Friday 29 de March de 2024
PESCA | 10-07-2012 17:49

Los matungos de la laguna La Gaviota

Este ambiente, lleno de juncos, volvió a mostrar su mejor faceta, con un nivel de mucha calidad. Cómo encararlo, los mejores lugares y técnicas, en esta nota.

Quedate tranquilo Julio, que la laguna fue muy bien cuidada durante todo el tiempo que estuvo cerrada y seguramente hay más pejes grandes que el año pasado” , fueron las primeras palabras de Jorge, encargado del lugar, cuando lo llamamos con la intención de dar con los primeros pejerreyes grandes de la temporada. Nuestra intuición no nos falló.

La laguna La Gaviota es un espejo de agua de aproximadamente 35/40 hectáreas dentro de un campo privado, con un nivel de agua muy aceptable: navegamos y pescamos en lugares donde la profundidad llegaba a los 2 metros.

Todo el contorno del lugar se encuentra cubierto de juncos, en algunos lugares muy tupidos, y frente al embarcadero hay zonas de juncos ralos. Presenta algunos limpiones, con dos más grandes que los demás, a los que podemos llamar principales.

Es tanta la tranquilidad que existe en el lugar, que la fauna parece acompañar al pescador que ingresa al predio. Observamos nutrias que nadan tranquilamente, dos o tres variedades de patos y la pintoresca aparición de cisnes de cuello negro que deambulan por todos lados.

El pejerrey de La Gaviota es de boca chica, robusto y muy peleador, compartiendo el ámbito sólo con dientudos y algunos bagres sapos.

Aquí los peces están acostumbrados a la pasividad del lugar y, por ende, lo ideal es no hacer ruido cuando llegamos al sector elegido, principalmente sobre el fondo del bote para que no repercuta en el ámbito.

El dueño del campo y el encargado de la laguna la cierran en septiembre para volver a abrirla en abril, asegurando el cuidado del lugar. Durante la época habilitada existe una cuota de 25 capturas por caña.

Podemos utilizar la tradicional línea de flote de tres boyas o bien paternóster, según se intente en una zona con mayor o menor vegetación acuática. Las cañas: telescópicas o enchufables de hasta 4 m, y también alguna que no supere los 3 m para utilizarla dentro de los tupidos juncales.

Durante una jornada de pesca sólo se permite el acceso de seis botes, que únicamente podrán utilizar motores eléctricos, asegurando así un leve desplazamiento de las embarcaciones y muy poco ruido para no perturbar el ámbito al transitar por los escuetos caminos de juncos, que muchas veces fabricamos a cada paso.

Al sector elegido para los intentos debemos aproximarnos sin marcha y tratando de dejar muy despacio el ancla en el agua o sobre algún juncal. También podemos atarnos a los juncos para no hacer ruido.

Los lances no son muy largos, por eso empleamos cañas un poco más cortas que las habituales para este tipo de pesca. Y desestimamos casi por completo la utilización de boyón impulsor en nuestros aparejos de tres boyas. Los anzuelos N° 1 son los más utilizados debido al tamaño de la boca del pejerrey, aunque también se puede usar un N° 2 sin ningún inconveniente. Como carnada, la mojarra siempre es un buen argumento, pero el filete de dientudo se lleva casi todas las palmas, siendo muchas veces el más efectivo. Hay que cortarlo en tiritas no más largas de 4 cm por 1 cm de ancho.

Primera aproximación

A La Gaviota muy pocas veces la vamos a encontrar demasiado rizada, y otras tantas vamos a pescar con mucho reparo. Por lo tanto, cuando hacemos el filete es conveniente dejarle un poquito de carne, sin rebajarlo tanto para darle algo de movilidad cuando pescamos al garete.

Acá nos conviene utlizar un reel chico con 100 m de nailon 0,25 mm. Y el otro carretel podemos cargarlo con 0,31 mm cuando pescamos entre los pastos.

Junto a los dos Fabios marplatenses, más los porteños Osvaldo y Chichi, programamos rápidamente esta salida para dar por comenzada la temporada de pejerrey, sabiendo que íbamos hacia un paraíso por la calidad de pejerreyes que, estábamos seguros, íbamos a obtener. Llegamos muy tempranito a San Cayetano, donde Jorge nos esperaba para acompañarnos hasta el campo. Luego de recorrer un cuidado camino de tierra arribamos al predio y, tranquera de por medio, ya estábamos al borde de la laguna.

La idea era pescar hasta el mediodia, comer uno de los más ricos asados hecho a las brasas por el encargado y volver a entrar por la tarde. Armamos nuestros equipos en la costa, algunos con aparejos de flote y otros con líneas paternóster para ir probando. Y junto a los silenciosos motores eléctricos fuimos introduciéndonos en la laguna, tomando los botes direcciones opuestas para cubrir mayor cantidad del espejo.

Nos tocó un día muy ventoso, por lo que a veces el desplazamiento se veía algo dificultado por la escasa fuerza de los motores. Pero de a poquito fuimos acercándonos a una pared de juncos que nos haría de reparo. Allí hicimos nuestros lances, cuidando de no enganchar atrás en el momento de arrojar.

La primera línea en caer al agua fue una de media agua, e inmediatamente obtuvimos el primer pejerrey, que rondaba los 35 cm y que había tomado el último anzuelo encarnado con mojarra.

Detrás de esa línea cayó otra de flote con tres brazoladas bien distintas (30 cm, 70 cm y 1,20 m). Se hundieron apenas apoyaron la superficie de madera balsa. Pero eran dientudos que, sinceramente, los había y muchos. Sacamos algunos para tener como carnada fresca y nos movimos de lugar, tocando dos o tres sectores con las mismas características y pesca.

Como los dientudos ya no eran bienvenidos, utilizamos el plan “B”: pescar en los pequeños agujeritos que dejaban los juncos. Y allí comenzó la fiesta.

Este tipo de pesca consiste en apoyar la línea, con una sola boya y tres anzuelos literalmente dentro de los pastos, al estilo raneando, y estar muy atentos al pique. Con esta técnica logramos capturar pejerreyes de entre 400 y 700 g.

Más asombro

Al mediodía, al llegar al embarcadero comparamos la pesca de ambos botes: sólo hubo lugar para el asombro por los tamaños obtenidos. Después del almuerzo abordamos nuevamente las embarcaciones, sabiendo que entre los pastos estaban los de mejor tamaño. Fuimos solo a buscar calidad, la que conseguimos en cada pique obtenido. Era una sorpresa tras otra, todos pejerreyes que rondaban los 40 cm, con varios que llegaron a los 800 g y el kilo de peso. De reojo nos mirábamos sin poder creerlo, pero no queríamos apartar la vista de la boya, porque si pica uno de los grandes y se va debajo del pasto, es muy difícil sacarlo.

No llegamos a la cuota permitida porque realmente no quisimos, pero si el pescador está dispuesto a elegir el pescado para completar la cuota permitida, podemos asegurar que ninguno será menor a los 45 cm. Con estos datos, La Gaviota arrancó, sin dudas, al tope del ranking de la temporada.

Nota publicada en la edición 475 de Weekend, abril  de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Julio Pollero

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