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ARMAS | 23-11-2012 13:40

Cómo reformar una leyenda

Los fusiles Máuser pueden convertirse en grandes armas para caza. Es que estas leyendas todavía tienen algo más para dar. Galería de imágenes.
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Si usted dispone de un Máuser militar en estado bueno y no es de colección, y ve con agrado tener un buen fusil de caza en base a esta acción, cuenta con una plataforma ideal para un proyecto de fusil de caza. A continuación describiremos las modificaciones principales para lograr un arma eficiente, con grado de terminación medio, y con lo mínimo necesario para justificar la transformación.

En primer término deberá decidir el calibre de preferencia para la caza. Elegido el cañón, que puede ser nacional o importado, mediante un buen armero se procede al cambio de esta pieza, que originalmente era calibre 7,65 mm. El perfil exterior es a gusto propio (cilíndrico, martelado, etc.), como lo es también la longitud, que va de 22’’ para calibres estándar hasta 24’’ para los magnum (aunque se ofrecen de 26’’, con 24’’ se cumple el cometido para cacerías de acecho y rececho). Si es especialmente para tiro, se puede optar por los de tipo heavy barrel (cañón pesado).

Luego se pasa a una parte legal, que es el denominado cambio de calibre, y del que se encargará el mecánico armero de turno, que debe estar registrado en el Renar.

En esta fase de cambio de cañón se repasa la acción, el cerrojo, y se lo ajusta para una presión de cierre adecuada (head space), espacio de cabeza perfecto que asegura una extracción limpia luego del disparo. También se baja el tope del almacén cargador, que en fusiles militares indican carga agotada. En calibres de mayor longitud se agranda el almacén, pero en los estándar todo marcha sin más complicaciones.

Al cerrojo se le dobla la palanca, que aunque en los modelos de caballería e ingenieros es curva, igual se le debe dar mejor ángulo y aspecto moderno. Se revisa la uña extractora, percutor, resorte del percutor y, si es necesario, se cambian. En cuanto al seguro, se coloca una aleta rebajada o uno denominado 1/4 de vuelta, que no interfiere con el ocular de la mira.

Sobre la acción se perforan los orificios que serán roscados para la instalación de bases para la mira, y que pueden ser del tipo Weaver, Leupold o cualquier otro sistema. Los dos primeros son los más usados y económicos. Por su solidez, elegir en lo posible de acero, al igual que las anillas que sostendrán la mira.

La estética

La parte cosmética del metal, que en los deportivos se pulía (a veces desastrosamente, con banda lijadora para borrar picaduras, estropeando perfiles y cantos en el metal) y luego aplicaba pavón alcalino para una terminación brillante, hoy lo ideal es corregir errores de picaduras –si las hay– y decidir el pavonado que se quiere, sobre una base pulida, arenada o atacada mediante blasting (chorro de microesferas de vidrio). De esa manera se logrará un fusil de pavonado lustroso o mate. Este último es muy distintivo, sobrio y discreto al no producir brillos indeseados. El tipo puede ser el clásico alcalino y al ácido, ambos buenos si están bien aplicados.

Pasando a la culata, en este caso hay dos opciones: hacer una de cero a partir de un buen taco de nogal, o instalar una hecha deportiva con carrillera, que generalmente viene laqueada y cuadrillada discretamente. En general, el estilo es el clásico de todos los fusiles, aunque se puede conseguir una tipo Mannlicher Stutzen y, si la madera es noble, se puede lijar la laca.

En cuanto a la falsa puntera de madera, se puede colocar una nueva y darle un buen lustre al aceite, con tonos a elección que varían según la veta y los elementos usados en el trabajo, como claros u oscuros de acuerdo con cada preferencia.

Cantoneras y culatas

La cantonera se puede reemplazar a gusto y medida. A la madera hay que agregarle los portacorreas (recomiendo de quita y pon) que, juntamente con una correa ancha, permiten extraerla de forma rápida cuando es necesario, sin que queden las anillas bailando y marcando la madera como cuando son fijas.

En las culatas ciegas o para terminar se puede realizar un cuadrillado a pedido y jugar con la terminación de los perfiles. Aclaro que para la opción de culata sintética existen distintas marcas y variantes, aunque la disponibilidad depende del momento. Tienen como ventaja que son más sufridas e inalterables a la humedad y a los cambios climáticos, tan frecuentes en algunas situaciones.

Lista la parte metálica y la madera de unión entre ambos elementos, hay que ajustar el arma para obtener un conjunto sólido, sin movimientos o desajustes al momento del disparo y que atenten contra la precisión. La acción se ajusta en su asiento, y los espacios de no apoyo se rellenan con resina cuando se hace el beding o cama. Es decir, en la parte que apoya el mecanismo, principalmente en la zona de la recámara, a la madera hay que agregarle resinas específicas, aunque cada maestro con su libro.

Aceitado el metal, se apoya y arma el fusil ajustando sus dos tornillos. El excedente de resina rebalsa, y una vez seca y extraída la acción, se puede ver claramente cómo copió entre la madera y el metal todas las formas huecas que había, dejando hermanados perfectamente culata y mecanismos. Todo ello, junto con el flotado libre del cañón (que no toque la madera en su extensión desde la recámara hasta el puntal), aporta al buen comportamiento en el tiro.

Trabajo sobre la acción

Por regla general, lo ideal es trabajar una sola vez sobre la acción base y culminar el proyecto calibrando el rifle en el campo de tiro. Por razones económicas, o de tiempo y disponibilidad de elementos, se puede hacer en dos fases o más, es decir, terminar lo referente al cañón, cerrojo, bases, mira, reciclar la culata militar y, más adelante, pavonar a elección, poner seguro nuevo y culata nueva.

Pero hoy la industria nacional nos ofrece accesorios muy buenos en precios y calidad. Y los componentes están siempre, salvo alguna culata especial o accesorio importado que no se halle disponible al momento del trabajo. Según el estilo del fusil, uno elige si le gusta la tendencia europea o norteamericana en líneas, como también un arma ligera de peso. O, si necesita un parador de bestias, hacer un buen rifle africano de tipo Holland & Holland, Rigby, etc., en calibres populares como el .375 Holland & Holland o .458 Winchester.

Sabor de lo personalizado

El procedimiento descripto es algo muy estándar, aunque bien sabemos que siempre se termina en un trabajo distinto, que hace que el fusil sea más personal. Y de aquí para arriba, los límites sobre lo que se puede hacer son inimaginables, con cañones y accesorios importados, terminaciones con grabados, culatas de raíz de nogal... Siempre de las manos de un mecánico armero matriculado.

En fin, si bien la transformación elemental para lograr a partir de un viejo Máuser un lindo fusil de caza tiene su valor costo/tiempo, los accesorios nacionales no son caros y sí buenos, y la mano de obra buena cuesta lo que es. Seguramente muchos preferirán retirar un rifle de la estantería de una armería, quizás por algunos pesos menos inclusive que estos trabajos, pero tener en su mano un fusil hecho aunque sea con el más simple detalle a pedido no deja de ser personal. Y lo armado en grandes series suele no tener el gusto del trabajo del artesano armador, donde los límites los pone usted.

Nota publicada en la edición 482 de Weekend, noviembre de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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