No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
No todo es fly en la Patagonia. Amigos del norte bonaerense disfrutaron también de la pesca con señuelos y cucharas. Foto: Fernando Rolandi
Experiencia truchera en el Limay Superior
Un destino de pesca único en la Patagonia, lleno de truchas arcoíris y marrones. De aguas cristalinas, y paisajes que mezclan bosque y estepa, es un sitio difícil de olvidar para aquellos que lo visitan.
Por Jorge Virgilio
El río Limay es una de las cuencas más extensas y variadas de la Patagonia Argentina. Con una treintena de lagos y más de 10.000 km² de Parques Nacionales, este curso oficia de límite a dos provincias: Río Negro en la margen sur y Neuquén en la norte. Se divide en varios tramos, siendo el superior el que se extiende entre el lago Nahuel Huapi y el embalse Alicurá, el medio entre Piedra del Águila y Exequiel Ramos Mejía, y el inferior entre Arroyito y la confluencia con el río Neuquén.
Un grupo de amigos de Ramallo viajó al sur en busca de las preciadas truchas neuquinas atraídos por la pesca y, sobre todo, por la camaradería. Fernando Rolandi, guía experimentado de la zona norte bonaerense, cambió sus habituales dorados y manduvas por las codiciadas truchas arcoíris y marrones. Acompañado por Jonatán, Mario, Fernando y Sebastián, emprendió una larga excursión con un objetivo claro: la pesca en el río Limay Superior, que en mapuche significa "límpido y transparente".
Este río, con sus casi 60 kilómetros hasta su confluencia con el Traful, ofrece paisajes espectaculares. Su caudal varía según la temporada, alcanzando su máximo en diciembre y disminuyendo hasta abril, momento en que las condiciones son ideales para la pesca. Los amigos encontraron el río con un caudal bajo, lo que les obligó a concentrar su esfuerzo en los pozones, donde las capturas eran más probables.
Un clima agradable dio contexto a la salida, con días plenos de sol y los piques más abundantes al caer la tarde. A partir de las 16 hs, la actividad entraba en ascenso permitiendo obtener distintas capturas usando cucharas, señuelos articulados o moscas.
El Limay en estos puntos son un paraíso para los pescadores tanto principiantes como para los experimentados, quienes pueden dar en sus aguas cristalinas con capturas de las variedades arcoiris y marrones, como también disfrutar de la pesca en un entorno con densa vegetación que mezcla el bosque andino patagónico con la estepa, brindando un refugio natural para las truchas. Sin dudas, un destino imperdible y que bien vale visitarlo independientemente de las distancias.
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