En un circuito que resulta ideal para una jornada completa, relevamos seis poblaciones cercanas a Buenos Aires por caminos transitables para todo tipo de vehículo. Una recorrida por distintos puntos de interés, donde además la consigna fue la de visitar las estaciones ferroviarias de cada lugar; unas en actividad, otras en desuso y en algunos casos recicladas para otras temáticas.
Manzanares. Dejando atrás esta zona, una curva pronunciada a la izquierda: de inmediato observamos un añejo tanque de agua y algunos muros que pertenecían al viejo apeadero. Sólo 2.000 metros habrá que hacer, costeando una hilera de añejos árboles, para llegar al pueblo de Manzanares, que pertenece también al distrito de Pilar. Finaliza el camino de tierra en la calle Río Hondo, por la que ingresamos al cuarto destino del periplo. Casas de fin de semana y barrios privados como La Escondida y San Francisco, entre otros. En breve la calle se corta, giramos a la derecha por Manzotti, y avanzamos viendo una sucesión de añejas casonas y gastados palenques en medio de un apacible entorno pueblerino.
Pasamos también por la parroquia San Luis Gonzaga y costeamos el predio ferroviario a lo largo de unos 500 m hasta el cruce de vías. En este trayecto resalta la moderna y activa estación del tren perteneciente al Ferrocarril San Martín; y frente a ésta se encuentra Estación 1888, una vieja construcción reciclada y convertida en un elegante restaurante donde sobresalen platos elaborados para paladares exigentes (sopa de calabaza, goulash con spaetzle, lasagna rellena y fideos con langostinos, entre otros).
El lugar cuenta también con una cava que posee una amplia variedad de vinos (Informes Tel.: 0230-4441180 o Instagram: @estación.1888). Al seguir bordeando el predio ferroviario, llegamos a la esquina donde finaliza y allí pudimos observar un poste esquinero en el que aún se conserva una viejísima placa de hierro con las siglas del antiguo ferrocarril: FCBAP (Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico). Cruzamos las vías y las vamos bordeando de la mano contraria el tendido de rieles, pasando por el emblemático Club Manzanares, una buena arboleda y la biblioteca popular que se ubica en la estación.
Sobre el andén, unas viejas palancas que oficiaban para el cambio de vías, aún se conservan. Seguimos costeando el predio ferroviario hasta su culminación, y doblamos a la izquierda para cruzar de nuevo las vías y girar a la derecha por la calle Bartolomé Mitre, por la que transitamos hasta la altura del 1.600. Aparecen varios countries y pequeños centros comerciales, y en el punto fijado, doblamos a la izquierda una cuadra por la calle Directorio, para cruzar por debajo del túnel de la RN 8 y seguir por colectora a la izquierda unos 2.000 ms hasta la calle Méndez. Pasamos en este tramo por el Pilar Golf Club, sede en varias oportunidades del Abierto de la República y predio además donde se encuentra el Hilton Pilar, elegante hotel que cuenta con spa, restaurantes, piscinas, salas de reuniones y confortables habitaciones.
Fátima. Tomamos por Méndez unos 100 m hasta el arco de entrada al solar de la Capilla Nuestra Señora de Fátima, donde arranca el quinto destino, ubicado precisamente en el poblado de Fátima, que depende también del partido de Pilar. Apenas ingresamos vemos un hermoso parque con numerosos árboles, mesas y bancos para quedarse un buen rato compartiendo unos mates o alguna vianda y disfrutar aún más el lugar. La capilla es pequeña pero muy agradable, y junto a ella, una casa que se utiliza para retiros espirituales.
Paseos y sabores bajo el encanto de las palmeras
Al salir de este apacible complejo, de nuevo cruzamos el túnel por debajo de la RN 8 y tomamos por unos 300 m la calle Gorostiaga (luego Av. Atalaya). Allí está La Vieja Esquina, donde la cerveza es la gran protagonista (pilsener o IPA entre las variedades más destacadas) acompañada de buenas picadas, hamburguesas o variedad de pizzas a la parrilla, un clásico del lugar (Instagram: @la_vieja_esquina_cerveza). A metros nomás vemos la inactiva estación Fátima, aunque muy bien cuidada. Hay algunas mesas y bancos de madera en sus espacios verdes, y en el edificio propiamente dicho funciona la delegación municipal y la casa de la cultura. Al lado se encuentra la plaza Empalme con juegos infantiles, un ofrendatorio a la Virgen de Fátima y el pequeño centro comercial del pueblo.
Los Cardales. Retomando el viaje, de nuevo hacia la colectora para cruzar otra vez debajo del puente, y a la izquierda para subir a la RN 8 y transitar sólo 2 km (hay peaje) y salir a la derecha por la subida hacia la RP 6 que nos lleva hasta nuestro último destino: Los Cardales, situado a unos 6 km más adelante. Entramos por la segunda rotonda (Av. De Luca) y a los 200 m giramos a la derecha por Av. San Martín hasta el cercano playón del ferrocarril, donde estacionamos e iniciamos un corto paseo peatonal.
Allí nace un amplio espacio verde que se extiende lindero a la estación del tren que data de 1902. Un poco más allá se encuentra un escenario y espacio cultural donde suelen realizarse espectáculos artísticos, y hay también artesanos y paradores gastronómicos. Detrás del escenario, sobre la calle paralela al predio, aún se conserva en Rivadavia 250 el primer surtidor de combustible del pueblo, perteneciente a la firma Shell. Es del año 1920 y fue declarado de Interés Histórico Municipal.
Regresando por esta calle, vemos algunos comercios y, sobre 25 de Mayo, la Parroquia Sagrada Familia, construida en 1957. Allí nomás se levanta el pequeño pero moderno Paseo de la Recova (25 de Mayo y Rivadavia); y en la esquina opuesta, el histórico bar Di Yorio que marca el punto final del circuito (Informes Tel.: 11-6227-8678 o Instagram: @bardiyorio). Este emblemático lugar abrió sus puertas en 1925 de la mano de inmigrantes italianos (Alfino y Juana Di Yorio).
Desde aquel entonces pasaron cinco generaciones y hoy el recinto se especializa en variedad de cafes, repostería y heladería artesanal. Su interior guarda testimonios históricos tales como objetos de 1800, una vitrina con recuerdos del gran futbolista Alfredo Distéfano, que en su niñez jugaba en el club Unión Progresista de Los Cardales; una vieja máquina de café y una registradora; la mesa donde daba sus primeras charlas políticas Juan B. Justo y los recuerdos de don Jorge Cafrune cuando recién comenzaba con el canto.
Aquí además funcionó el primer teléfono público del pueblo y, allá por 1952, el primer televisor (ambos aún se conservan). En aquella época se sacaba el aparato a la vereda junto al palenque, al lado de una pizarra en la que se escribía la programación del Canal 7 para orientar a los lugareños que frecuentaban el bar. Mientras visitamos el recinto, una buena merienda nos espera en el patio interno del local, en compañía de un fantástico atardecer que invita a prolongar una distendida charla para recordar cada lugar por los que anduvimos y descubrimos a lo largo de esta entretenida travesía.
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