Cada vez que un pesquero que había quedado fuera de agenda vuelve a ser noticia por su buena pesca, nos llena de alegría. Y más cuando ese lugar nos trae gratísimos recuerdos de jornadas memorables en tiempos idos. Pues bien, la Salada Grande, laguna que se había secado hace unos años, está nuevamente en carrera haciendo historia otra vez por sus magníficas flechas de plata.
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Es llamativa la cantidad y calidad de sus piezas, que a solo dos años de la fuerte siembra recibida con alevinos de la Estación Hidrobiológica Chascomús ofrece pejerreyes muy parejos en tamaño, haciendo acertado el establecimiento de una medida mínima de 30 cm para el sacrificio de ejemplares y una cuota reducida a 15 ejemplares por pescador con permiso de pesca.
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La convocatoria a relevarla nos la hizo un reconocido guía de este ámbito, Rubén Lezano, de quien hacía rato no teníamos noticias. Nos sorprendió que nos dijera que se venían dando pejerreyes de 35 a 40 cm, por lo que no tardamos en armar la salida. Transitamos autovía 2 hasta Dolores, de ahí a Conesa y Madariaga, y en la ruta 74 que va de Madariaga a Pinamar, a 3 km de la rotonda de Madariaga, tenemos un retome para girar en U y agarrar el camino de tierra a la laguna, siempre complicado en caso de lluvias. Este camino de 17 km se bifurca a mitad del recorrido y un cartel nos indicará el giro a la izquierda por la senda que nos depositará en el Club de Pesca Gral. Madariaga, único pesquero habilitado.
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La primera impresión de la laguna es de un ámbito plenamente recuperado. 6.000 hectáreas de masa líquida, poca gambarrusa, mucho cisne de cuello negro y flamenco volando al paso de los motores, un enmarcado de juncos profusos y agua de aspecto verdoso con abundante fito y zooplancton nos hablan de un ámbito que goza de buena salud. Los primeros intentos los hicimos en el Callejón de Urrutia, tras navegar una media hora. De entrada pescamos anclados, aprovechando un viento suave que hacía derivar las boyas desde la pared de juncos hacia el centro de la laguna. Y enseguida tuvimos los primeros ataques de furibundos dientudos que se abalanzaban sobre nuestras mojarras haciéndonos disparar todas las boyas. Estaban tan activos estos peces que intenté divertirme un rato con equipito de fly número 4 y un pescadito de epoxi como mosca, pero mis intentos en la modalidad no tuvieron éxito.
Nota publicada en la edición 523 de Weekend, abril de 2016. Si querés adquirir el ejemplar, pedíselo a tu canillita o llamá al Tel.: (011) 5985-4224. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
13 de mayo de 2016
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