Friday 29 de March de 2024
TURISMO | 29-10-2019 13:28

Girona: joya en el interior de Cataluña

Dos mil años de historia catalana y española en una ciudad al borde del río Onyar que hace gala de su deliciosa gastronomía.
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Girona ofrece la concentración de 2.000 años de historia, la cultura y la gastronomía catalana y española. Por ejemplo. En la zona que está junto al río Onyar, el agua refleja los coloridos edificios, levantados como con ladrillos de Lego, a los que se suman las torres de la Catedral y la Basílica de Sant Feliu.

Antes sólo se iba a Girona cuando llovía en la costa, dicen las malas lenguas. Y eso que ya en los años ‘60 el escritor catalán Josep Pla (1897-1981) hablaba maravillas de la ciudad: Girona tiene “una personalidad inmensa”, es “una ciudad perspicaz, que se preservó a lo largo de los siglos, una ciudad de sensibilidad acumulada, de fuerzas espirituales inagotables, sorprendente”. De hecho, hay muchas vistas sorprendentes: callejones, plazas, empedrado, fachadas de piedra, cafés al aire libre, balcones repletos de macetas, plantas colgantes y ropa puesta a secar al sol se unen en una especie de mosaico.

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El ambiente es especialmente animado por la noche, cuando se retiraron los que la vinieron a visitar por el día. Entonces, las voces se hacen fuertes en las terrazas de los restaurantes de las arcadas de la Plaza Independencia. Y en el Call, el antiguo barrio judío, vuelve a reinar el silencio, mientras las luces de las farolas descienden por las escaleras de piedra y los pasamanos de metal. 

Esta imagen tan idílica en realidad tiene detrás una historia trágica. El Call en torno a las callejuelas de Força y Sant Llorenç era en la Edad Media el barrio judío de Girona, uno de los más grandes de España. Había sinagogas, baños, una escuela de cabalá, edificios de viviendas con patios interiores y jardines.

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De Girona salieron sabios, poetas y médicos, pero a la larga aumentó la intolerancia hacia los que profesaban otra religión. Un saqueo en agosto de 1391 supuso el inicio de la expulsión de los judíos de Girona. El tema es profundizado de forma elaborada en el Museo de
Historia de los Judíos. Mientras que en el histórico barrio judío realmente vivían judíos, en los llamados “baños árabes” (banys arabs) seguramente no se bañó ningún árabe. El edificio de la Alta Edad Media fue hecho a imagen y semejanza de los antiguos baños árabes. Desde allí, es muy fácil llegar hasta el paseo de la muralla de la ciudad, cuya entrada gratuita es una amable señal de bienvenida.

La mirada se topa entonces con la catedral, hacia la que sube una amplia escalinata, sobre la que es habitual encontrar turistas  sacándose selfies en posiciones absurdas. Josep Pla escribió en su momento una alabanza al “gótico inaudito, señorial” del templo, que
no merece ”uno, sino cientos de visitantes”.

Un pasado más cercano es el que se puede explorar en la Casa Masó del arquitecto Rafael Masó (1880-1935). Jordi Falgàs, director de la Fundación Rafael Masó, a veces encabeza personalmente las visitas guiadas por “esta casa típica de la burguesía de hace cien años”, que Masó reformó en el estilo del novecentismo, el neoclasicismo catalán. La propiedad junto al Onyar es tan original y vanguardista como aquello que el herrero artístico Sergi Cadenas hace en su taller ”Ferros d’Art Cadenas” honrando la tradición familiar y lo que Sergi Ballús y Rose Rivas preparan en el restaurante Occi en el casco antiguo.

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Es típico de la cocina de Girona combinar elementos de “mar y montaña” (”mar i muntanya”), algo que la pareja de cocineros Ballús y
Rivas también practica de forma privada. Patas de cerdo con langosta es el plato favorito de Rose de los que prepara Sergi. Claro que éste no aparece en la carta del restaurante, explica Sergi Ballús: “Lo bueno es entonces que uno se puede chupar los dedos sin
vergüenza de estar en público”.

dpa

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