Con el otoño y el descenso de temperatura los machos pulen sus cornamentas restregándolas contra los matojos de piquillines y las ásperas cortezas de los árboles, hasta obtener candiles de puntas agudas y marfilíneas; son las armas que primero intimidan y luego obligan a desistir el intento de llevarse alguna hembra del harén al galán inmaduro que desafía al ciervo capital, el que transmite su prosapia mediante esa selección natural que mejora la especie.
Las hembras acaloradas por el estío comienzan a sentir los primeros fríos nocturnos, y allí empieza la mutación fisiológica que las torna receptivas y fértiles para concebir la descendencia que renueva la esperanza en la conservación de esta especie singular que puebla el caldenal pampeano, resistiendo el embate de los furtivos, las vacilaciones de quienes reglamentan y la desidia de quienes controlan.
Por sobre todo ello, y como siempre por la perseverante iniciativa privada, existen en La Pampa excelentes campos con importantes poblaciones de animales silvestres, que permiten en cada temporada recorrer el monte en pos del sonido mágico que augura el trofeo.
Enero y febrero son los meses de consulta, de llamados, de reservas de turnos, pues escaso mes y medio puede durar el bramido del ciervo, rodeando sin cesar el serrallo obtenido y custodiado a fuerza de acometidas.
Dónde buscar un coto
Internet es una herramienta útil para establecer contactos, ubicando cotos y campos habilitados mediante el empleo de los conocidos buscadores. También la página de la Dirección de Recursos Naturales de La Pampa (www.drn.lapampa.gov.ar) contiene la información que el cazador necesita, aunque cuando me encontraba escribiendo estas líneas –a mediados de enero– no se había publicado el reglamento de caza, las licencias y el listado de campos y guías habilitados.
Si bien sobre esto no creo que haya mayores variantes, estimo necesario y conveniente que esa dirección actualice constantemente, no solo la información que el cazador requiere, sino también los resultados obtenidos con el polémico reglamento implementado en la brama 2013, que obligaba a matar hembras por cada macho cobrado. Ya dijimos en anterior nota que los titulares de campos con reducidas poblaciones de cérvidos que no les permitían ralear aún más el plantel de hembras, recurrían al arbitrio de adquirir caretas de hembras cazadas en zonas con superabundancia de manadas. Otra vez la iniciativa privada supliendo las carencias oficiales. Indirectamente se cumplió el objetivo perseguido por la reglamentación: el raleo de los excedentes, aunque en realidad con fines comerciales.
Don Rodolfo
Unanue es un pequeño pueblo nacido a la vera del ferrocarril; por allí anduve cazando varios años en los campos San Juan, La Criolla, La Porfiada y otros que no recuerdo. Hace poco se incorporó a la oferta venatoria el coto Don Rodolfo, bien poblado de ciervos y jabalíes, con apostaderos en altura, charcos con cebaderos automáticos, cómodo alojamiento, luz eléctrica, agua caliente y repetidora de señal de teléfono celular. Se puede llegar en cualquier vehículo debido a que escasos 4 km de tierra lo separan del asfalto. Los trofeos se precintan, expidiéndose la documentación necesaria para su transporte, mientras que la carne se desposta y friza para su aprovechamiento. Siempre me pareció una conducta deleznable cortar la cabeza y dejar el resto para los jotes, salvo que la impregnación hormonal torne incomibles los cortes de la carne de ciervo.
Entonces, cofradía de cazadores, a limpiar fusiles, calibrar miras, revisar munición, ablandar calzados y a caminar todos los días unos cuantos kilómetros para que la brama nos encuentre ágiles para transitar el monte tras nuestra ilusión.
Nota publicada en la edición 497 de Weekend, febrero de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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