Por varias razones, Reconquista es uno de esos lugares donde se pueden conseguir grandes resultados y excelentes motivos para no aburrirse. Un intrincado y rico delta plagado de islas, bancos, riachos, bocas, juntas de agua, veriles, paleríos costeros y correderas que son un hábitat ideal para que el dorado haga de las suyas. Hay suficiente alimento para estos implacables cazadores: variada y forraje en general de la zona, además de cardúmenes migrantes de sábalos y mojarras. Otra virtud de la región es que en determinados lugares ofrece aguas de una claridad apta para la pesca con artificiales (trolling, bait cast, spinning y hasta mosca), que dan al pescador avanzado innumerables chances de éxito y al que está en camino de serlo, la oportunidad de aprender nuevos estilos y diferentes maneras de pescar. Al tratarse de una ciudad que no es ribereña (el puerto está a más de 10 km), la mayoría de los operadores ofrecen alojamiento directamente en las islas. Hay cabañas y casillas que están preparadas y acondicionadas para que los pescadores hagan base y pernocten muy próximos a las buenas canchas de pesca, evitando las largas navegaciones de ida y vuelta. Además, extendiendo los horarios hasta la excelente última hora y dando la chance de hacer lances nocturnos en busca de algún pez de hábitos noctámbulos como el surubí.

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En esta oportunidad tomamos como base de operaciones la cabaña “El Edén”, aguas arriba del Puerto de Reconquista. Y el equipo estuvo compuesto por Osvaldo Ramírez, Javier Pereyra, Sergio Checho Comizzo y Arley Topito Kaenel.
Los primeros intentos los hicimos con cebos naturales. Cuando se actúa en lugares con agua muy turbia, hay que descartar los artificiales e ir de lleno a los naturales. Por las características de las zonas que empezamos a sondear, en la Boquita Nueva, los pesqueros cercanos a la Cortada de López y los que están a la altura de la boca del Soto, pero del lado santafesino, la pesca al golpe con morenas medianas o botellonas era una buena opción para dar con chances de pique. La modalidad impone derivar cerca de la costa lanzando los cebos bien próximo a la ribera o a los puntos donde puede estar el tigre de los ríos esperando posibles bocados. La idea es ir haciendo que el cebo golpee la superficie y produzca un efecto sonoro que atraiga la atención de los peces cazadores. Las orillas son muy intrincadas y constituyen una larga sucesión de minipesqueros. Barrancas erosionadas con correderas al pie, puntas de islotes, boquitas de arroyo, ramas caídas, troncos semisumergidos, raigones y palos son accidentes que utiliza el dorado para apostarse y mantenerse acechando a los pequeños forrajeros, que a su vez buscan en lo accidentado de la ribera más oportunidades de sobrevida que en río abierto. Justamente por eso las franjas orilleras encierran todo un encadenamiento de predadores y presas con el dorado como tope de esa interesante cadena trófica.
Nota publicada en la edición 493 de Weekend, octubre de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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