancia El Pedral, dedicada a la producción de lana Merino, conviven la vida rural con el turismo y la conservación. Ofrece experiencias por el día o para grupos cerrados en la casa del casco. La colonia de pingüinos de Magallanes en El Pedral es relativamente joven. Se originó en 2009, cuando apenas 14 parejas exploradoras eligieron estas playas para anidar. Desde entonces crece año tras año protegida como Refugio Natural de Vida Silvestre Punta Ninfas. Hoy miles de individuos regresan cada primavera, criando a sus pichones a pocos metros de los acantilados y compartiendo la costa con elefantes marinos, lobos marinos y aves.
El pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus) migra miles de kilómetros hacia el norte en el invierno del Hemisferio Sur, en busca de aguas más templadas y ricas en alimento. En primavera regresa al mismo nido del año anterior, donde la pareja -casi siempre monógama- se reencuentra para incubar dos huevos y criar a sus pichones. La fidelidad al sitio de anidación y la sincronía de sus desplazamientos la convierten en una especie emblemática de la costa patagónica. A fines de marzo o principios de abril volverán a partir al mar.
Días antes de la llegada del primer pingüino, GPS (Global Penguin Society creación de Pablo Popi García Borboroglu) junto a El Pedral, organizó una jornada de limpieza de playas con jóvenes de Puerto Madryn. Estas acciones no son simbólicas: son determinantes. Los plásticos y desechos arrastrados por el mar o arrojados por barcos pesqueros representan una amenaza real, pues pueden ser ingeridos accidentalmente por las aves. Otros residuos que llegan a las playas de la estancia provienen de las playas y de un basural vergonzoso a cielo abierto de Rawson.
Limpiar antes de la llegada de la colonia reduce el riesgo de que los pingüinos confundan fragmentos de plástico con alimento. Y más allá de una acción puntual, se plantea la necesidad de repetir estas limpiezas con frecuencia, para asegurar que las playas se mantengan libres de basura durante toda la temporada.
El espectáculo de ver ballenas desde los acantilados de la estancia, o pingüinos caminando entre sus nidos, es un privilegio. Pero también es un recordatorio. Lo que hacemos como humanidad impacta directamente en estas especies. Reducir el uso de plásticos descartables, reciclar y apoyar programas de conservación son pasos concretos y urgentes.
Cada septiembre, el regreso del primer pingüino no sólo marca el inicio de un ciclo natural: nos recuerda que la responsabilidad de cuidar ese entorno y preocuparse por reducir volumen de residuos es también nuestra.
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