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CAZA | 13-04-2013 11:17

El llamado a la caza mayor

La brama del ciervo es uno de los espectáculos más maravillosos de la caza mayor. El comienzo del fenómeno en La Pampa. Galería de imágenes.
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El período durante el cual se reúnen los machos y hembras de ciervo colorado se denomina brama, berrea o celo reproductivo, y en el hemisferio sur comienza con los primeros fríos a mediados de marzo, y aunque la temporada de caza finalice a mediados de julio, para aquel entonces el servicio habrá concluido.

Tiene inicio cuando la primera de las hembras de la manada se vuelve receptiva aceptando el servicio. A principios de marzo aumentan los niveles hormonales y los animales cambian su comportamiento. Mientras que los estrógenos tornan fecundas a las hembras, la testosterona vuelve a los machos irascibles y agresivos, comenzando por dirimir supremacías mediante escaramuzas de prueba de corta duración, cuando existen marcadas diferencias de potencia física entre los contendientes, pero que se transforman en refriegas violentas en paridad de condiciones.

Los machos alfas, dominantes o capitales reúnen harenes de 10 a 15 hembras que rodean constantemente para evitar el arrebato de machos beta, secundarios o periféricos, que se mantienen expectantes en espera de un descuido del propietario de la manada. Se constituye entonces un centro ocupado por el reproductor y su plantel de hembras a las que examina constantemente para detectar el momento adecuado para el acoplamiento.

Siempre atento

Alrededor, en un círculo indefinido se mantienen atentos los machos secundarios. El macho reproductor centra toda su atención en la vigilancia de las hembras, en el servicio constante y en las acometidas para repeler los permanentes ingresos de los machos beta para intentar arrear alguna hembra lejos de la manada. Suele ocurrir entonces que si el macho reproductor congregó una manada demasiado numerosa, al cabo de cierto tiempo se fatigue y se retire a los alrededores para reponer fuerzas, permitiendo que otro macho ingrese y continúe con el servicio.

Por ello, resulta de importancia crucial que exista proporción numérica entre machos y hembras, ya que si estas últimas los superan con holgura, los machos capitales no podrán servirlas a todas, permitiendo de esa forma que machos jóvenes o defectuosos brinden servicio, quebrantándose el mandato natural que implica la reproducción de los mejores individuos de la especie.

La caza mayor se centra sobre los trofeos y, por lo general, cuando los machos se encuentran en plena madurez reproductiva, ocasionando la desproporción referida en caso de que no exista un manejo adecuado del recurso. La reciente reglamentación de caza de La Pampa intenta obtener este propósito: un raleo de hembras y machos defectuosos o selectivos para mejorar la especie, pero sin un censo previo para identificar las áreas superpobladas o aquellas en las que las hembras superen en gran número a los machos.

Oportunidad

Volviendo al tema que nos ocupa, el cazador logrará su objetivo con mayor éxito en los primeros días de la brama, ya que la cacería se focalizará alrededor de las hembras y cuando las cornamentas se encuentran enteras. Con el correr del tiempo resultarán más frecuentes las fracturas por las constantes reyertas. Por otra parte, puede darse el fenómeno de no hallar al ciervo principal, al mejor de ese determinado bramadero, con las hembras, si no en el anillo periférico reponiendo fuerzas.

Por ello resulta importante, con una brama avanzada, no intentar el acercamiento directo al sitio desde el cual proviene el reclamo del macho, sino un avance lento examinando minuciosamente el escenario aledaño al lugar desde el que se oye a lo lejos el bramido.

Ha ocurrido que un avance un tanto apresurado por la ansiedad lógica que activa el sonido prometedor, ocasiona la precipitada espantada y fuga del ciervo enorme que esperaba hallar con las hembras, y en cambio se encontraba comiendo o descansando echado entre los renuevos, para recuperar energías bien empleadas en las solicitudes amorosas.

Guías

Los servicios de guías de caza honestos y conocedores del ámbito venatorio resultan esenciales, máxime si el cazador no dispone del tiempo necesario para recorrer vastas extensiones. La brama orienta, pero primero hay que oírla, y a veces ello no resulta tan fácil en campos de miles de hectáreas, en los que en primer lugar hay que hacer acercamientos con vehículos recorriendo varios kilómetros. Un profesional avezado conoce la importancia de un ciervo por su voz y provoca la brama imitando hábilmente el ronco mugido, ya no con los conocidos reclamos de madera de origen europeo, sino tan solo con un pedazo de caño de plástico corrugado.

La brama es un fenómeno emocional que puede llegar a obnubilar y confundir al cazador más experimentado; son muchos los meses en que se la espera y arduos los esfuerzos para acercarse al presunto trofeo. El guía es un profesional que sabrá sosegar nuestros impulsos, esperando el momento oportuno para iniciar el acercamiento final y vivir el momento añorado de cobrar con nobleza a nuestra pieza.

Por último, es de hacer notar que la caza del ciervo no termina con la brama, ya que al finalizar ésta, los machos se dirigirán a lugares con abundancia de comida para reponer la merma física que les ocasiona hasta perder un 25 % del peso corporal. Un guía baqueano conocerá las pasturas y los sembrados, ese recóndito mallín de tiernas hierbas o la verde pradera a la orilla del monte en que se podrá acechar con éxito a un gran trofeo.

Nota publicada en la edición 487 de Weekend, abril de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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