De visita a Olivos, testeamos la pesca costera en el norte del Río de la Plata

En ocasión de llevarse adelante un concurso interno, fuimos invitados al emblemático Club de Pescadores Olivos ubicado frente al puerto local. La entidad cuenta con un muelle de 300 metros que se adentra en el estuario y está destinado exclusivamente para practicar la pesca deportiva. Esta institución fundada el 1 de octubre de 1939 forma parte integral de la historia del barrio, donde generaciones de familias se reúnen, no solo para pescar, sino también para disfrutar de este espacio frente al río y compartir con sus vecinos.

La reunión proponía un desafío a la pesca del pejerrey, el cual no siempre está predispuesto a mostrarse, aunque tenga las condiciones climáticas ideales. En esta ocasión, el pique se dio en la típica modalidad de flote y curiosamente, de fondo. Para este último caso, la forma de dar con él era lanzando desde el morro y buscando la mayor distancia posible encarnando con mojarra viva, salada e inclusive combinaciones con filet de dientudo y pejerrey. De esa forma, también vimos con sorpresa obtener bogas, las cuales con estas bajas temperaturas es raro verlas comer, e inclusive bagres amarillos de excelentes portes que tomaban estas carnadas. 

En el concurso, los pejerreyes salían esporádicamente a unos 30 y 35 cm de profundidad, con cualquier tamaño y color de boyas. En este caso, en los cebos se aplicaba una variante al utilizarse el gusanito como alternativa. Esta pequeña larva se obtiene al poner en descomposición cabezas de pescado, y aseguran que la sustancias que eliminan atraen a los peces. Se trata de una labor ingrata para hacer en casa pero que en definitiva da resultados. Los tamaños eran justos, o sea pejerreyes de medida que oscilaban entre 20 y 25 cm que volvían al agua después de ser fiscalizados. Las llevadas eran firmes mostrando un pez enérgico y saludable, pero notamos que no aparecían otras especies que suelen tomar estas carnadas como dientudos, pequeños bagres o mojarrones, aunque si la sorpresa se dio en un hábil participante que al clavar una fuerte corrida descubrió un dorado firmemente agarrado de un pequeño anzuelo. 

Ya durante la tarde y después de finalizado el encuentro, las condiciones con respecto a la marea y el viento cambiaron drásticamente. Comenzó la bajante y desde el cuadrante sudeste soplaron fuertes y frías ráfagas que nos alejaron del pique y nos obligó a dar por finalizada la jornada. Sin dudas, para lograr algún éxito en las costas del rio color de león siempre hay que tener la información climática y buscar las condiciones acordes para la práctica de la actividad.