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PESCA | 30-03-2013 03:54

Laguneros de no menos de 600g

En La Gaviota encontramos ejemplares enormes, que se destacan por su buena figura y peso que nunca bajó de ese valor. Galería de imágenes.
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Julito, tengo una tapita de asado, chorizos caseros y un pedazo de vacío para tirar a la parrilla allá en la laguna, ¿querés venir a pescarla? Te puedo asegurar que hay unos pejerreyes ¡enormes !”. De esta manera comenzó la charla con Don Jorge, encargado de la laguna La Gaviota.

Realmente no me sorprendió el llamado sabiendo del cuidado del espejo, y muy pronto comencé a armar el grupo para salir raudos hacia San Cayetano, ciudad bonaerense donde se encuentra enclavado este pequeño y magnífico espejo de agua con condiciones óptimas para lograr una pesca muy importante en calidad, con pejerreyes que casi nunca bajan de los 600 gramos.

Podemos anticipar que la laguna no está fácil en este momento de la temporada, pero el sacrificio en pos de una buena pesca bien vale cada uno de los kilómetros recorridos para llegar hasta allí.

Primeras horas

Muy temprano arribamos a la localidad de San Cayetano, que nos recibió cálidamente con un mañana soleada, baja temperatura y la tranquilidad habitual del lugar. Compramos hielo y algunas bebidas para acompañar la parrillada prometida y recorrimos los últimos kilómetros del camino hasta llegar a la tranquera de acceso al campo, donde ya nos esperaba Don Jorge con su camioneta y una de sus ocurrencias: “La desesperación los hizo dormir en el campo che, ¡miren que los pejerreyes no se van a ir!”. Saludos de rigor, y prontamente ingresamos al predio para comenzar a preparar los botes y todos nuestros elementos de pesca.

Colocamos un motor eléctrico y otro a explosión de 5 HP (se permite sólo hasta 10 HP y se debe navegar regulando) en los botes y los dejamos listos para comenzar a cargar los bártulos.

Para probar en La Gaviota debemos traer dos equipos bien diferenciados para pescar cómodos. Uno compuesto por una caña larga (hasta 4 metros) para utilizar en los claros, con líneas de flote de tres boyas. Y otro con una caña de hasta 3 m para pescar raneando entre los juncos con una línea paternóster.

Los equipos deben estar constituidos por varas de acción de punta preferentemente telescópicas, reeles frontales chicos con capacidad para 100 m de nylon o multifilamento, líneas de flote de dos o tres boyas que vamos a utilizar sin boyón impulsor. El largo de las brazoladas lo determinaremos en el pesquero, una vez que veamos en qué profundidad logramos mayor actividad. Y los anzuelos no deben ser muy grandes debido a la boca chica que tienen estos pejerreyes: utilizando de ojal N° 1 o 1/0 nos alcanza.

También con paternóster

La laguna tiene buena profundidad y nos dejará pescar también con líneas del tipo paternóster. Sabemos que La Gaviota rinde excepcionalmente, pero posee en varios sectores mucha gambarrusa que nos impide trabajarla bien. No obstante, el paternóster no puede faltar en nuestra caja de pesca.

A todo esto debemos sumarle el copo y una buena provisión de carnada, donde será infaltable la mojarra viva y la salada. Por los dentudos no se preocupen: en la laguna hay muchos y obtendremos carnada fresca en el lugar.

Cargamos todo en los botes y, dividiéndonos en dos grupos, salimos a recorrerla por distintos sectores, que si bien no presentan diferencias sirven para saber por dónde se está moviendo el cardumen.

La Gaviota es una laguna chica, que no excede las 50 hectáreas, pero conformada por decenas de minipesqueros compuestos por paredes de juncos, limpiones de gambarrusa, agujeritos entre la espesura del juncal, etc.

Aprovechando el viento que la recorría de norte a sur, nos inclinamos por iniciar la pesca en la naciente. Así podríamos entrar a los pesqueros tratando de no hacer mucho ruido con los motores ni los remos.

Fue de esa manera que divisamos un primer clarito entre los juncos y, pasándonos unos metros, apagamos el motor para llegar a la deriva.

Apoyamos el bote contra una parte de la pared de juncales, amarrándonos a ellos calculando que podríamos arrojar nuestras líneas hacia los juncales de enfrente.

Tomando máximos recaudos en el lanzamiento para no engancharnos con los juncos ubicados en nuestra espalda, colocamos las líneas pegadas al pasto de enfrente, donde instantáneamente se hundieron las tres boyas. Primer cañazo del día y nada: voló la línea por el aire totalmente descarnada.

Show de matungos

Vuelta a encarnar con una sola mojarra, y el segundo pique fue de un gran pejerrey que, nadando hacia dentro de la espesura, nos enredó la línea y debimos movernos para ir a buscarla. Habíamos empezado mal pero teníamos la esperanza intacta de revocar la situación.

Divisamos otro clarito de agua e hicimos la misma maniobra. Pero esta vez utilizamos las líneas de flote para pescar en el abra y un paternóster para dejarlo entre los juncos. Después de unos minutos, la boya del medio de Lepi se movió con la forma característica de un pejerrey. Cañazo certero, pero no era peje: un buen dientudo había tomado franco la carnada.

Cambiamos el largo de las brazoladas y, consultando con Mauro y Leo Altieri, dos de mis compañeros de pesca, nos dimos cuenta de que las mejores respuestas se daban en brazoladas de 35 a 45 cm. Se acercaba el mediodía, la hora en que habíamos arreglado con Don Jorge salir a comer lo prometido, para ingresar nuevamente por la tarde. El resumen de la mañana fue positivo, con varias capturas que orillaron los 800 gramos de pejerreyes muy vigorosos y combativos.

Terminamos de almorzar a orillas de la laguna y junto con el encargado del lugar abordamos nuestro bote para salir a recorrer otro sector de La Gaviota, con la firme intención de probar un poquito más con la línea paternóster.

Fuimos buscando algunos claros entre los juncales. Así llegamos a un sector de juncos ralos, sumamente propicio para probar la modalidad raneando, es decir, colocando el paternóster entre los pastos.

Las primeras respuestas las dieron dientudos y enormes bagres sapos, hasta que un espumón blanco, después de una certera clavada, nos mostró un magnífico ejemplar de pejerrey de casi 1 kilogramo de peso, gordo, vital y con ganas de no regalarse tan fácil.

Ya nos quedaba poco del día y decidimos buscar un sector donde pescar tanto de flote como con línea paternóster. Y sobre el fondo de la laguna encontramos algo que nos sedujo y pudimos parar ahí.

Los altos juncales frenaban un poco el viento y el agua estaba más planchada que en otras franjas del espejo. Fue allí donde vivimos el mejor momento del día, con varios piques consecutivos de flote y algunos más espaciados con la línea que pescaba a profundidad. Todos pejerreyes que iban de los 600 gramos a 1 kilo de peso. Una jornada donde no existieron ejemplares menores a los 45 cm. ¡Un lujo!

Cuando llegamos a La Gaviota, uno los participantes de la excursión me dijo: “¿A este charco me traés a pescar?”. Y cuando finalizó el día me comentó: “¡El charquito se hizo un océano de pesca!”.

Nota publicada en la edición 487 de Weekend, abril de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Julio Pollero

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