Thursday 18 de April de 2024
PESCA | 10-09-2019 18:20

Un nuevo rincón en Esquina

El delta correntino nos vuelve a sorprender con dorados de hasta ocho kilos obtenidos en bañados poco frecuentados y, por ende, de baja presión pesquera, a los que se accede con motor eléctrico.

Buscamos dorados en una laguna de la parte sur del río Corrientes: la Dicivino. Eran varios los comentarios acerca del lugar que me venía haciendo Matías Pavoni, guía y referente de la zona. Propuso no alejarnos demasiado del búnker Río Lodge, pero sí realizar el relevamiento de un nuevo lugar lleno de vida y muy poco frecuentado por los pescadores. 
Nuestro principal objetivo era mostrar algunos pesqueros alternativos en lugares donde la afluencia de aficionados suele ser muy alta y, por lo tanto, se castigan sus aguas con marcada presencia de guías y pescadores locales. Como queríamos recorrer todos los sitios posibles dentro de esta gran laguna o bañado, nos tomamos un par de días completos, y algo más. Así fue como llegamos la noche previa a la pesca y los Pavoni ya nos tenían todo preparado para degustar una rica cena y ponernos al tanto de la pesca, explicándonos la modalidad y qué tipo de señuelos eran los más recomendables en este momento. 

Equipos adecuados

Las cañas que utilizaríamos para los señuelos más livianos iban dentro del rango de 8 a 14 lb (1 lb = 453,59 gramos) con reeles chicos y medianos cargados con hilo multifilamento de 40 lb. Para los más pesados, cañas de 10 a 17 o 12 a 20 libras con reeles medianos y grandes cargados con multi de 50. Todas las cañas entre 1,80 y 2,10 m de largo. También sumamos varios equipos de spinning hasta 17 lb, con reeles frontales medianos cargados con hilo de 40 lb. A esto le agregamos pinza saca anzuelos, bogagrip, anillas y triples de repuesto, cable de acero, gorra con visera y anteojos, entre otras cosas. ¿Qué decir de los señuelos?... Llevamos un arsenal, pero según Matías los que más íbamos a utilizar eran las bananas paleta 1 y 2, los tipo glidding y los crankster con paleta shallow. En algunos casos con anzuelos triples y, en otros, cambiados por anzuelos simples que muchas veces nos aseguran mejor la clavada. 

Primera jornada

Nos fuimos a dormir bien tempranito para estar desayunando en el lodge a las siete y luego ponernos en marcha hacia el embarcadero que posee el lugar. Allí nos esperaba Luisito, el más grande de los Pavoni, quien se encargó de tener todo alistado para disfrutar del día. Lancha en marcha, comenzamos un recorrido inusual para los que estamos acostumbrados a viajar seguido a Esquina, porque navegábamos entre los surcos de un delta formado por camalotes. Así fuimos pescando en distintas estructuras que se nos iban presentando a cada paso. Mientras el guía manejaba a su antojo el motor eléctrico, junto a mis compañeros hacíamos uno y mil tiros con diferentes tipos de señuelos. En la primera hora de la mañana, los banana fueron los que mejor resultado dieron, pero cuando el sol comenzó a calentar y la pesca se daba en los bañados con no más de un metro de agua, los sliders o glidding eran los que se llevaban las palmas. 
Yo empecé con una caña liviana y solo se me daba por cambiar señuelos: así me fue. Perdí varios piques de los buenos por no llegar firme con la clavada, hubiera necesitado cañas con mayor libraje para este tipo de pesca. En cambio, mis amigos ya tenían todo listo y reivindicaban ese dicho que reza: “El tiempo perdido arriba, se gana abajo”. Claro... con las cañas adecuadas, pique que tenían, pique que hacían efectivo. Obviamente las cargadas no tardaron en llegar y con la cabeza gacha tuve que acudir al elemento necesario para no errar más: caña de 20 lb.
La pesca era buenísima y en cada momento de la navegación encontrábamos distintos puntos que daban tres o cuatro piques por caña, sumando al final del día más de cien aciertos de dorados que, en algunos casos, llegaron a los ocho kilos de peso. 
Caía la tarde y volvimos con la idea de no probar más hasta la jornada siguiente. Atrás quedaban sin tocar varios lugares de los más lejanos pero con mucho movimiento de pescado que vimos pero no molestamos. El regreso resultó muy corto debido a las anécdotas del día, que realmente fueron muchas y de muy buena calidad. 
El amanecer del día siguiente nos esperó con la misma rutina pero mucha mejor pesca: ¡Tremenda!, me animo a decir ahora. El guía también pescó y nos demostró la experiencia de todos los días tirando en lugares por los que que quizás uno no pararía. A su tiempo, el doctor Langer tampoco se quedaba atrás. Su técnica era probar señuelos –ya iba por el numero 30, más o menos–, mostrar sus cualidades y humillarnos de reojo y en silencio. Lucho, por su parte, con sus ganas de guía intactas, molestaba al profesional verdadero –su padre–, pero demostraba saber lo que hacía. Realmente formamos un gran equipo que se divirtió con la pesca, las cargadas, las ganas y la presión que nos poníamos el uno al otro. 

Sorpresas en el final

Quedaba muy poco para el regreso cuando nos colocamos a unos cientos de metros de la salida de un bañado para llegar vía motor eléctrico, sin ruido alguno al mejor lugar. Todos preparamos los señuelos del tipo slider que suelen arrojarse muy lejos y se recogen rápidamente con un stickeo de vez en cuando para cambiarle la natación. Luciano probaba con una bananita paleta cero y también obtenía respuestas; menos, pero le picaban igual. Yo volví a mi caña liviana y otra vez perdí: 
picaron dos dorados a la vez y solo pude traerlos un par de metros porque no estaban bien clavados. Pero Matías y Christian sí obtuvieron sus buenos dorados y pudieron subirlos a bordo para la fotografía.
Para destacar, sobre un banquito de arena pinchamos un hermoso cachorrito de surubí que dio una grata pelea, buscando siempre alguna posibilidad de zona profunda sin poder encontrarla y siendo dominada por el pescador. La verdad, gracias al conocimiento del guía, pudimos dar con un lugar muy poco frecuentado dentro de uno de los pesqueros con mayor convocatoria del litoral. Una nueva posibilidad que nos brinda el Paraná Medio.

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at Julio Pollero

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