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PESCA | 21-04-2013 11:41

Los primeros matungos del Plata

Las primeras flechas enormes del Río de la Plata empezaron a asomar, con el frío y el agua que cayó en la zona. Galería de imágenes.
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No te conformás con nada, todavía tenemos todas las especies de verano picando a full, días que promedian 28 grados de temperatura y ya pensás en salir a pescar pejerrey”, susurraban los integrantes de mi grupo de pesca. “No sólo lo pienso, sino que la semana que viene hago los primeros intentos”, fue mi inmediata respuesta allá promediando el mes de febrero.

Aunque convencido de que el pejerrey está todo el año en el estuario del Plata, siempre organizamos nuestras primeras salidas para dar comienzo a la temporada en los últimos días de febrero. Y la zona elegida es la sur, porque nuestro libro imaginario nos dice que entra por ese sector del río, por lo que consideramos que tanto al principio y al final de temporada las mejores opciones se dan por esa zona. Obviamente no se descarta el período invernal, siendo igual o mejor que lo que sucede en ese fecha en Playa Honda, parte norte del Río de la Plata.

Saber que el pejerrey está todo el año no significa que éste sea el mejor momento para pescarlo. Pero tratándose del gran estuario siempre tenemos la fantasía de obtener algún récord en la especie, sabiendo positivamente que ejemplares que superen realmente el kilogramo de peso son muy factibles en este pesquero y llegando muchas veces a los 2 kilos, un verdadero trofeo.

Una cancha enorme

La gran cabeza del cardumen se mueve, particularmente a principio de temporada, en lugares profundos con buena oxigenación de agua y en sitios donde el pejerrey pueda encontrar comida casi sin ser molestado por otras especies. Bien sabemos que durante varios meses se alimenta y no consume, en proporción, las calorías necesarias. Es por eso y muchas otras particularidades que encontraremos ejemplares muy gordos allá por el mes de agosto.

Este relevamiento incluye varias salidas con diferentes amigos, porque tratamos de probar con las más diversas posibilidades de climas y, obviamente, en cada una de las jornadas obtener mejores resultados.

La cancha de pesca relevada abarca un amplio sector de la zona sur del Río de la Plata, tomando como puntos referenciales cuatro lugares distintos, con algunas características bien diferentes.

Comenzamos desde la ruta que utiliza el ferry (para cruzar a Colonia) hasta el Riachuelo uruguayo, pasando por la isla San Gabriel, el Faro Farallón, Banco de Pescadores y Las Pipas.

Algunas de las salidas fueron navegando en lanchas particulares desde las guarderías de San Fernando y otras utilizando las embarcaciones del guía Matías Pavoni, con base en la ciudad de Berisso.

Sabemos que este pejerrey de río es muy combativo y pocas veces desconfiado, con una boca muy grande para la que no debemos escatimar en tamaños de anzuelos y generosas carnadas. En todas las oportunidades fuimos variando equipos y, según la luminosidad del día o la posición desde donde soplaba el viento, el color de boyas que se utilizaron.

A los equipos tradicionales de cañas largas, algunos integrantes le sumaron varas de 3 m para probar la pesca con una boya sola y un puntero pescador. No les fue tan bien.

Equipos y carnadas

Las cañas que se utilizaron fueron telescópicas y enchufables de acción de punta, fabricadas en grafito y de hasta 4,50 m, reeles frontales medianos con capacidad para cargar 200 m de multifilamento del 0,16 al 0,20 mm y huevitos o de bajo perfil chicos que cargan hasta 130 m de hilo 0,18 mm. Obviamente, también se puede emplear nylon 0,23 al 0,28 mm, siempre colocándole flotalíneas la noche anterior a la pesca.

Las líneas que se usaron estaban armadas con una separación de hasta 1,60 m entre boyas. Y en algunos casos se usó el cuarto anzuelo o alargue, donde muchas veces se da la mayor cantidad de piques por ser la boya que queda más libre. Varios son los modelos de boyas que podemos utilizar, pero en general optamos por Criterio y Cribal de madera con formatos cometa, lágrima, palito desparejo y chupetona.

Y los anzuelos bien filosos N° 1/0 al 3/0 para poder cargarlos de carnada, para lo cual empleamos mojarras vivas, saladas y filete de dentudo.

Con todos los equipos listos y desempolvados de la temporada pasada, pusimos fechas para comenzar con los relevamientos, cuyo único punto de coincidencia sería el horario de partida, porque después nos tocarían días y climas distintos para realizar la pesca.

Para nosotros el mejor horario es bien temprano en la mañana, debido al calor reinante y por el extenso viaje que tenemos por delante cuando arrancamos desde zona norte.

Un día de febrero a las 5 de la madrugada dimos por comenzada la temporada, cargando todos los bártulos en la Hannover desde los muelles flotantes de la guardería.

Todavía no había amanecido totalmente y junto al primer grupo de amigos ya estábamos navegando hacia los puntos de pesca trazados, en este caso, isla San Gabriel, Farallón y Banco de Pescadores, todos sectores con promedio de 6 m de profundidad y algunas islas de piedras.

El día se presentó muy luminoso y el viento casi ni se sentía, por lo que la navegación fue muy placentera.

Aparecen los pejerreyes

Acomodamos la embarcación con proa a la costa uruguaya y arrojamos en primer lugar el ancla de capa para corregir la deriva, mientras fuimos armando los equipos. Después colocamos el bidón con aceite de pescado para que gotee y forme la calle de ceba.

El garete nos ponía de espalda al sol, y no habría problemas con los colores de boyas a utilizar, eligiendo verde limón, blancas con multirreflejos y naranja. Brazoladas cortas de entre 5 y 25 cm y anzuelos encarnados con carnada bien fresquita.

La impaciencia y la impronta del momento nos hizo perder el primer pique, que se dio a unos 40 m de la lancha, en la boya del medio del aparejo con boyas verde limón.

Entre los malos pensamientos y las maldiciones al aire por el pique errado, a todos se nos iluminaba la cara sabiendo que los pejerreyes allí estaban comiendo.

Pasamos toda la jornada entre algunos piques de variada y otros pocos de pejerreyes, contabilizando en esta primera salida un total de seis flechas, con un par que superaron los 45 cm.

Realizamos una salida más partiendo desde San Fernando, casi con idéntico resultado. Obtuvimos algunos ejemplares más, no muy grandes, y tuvimos oportunidad de fotografiar a otros amigos que también habían pescado algunos.

Los otros intentos fueron desde Berisso, donde los pesqueros elegidos fueron cercanos a las boyas de Las Pipas y sobre la costa del Riachuelo uruguayo. Tuvimos un día más ventoso y aguas con mayor oxigenación. Y los resultados fueron realmente muy buenos, logrando más de 30 capturas entre cuatro pescadores, sin que se destaque ninguna por su tamaño. Aquí el sol casi nos daba en la cara y tuvimos que colocar boyas en color fucsia y negras mate, para poder ver los piques a la distancia.

Todos los piques eran francos: tomaban la carnada y corrían hacia algún costado, marcando el ataque como lo dice “el manual”.

Cuando veníamos navegando, otros pescadores se nos acercaron y mostraron también sus capturas, comentando cuanta anécdota se le venía a la mente. Otra temporada que se aproxima y el Río de la Plata sigue diciendo presente, sólo debemos cuidarlo. Y disfrutarlo.

Nota publicada en la edición 487 de Weekend, abril de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Julio Pollero

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