Cuando cae la noche en Rangún, los letreros de neón se
iluminan y las ventanas de los rascacielos recién construidos brillan
en el horizonte oscuro. También Buda se ha adaptado a los tiempos
nuevos y brilla en varios lugares como estatua con una aureola
psicodélica multicolor de diodos luminosos, casi como si se tratara
de un dios de la discoteca.
Rangún, la ciudad más grande de Myanmar, la antigua Birmania, se va
pareciendo cada vez más a otras metrópolis asiáticas. Es cierto que
aún no es otra Bangkok ni mucho menos otra Shanghai o Singapur, pero
la tendencia apunta claramente hacia adelante.
De día, el aspecto de la ciudad es algo diferente. Entonces, un paseo
por la antigua capital birmana permite ver entre los edificios nuevos
mansiones coloniales británicas, deshabitadas y cubiertas por
vegetación tropical. En algunos lugares también pueden encontrarse
edificios de viviendas notablemente urbanas de los años 50 y 60, una
época de auge en el país recién independizado.
Y en las calles se siguen viendo personas vestidas con el longyi, la
tradicional prenda calzada alrededor de la cintura. Tanto hombres
como mujeres, jóvenes y viejos. En la cara, como protector solar,
llevan la pasta blanca que se extrae de la corteza del árbol thanaka.
Los ojos, sin embargo, están cubiertos por modernas gafas de sol de
diseño. Mientras que en los pueblos todavía se usan carretas tiradas
por bueyes o caballos como medio de transporte, en las calles de
Rangún se ven coches de alta gama.
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Existen iniciativas para preservar el pasado. He aquí dos ejemplos,
uno positivo y otro más bien negativo. El hotel de lujo “Governor’s
Residence”, situado en el barrio diplomático, ha logrado crear el
aspecto creíble de un edificio de estilo colonial de los años 20
mediante una cuidadosa renovación de sus salas y un bonito jardín.
Otra leyenda del sector hotelero de Rangún, el “Strand Hotel”,
situado en el puerto, ha elegido otro camino. Aquí, tras la
reluciente fachada renovada se están creando interiores de diseño de
última generación para atraer a la juventud adinerada.
Sin embargo, pese a todos los cambios, hay algo que probablemente se
mantendrá durante los próximos 1.000 años: el símbolo de Rangún, la
pagoda Shwedagon. Afortunadamente, se ha evitado que la estupa de 99
metros de esta edificación sin igual deje de ser el emblema por
excelencia de Rangún. Según la leyenda, el santuario ya se construyó
hace 2.500 años, mucho antes de la fundación de la ciudad en el siglo
XVIII.
Dicen que en el año 588 antes de Cristo dos hijos de comerciantes
reunieron ocho pelos del Buda Gautama. Para guardar las reliquias del
ser iluminado y de tres de sus presuntos antecesores se erigió una
pagoda que a lo largo del tiempo una y otra vez se fue ampliando y
adornando con oro y piedras preciosas.
Aquí late el corazón de Myanmar y en este lugar también ocurrieron
acontecimientos muy importantes para el país. En 1988, la actual jefa
de Gobierno y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, pronunció
aquí su primer gran discurso. Actualmente, sus detractores la acusan
de no hacer nada para impedir la expulsión de la minoría musulmana
rohingya.
Información básica: Rangún
Cuándo viajar: En las regiones costeras se registran durante el
monzón, de mayo a octubre, ciclones que también pueden llegar a
Rangún.
Cómo llegar: La mejor forma de viajar en avión a Rangún es vía
Bangkok, la capital de Tailandia. Para entrar en el país se necesita
un visado, que se puede solicitar online
(https://evisa.moip.gov.mm/).
Moneda: La moneda nacional de Myanmar es el kyath. Un euro equivale a
unos 1.580 kyat, un dólar a unos 1.340 kyat. En los hoteles y los
grandes restaurantes se aceptan tarjetas de crédito. En los
supermercados se puede sacar dinero de los cajeros automáticos con
tarjetas de crédito o débito.
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