Ya el consumo de pequeñas cantidades de alcohol puede ser peligroso y
afectar sensiblemente la conducción de un vehículo. “A partir de un
nivel de 0,2 g de alcohol por cada litro de sangre (0,2 g/l), se
registran los primeros signos de deterioro de las capacidades y, con
0,6 g/l, se manifiesta una disminución de las habilidades
psicomotrices en la mayoría de las personas”, apunta la psicóloga
Karin Müller de la Asociación Alemana de Inspección de Vehículos
(DEKRA).
El alcohol actúa directamente sobre el cerebro y afecta, entre otros
la percepción, la velocidad de reacción, la atención y el pensamiento
lógico. Esto, a su vez, pone en serio peligro la seguridad vial,
enfatiza la especialista.
Para contrarrestar técnicamente este peligro existe el llamado
alcohol-interlock, un dispositivo que está integrado al vehículo e
impide que el motor se encienda si el conductor no realiza
previamente un test de alcoholemia o si sus índices de alcohol
superan los permitidos.
El conductor sopla a través de una boquilla y el dispositivo muestra
la concentración de alcohol en el aliento. De acuerdo con los índices
registrados, el aparato bloquea el motor o no permite que se encienda.
En muchos países ya existen leyes para aplicar este sistema de
bloqueo de arranque. Por ejemplo, en Francia y en Finlandia se
utiliza el interlock en los autobuses escolares y otros
vehículos que transportan niños. En Finlandia y Suecia, además, los conductores que ya han tenido antecedentes con el alcohol deben equipar su auto con este
dispositivo como condición para volver a conducir.
En Francia, Austria y Dinamarca ya se aprobaron las leyes
correspondientes y se encuentran en fase de implementación. En
Alemania, el uso del alcohol-interlock es voluntario y hay empresas
de transporte que han instalado el aparato en sus vehículos de común
acuerdo con sus empleados.
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